10 de diciembre de 2005
A las nueve menos cuarto de la noche, clara, fría, llega Marina a casa dolorida y quejándose al ritmo de las contracciones. Su madre, arrebujada en el salón, griposa, recoge bolsas y papeles y salimos al Hospital.
La llevan a la sala de partos y a las nueve avisan de que tiene 7 centímetros de dilatación y se avecina el parto. Ya no hay tiempo razonable de ponerle la anestesia epidural y sus circunstancias, dilatación, serenidad y fortaleza lo desaconsejan.
Un amigo urólogo, Jesús, acude y la ve. Todo perfecto.
Entra nuevamente y sale diciendo que ya ha dado a luz y las dos, madre e hija, están perfectamente. Poco después entra su madre y las ve.
Juan ha estado en el parto.
La niña nació hacia las diez y media.
Cara limpia, ojos grandes abiertos, mamando ruidosamente.
Ni un llanto ni gimoteo. Sólo cuando ya en la habitación la han lavado y cambiado.
Ahora duerme plácidamente con el gorrito que llevó su madre.
Aún no sabemos el nombre aunque todo parece indicar que se llamará Marina.
Habrá que ingeniarse algo para diferenciarlas.
Primeras nanas para la niña de mi hija Marina
La niña bonita
aún no sabe nada
no sabe si ha nacido
no sabe si es de día
sólo sabe su boquita
buscar la teta gigante
que se le escapa
que se le hunde
como si fuera de agua
sólo sabe con sus dedos
ya largos y sus uñitas
agarrarse a lo que pilla
como si fuera a caerse
y cuando no coge nada
se los agarra entre ellos
La niña bonita
es tan pequeñita..
pero su cara tan blanca
pero sus ojos
¡qué grandes!
¡cómo los abre la paya!
(no sé si decir la gitana)
La niña bonita
es tan pequeñita
que aún no sabe nada
la niña bonita.
José Luis Simón
San Juan, madrugada del 10 de Diciembre.