Mañana calurosa aunque agradable hasta las 10 h. Buen ambiente en la entrada del colegio Jesuitas. Entrega de dorsales sin incidencias y salida hacia las 10.00 h.

Comenzamos la subida sobre el asfalto del parking del propio colegio y poco después empieza el pedregal. Buen ritmo, buen ascenso y acabo culminando entre los 25 primeros. A partir de ahí y con unas vistas preciosas de la bahía empieza el “ratoneo” sube-baja, sube senda, baja canchal, en fin, lo que todo el mundo sabe.

Poco más allá y tras la primera bajada de entidad y con el Benacantil de fondo, resbalón, torcedura de tobillo y bueno…consigo rehacerme y seguir para delante. Tan para delante que el grupo en el que iba nos terminamos perdiendo (este fallo -mal marcaje e indicación-, se pudo sufrir en varios puntos del circuito). Rehacemos la ruta y ¡que se le va a hacer!, son gajes del oficio.

Llegada a la trepa con cuerdas y seguimos subiendo mientras el sol se reía a (o mejor dicho: sobre) nuestras espaldas. Cumbre de nuevo y otro descenso largo para iniciar otra subida hasta la cumbre otra vez. Trialeras, sendas, piedras sueltas, tobillo cascado y en esto me pasa Antonio como una gacela mientras el sol nos machacaba. Consigo mantenerme a 20 m. de él mientras se movía entre las piedras como un gamo.

Bajada por el camino que tomamos al principio de la jornada, el cual después de lo pasado se me antojó una autopista. Ponemos la directa y logro pasar al máquina que me precedía. Descenso vertiginoso y ¡cómo no! al final de la cuesta volvemos a perdernos. Vuelta al grupo y el final hacia meta con una mezcla de rabia y satisfacción.

Al llegar a la llegada avituallamientos sólidos y líquidos en abundancia, gran ambiente y buen sabor de boca. El año que viene más. Buena carrera, ¡lástima que el espacio disponible no de para mucho más kilometraje!

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