Todo empezó con un: “Juanma y Jesús, ¿qué os parecería una nocturna por la silla del Cid?, la cena la pongo yo”. No tardarían ni 5 minutos en responder que pusiera hora y fecha. Pues ya está, este viernes nos vamos de baile por las montañas de mi tierra. A Jesús le pido que mande un mail a todos los “Atotrapo”, amigos y simpatizantes.
Así pues, a las 20:00 horas tenía en mi casa a mi Jesús -que haría yo sin él-, a mi Toñi que todo nos lo aguanta, José Pablo, el tío que más se acerca a mi talla, Pepe, más fuerte que nunca, Verena, para poner un poco de orden, José Luis, siempre queda alguien por conocer, Ángela y su inseparable Paco que vino como pudo después de su carrera de Javalambre y al Juanma al que la Reme tuvo que sobornar para que viniera.
Con frontal ya en la frente y algunos encendidos partíamos hacia el Cid, con un terreno mojado por una lluvia abundante durante la tarde, que haría de nuestro recorrido una delicia. Al girar de la calle ya veíamos dibujada la silueta de la montaña, a la que nos dirigíamos con un trote que nos permitía ir contando aventuras, historias y algún chiste. Sólo tardaríamos unos 30 minutos en llegar a las faldas del Cid y comenzar el ascenso desde la chabola del forestal, para poco a poco empezar a divisar toda la comarca del medio Vinalopó con todas las luces encendidas, vamos que no se habían dejado ninguna apagada.
Algunos llegaban antes que otros a la cima y se protegían del frio con cortavientos mientras esperaban al resto. Arriba brindábamos con nuestras cantimploras por la subida, foto oficial y rápidamente el descenso por detrás de la silla hasta llegar al camino del Contador (algunos queriendo bajar rodando convirtiéndose en bichos bolas). Al bajar ya veíamos las luces del Alacantí y por el camino discutíamos sobre si podía ser Alicante, San Vicente o San Juan, a la vez que disfrutábamos como niños de una senda mojada por la lluvia de la tarde que había dejado un camino mullido, un camino oscuro tan sólo alumbrado por nuestros frontales y un perfume a romero, manzanilla y tomillo que nos envolvía durante la carrera. Por cierto, cogemos tomillo, a última hora nos enteramos que Antoñito viene a prepararnos su poción mágica para después de las comidas.
La senda va bajando haciendo zig-zag y como nos vamos separando parecemos los reyes magos y todo su séquito descendiendo por la montaña. Pronto llegaríamos al camino asfaltado, con sonrisas y caras de estar pasándolo muy bien, foto y seguir bajando. Algunos deciden comprobar la dureza del asfalto y se arrastran sobre él, y así entre caídas, sustos y risas vamos bajando, ya se está haciendo tarde y tenemos hambre (vamos, pienso yo).
Llegamos a casa, Antonio y Reme han preparado las viandas y nos reciben con sonrisas y bebida isotónica, pero todos preferimos bebernos su cerveza que estaban disfrutando con un aperitivo. Venga ducharos, vamos a preparar una buena mesa, una mesa como a mí me gusta bien grande, llena de comida, de cerveza especial de mi Juanma y sobre todo de buenos amigos entre los que veo que me falta alguno que otro que no han podido venir.
Así brindamos cenamos y tomamos la infusión de Antoñito para ir despidiéndonos que ya es tarde, nada más y nada menos que las 1:30 de la mañana. Espero volver a repetir, esta vez con luna llena y con vosotros, con los que no pudieron venir y con mi súper amigo Juanmi que me enseña todas las rutas de Petrer, entre ellas la de esta noche.
Eduardo