Ya había ocurrido antes. Descartó a los que ya conocía; había compartido con ellos momentos íntimos, de deleite, de evasión; ahora apenas les dedicó un rápido y nostálgico vistazo. Buscaba algo desconocido, nuevo para ella. Después de observarnos al resto con cierto detenimiento se decidió por mí.
Me llevó aparte. Mientras sus manos me abarcaban, sus dedos, con delicada suavidad -un roce apenas-, exploraban mi interior. Su mirada, en un principio casi distraída, fue adquiriendo un brillo de curiosidad, transformado pronto en interés. Como en anteriores ocasiones en quienes la precedieron, ella también enarcó sus cejas con expresión de sorpresa que derivó al poco en emoción, mostrando sus ojos la humedad de dos proyectos de lágrima a punto de desbordar.
Permanecimos juntos compartiendo silencios, compartiendo luz, compartiendo el tiempo.
En su despedida me devolvió al anaquel. Al mismo lugar del que me había tomado.
Ahora espero un nuevo lector.
Rafael Olivares Seguí
1º Concurso de Microrrelatos del FNAC
Muy bueno, me ha encantado……he tenido que tirar de diccionario para buscar “anaquel”. No te acostaras sin aprender nada nuevo…
Un abrazo y a seguir….