“Ataque a la comunidad internacional”, dice Hillary Clinton.
¿A qué comunidad?
¿A la comunidad de los ciudadanos del mundo?
¿A la comunidad de todos los engañados,
de todos los desaparecidos,
de todos los represaliados
de todos los torturados,
de todos los asesinados?
¿Se refiere Hillary a esa comunidad internacional?
¿O se refiere más bien a la selecta comunidad de individuos
que desde sus confortables despachos
amasan fortunas personales,
deciden guerras en las que mueren miles de inocentes,
fijan fronteras según sus intereses,
burlan o cambian leyes que les perjudican,
presionan a gobiernos hipócritas
que abrazan con golpes en la espalda
a los familiares de las víctimas inocentes
mientras guiñan el ojo a los representantes de los asesinos?
¿O se refiere a los Leopoldos de nuestros días
que, disfrazados con todos los atuendos de Mahoma,
se reparten la pobreza de sus ingenuos súbditos
que los defienden hasta con la vida?
¿O se refiere a los esperpénticos impotentes
que intentan reducir a lupanar los restos del imperio de la loba?
¿O se refiere a los ojos rasgados
que ponen y quitan apoyos a sus títeres
escuchando sólo el sonido de las sucias monedas en sus bolsillos?
¿O se refiere a los patizambos trasnochados
soñadores de imperios de largas cabelleras empolvadas?
¿O se refiere a los salteadores de trajes
con los que dar la bienvenida
al hombre vestido de blanco por fuera,
para engrosar su ya abultada saca?
¿O se refiere a los nuevos zares desnudos a caballo
montando potras en las ruinas de Pompeya
con su histriónico anfitrión?
¿O se refiere a los militares del cactus
tan ocupados en probar las distintas calidades de la coca
que les proporcionan sus proveedores
que se olvidan de detenerlos?
¿O se refiere a los taimados vendedores de oro negro
que ocultan bajo las túnicas
disfraces para cada interlocutor?
¿A quién se refiere Hillary realmente
cuando habla de la comunidad internacional?
San Juan, 6 de Diciembre de 2010
José Luis Simón Cámara
que poco han tardado en dar caza al mensajero !!
Hace tiempo ya que sabemos bien de qué calaña son nuestros gobernantes/economistas/gurús. No se trata de una sospecha. Tenemos pruebas: fotos, vídeos, grabaciones telefónicas, micrófonos abiertos, lapsus, documentos, telegramas diplomáticos… Poco a poco, a cada uno se les ha ido cayendo la careta. Parecería que lo tenemos más fácil para mejorar este mundo. ¡Pues no! Sabiendo lo que sabemos, no podemos desprendernos de ellos.