… sin entrenar y sin estrenar ni las zapas ni la camiseta. ¡Así me fue!
Esto es lo que se dice del NYC Marathon :
The New York City Marathon is one of the largest marathons in the world, and since its inauguration 1970, it has attracted a un montón de CORREDORES de todos los continentes, making it a truly global event. The 26.2 mile (42.195 metros para nosotros) annual race is contested through the five boroughs of New York City (Staten Island, Brooklyn, Queens, The Bronx and Manhattan), beginning at the Verrazano-Narrows Bridge and finishing in Central Park.
Y yo, por aquella época (1987) sin saberlo ¡! Y al igual que a muchos de vosotros el inglés, por mucho que lo di en la escuela, me sonaba a chino y lo descubrí en mis propias carnes nada mas aterrizar en el JFK (Aeropuerto de Nueva York). Del dicho al hecho hay mucho trecho y eso que días antes de embarcar me compre el libro de “Aprenda ingles en 10 días” y lo tenía de libro de mesita de noche,…
Pero sonaba muy bien ( NYC Marathon ) y a más de uno que pregunté, siempre me daban la misma respuesta:
La maratón de New York es el sueño de la mayoría de los maratonianos. Es la maratón por excelencia. Es la Meca de los amantes de la distancia. Todo el mundo quiere correr allí al menos una vez en la vida .
Así que, manos a la obra, lo primero era comenzar a trotar. Vivía en aquella época en El Troset/San Juan y con Pepe (vecino) empecé a quedar para a primera hora de la mañana salir a rodar. Como bien podéis imaginar, quienes conocen a Pepe, él siempre por delante y yo detrás. En las primeras salidas solo llegábamos al Poli (unos 1000 m, i/v ), fuimos alargándolo hasta el Pryca y posteriormente logramos hacer un circuito que vendrían a ser unos 3 Km. Con eso afrontamos nuestro primer reto: el Cross del Pryca y nada más terminarlo lo tuve muy claro y así se lo hice saber a quienes me preguntaban “y la próxima cual será ¿? “: la Maratón de Nueva York contesté. Sonaba tan bien que me lo creí y en esa nube me subí a la que poco a poco fui dando forma, esos sueños nos transforman y en mi caso hacen que afrontes cualquier cosa con más animosidad y por supuesto siempre en positivo, ¡! es vital ¡!
Empecé a creerme que era todo un Maratoniano, famoso, porque había pocos, importante, porque a Nueva York no acudía cualquiera, era como la Meca del Maratón y eso de cruzar el charco para correrla era todo una hazaña, sólo para privilegiados. En fin, que comencé a prepararme. Seguía haciendo el mismo circuito y poco más, eso sí, los domingos por la mañana solían caer 15 km. En una de esas mañanas de invierno tuve mi primer percance. Dirigiéndome al Pryca a la altura del túnel me estampe las partes bajas contra un poste metálico que en medio de la acera había para evitar que la gente se llevasen los carritos, blanco me quedé y el Pepe ni me miró. Si no me partí en dos ese día dudo que me parta el resto de mis días ¡!.
Había que hacer campaña para venderme como corredor consagrado y eso solo se consigue echando mano de amigos y de ir construyendo una leyenda, ya que repito: la NYC Marathon no era moco de pavo y estaba rodeada de una gran aureola, así que a sacar punta. Gracias a los amigos Penalva (transportistas que subían las mercancías a Barajas) conseguí la equipación, …y menuda equipación: Le Coq Sportif, zapatillas rojas y camiseta y pantalón a juego. Tan bien me quedaban que no les quise quitar ni las etiquetas para que no se deterioraran y las zapatillas eran mi número, nada de un numero más, las estrene el día de la carrera, vamos, de profesional ¡!; el vuelo y alojamiento fue regalo de Air France, al trabajar en el gremio de los transitarios conocía a las personas que estaban al frente de las Cias. Aéreas y en esa época Air France tenia representación en Alicante y vuelo también (la oficina AF estaba en la Rambla). Al frente de la misma estaba Jesus Cereijo y Angel Oñate, a ellos debo el haber volado y en París haber pernoctado (Hotel Le Meridien), codeándome con la crem de la crem de la sociedad francesa, ya que por pura casualidad me crucé con Jean Paul Belmondo en los ascensores del Hotel, él con un abrigo de cuero negro que le llegaba a los tobillos y con un perrito caniche pegado a su pecho y yo al verlo de sopetón me salió eso de : “Je suis Jesús de l’Espagne”, importándole más al perrito que a Jean Paul ¡! Poco duró la jornada francesa ya que mi destino era Nueva York, pero al volar con Air France, por París había que pasar.
Llegué a NYC atardeciendo y en invierno eso significa poca luz, Manhatan por la noche queda vacío ¡! Pero, allí estaba , no me lo podía creer, del Cross del Pryca a la Maratón de NYC, estrenando equipación, zapas, con el vuelo pagado y con lo más importante, el dorsal, ya en aquella época existían problemas, así que para evitar follones y garantizarme el mismo hice la inscripción como residente en New York , consiguiendo el dorsal 10524. Y una vez allí, a soñar, a creerse que eres un maratoniano y a disfrutar de esas horas: feria del corredor donde te quedas boquiabierto de toda la parafernalia que ya en esa época rodeaba a este mundillo, marcas que nunca había escuchado tal como Brooks, relojes podómetro, máquinas estáticas, infinidad de Maratones que allí se publicitaban para enganchar a los fieles, y como no, acudiendo el día antes del Maratón, al Breakfast running que partía del edificio de las Naciones Unidas, mucho esplendor y sin embargo a escasos 200 metros de allí, en unos soportales, cantidad de homeless moraban entre cajas de cartón ¡! Poco hemos cambiado ¡! En ese tipo de eventos, fluye mucha alegría, muchas ganas de contar de cotillear, desearse lo mejor para el día siguiente.
Y ese día, domingo, la ciudad comienza a rugir en la oscuridad ya que son muchos los corredores llegados a la gran manzana de muchas partes y que se dirigen hacia la Biblioteca, en la Quinta Avenida, para coger los buses que nos llevarían a la salida de la prueba. El frío arrecia, por lo que el crujir de los plásticos es la música de ambiente que imperaba ¡!. Ya en la zona de salida (base militar), la gente en función de tiempos iba entrando por unas u otras jaulas. No sé cómo me las ingenié pero acabé en la zona de favoritos. Haciendo cola para ir a los toilettes, poca cola, pero en cola estaba, cuando me preguntaron acerca del tiempo que haría, a lo que contesté entre 2 y 5 horas (no fallé), y es que la pinta que se tenga es importante. Imagino que la gente al ver esa equipación y con sponsor (Garmann) pensaría que algo bueno acabaría haciendo.
Casi ni me enteré de la salida (finalmente encontré el cajón de los míos, los que sólo pretendíamos acabar), pero la marabunta comienza a moverse y eso algo quería decir. De repente un continuo lanzamiento de ropa hace que los árboles acaben llenos hasta la bandera de todo tipo de prendas (hay una fundación para recoger esa ropa y dársela a alguien, no se a quien, pero hayla ¡! ). La gente sigue empujando y después de varios minutos, comenzamos a trotar. Sin darme cuenta me encuentro en medio de un puente rodeado de miles de corredores, todos o casi todos buscando acabar y por supuesto disfrutar y es que no hay mejor forma de conocer NYC que participar en su Maratón ya que recorres todos los barrios y por tanto sus atmósferas y gentes: chicanos, judíos, negros, …. . Cada uno tiene allí su sitio, su comunidad y dependiendo de la zona, puedes palpar que se esconde detrás de cada uno de ellos.
En todo el recorrido hay animación, no solo de bandas musicales, sino de gente, mucha gente, aún en las zonas mas depre había gente y cada uno te daba lo que podía o tenía. Los caramelos que me dieron en el Bronx me supieron a gloria ya que en esa zona, aproximádamente km 33 pinché de lo lindo, me paré, caminé, y gracias a los caramelos y la tromba de corredores que no paraban de pasarme conseguí subirme al carro del trote, para continuar hasta la Meta en el Central Park. En esos momentos te creces, corres y una gran sonrisa hace desaparecer cualquier trago amargo ya que la Meta te convierte en finisher y en mi caso mi primera Maratón. Sólo conservo esta foto recogiendo mi llegada a Meta, una imagen vale mas que mil palabras ¡!
En meta traté de buscar a Pepe y Mª Jesús que casualmente estaban de viaje de placer en NYC, pero no conseguí verlos así que me dirigí a su hotel para que pudieran ver a este héroe. Pepe al verme lo primero que me dijo fue: “nos hemos cansado de esperarte” ¡! Como no, siempre dando ánimos. Una vez en el hotel, me quité mis maravillosas zapas. Humo echaban los pies, pues eso de llevar el número justito tiene sus consecuencias: ampollas por doquier, vamos, que no pude volver a ponérmelas después. Las agujetas vinieron después, pero también vinieron muchas más carreras, ultras y un sin parar hasta la fecha y un continuo soñar en la próxima que aún está por llegarBuen estreno maratoniano y mira hasta donde hemos llegao.
Con el tiempo hemos ido descubriendo algo más acerca del material, estiramientos, entrenos, alimentación, etc, pero como todo en la vida, solo necesitamos tiempo ¡!