El día 9 a las 9 de la noche más de 9 por 3 acudimos a un bar junto al parque municipal de Sant Joan, a La Llar, para dar una sorpresa y mucho ánimo al mayor animador de carreras pedestres que se conoce por los alrededores próximos y lejanos.

Sí, aunque parezca mentira, Jesús, como si fuera un tartamudo que nos hubiera engañado porque disimula tan bien su tartamudez que ni se le nota aunque lo sea, lo ha hecho con sus pies, corriendo no ya minucias como medias o enteras maratones, sino cientos de kilómetros por zonas montañosas o desiertos de arenas tan finas que se filtraban hasta el alma. ¡Menos mal que no tenía bien los dedos de los pies!

Como el día 10 lo operaban, sus compañeros de carreras, sus compañeros de sufrimiento, sus compañeros de gozo, de paisajes, de montaña, de playa, de baños, de meriendas, de charlas, de historias, de viajes, de cansancio, de proyectos, de fotos, de ilusiones, sobre todo de ilusiones, nos reunimos para darle aún más ánimos de los que él por sí solito tiene.

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Y allí estábamos casi todos los que a lo largo de estos años, más y menos veteranos, desde los que ya son abuelos hasta los que sólo siguen siendo hijos, desde distintos trabajos, desde los más constantes hasta los esporádicos, desde los más rápidos hasta los tortugas, desde los más ingeniosos hasta los callados, desde los más acartonados hasta las más hermosas damiselas cuyo horizonte anima en el cansancio y evita el desfallecimiento, allí lo agasajamos, regalamos, piropeamos y ¿qué más quiere Jesús que el cariño de todos nosotros del que sabe que dispone?

Libros, camisones y hermosas historias de ratones regadas con vinos, cervezas, tapas y algunas bromas para desearle un buen paso del desierto.

José Luis Simón
San Juan 11 de mayo de 2012