Este sitio es un lugar inmundo. Nadie conoce a nadie, nadie se preocupa de nadie. Todos sospechan de todos y todos vigilan a todos. Yo observo de reojo a quienes están a mi lado, lo mismo que ellos me observan a mí.
El ambiente es muy tenso, yo diría que hasta dramático. Es más que probable que mañana, a estas horas, alguno ya no esté en este mundo. En unos minutos hay quien no tendrá más salida que el suicidio. No quisiera ser uno de ellos pero no puedo descartar nada, de la calma a la desesperación apenas hay unos tic-tac de reloj.
Creo que los individuos más peligrosos son el que está a mi derecha, mal encarado y de mirada huidiza, y el que se encuentra enfrente, de aspecto elegante y maneras distinguidas. Ambos parecen tranquilos y seguros y eso me desconcierta e intranquiliza. Intuyo por sus gestos, casi imperceptibles, que a ellos yo también les inspiro respeto.
En cualquier caso no debo menospreciar al resto. El de las gafas oscuras no deja de fumar, sin duda pretende controlar los nervios. Aunque no hace calor, el más mayor presenta en su amplia frente todo un mosaico de gotas de sudor y se cruza de brazos para ocultar y controlar el temblor de sus manos.
Al fondo, algo separadas, dos mujeres, jóvenes y bonitas, nos observan emocionadas sin perder detalle y conteniendo la respiración. Su actitud delata un estado de ansiedad y preocupación.
El silencio es ensordecedor y las palabras resultan innecesarias. Cada uno está absorto en su situación y, sin duda, aterrado por el incierto e inmediato futuro. Es mucho lo que hay en juego, o para ser más preciso todo está en juego en estos momentos.
Inconscientemente acuden a mi mente toda una serie de recuerdos en los que me reconozco luchando por llegar hasta donde ahora me encuentro. Parecerá un sarcasmo pero hoy preferiría no haber llegado nunca hasta aquí.
La situación no puede demorarse más, llega el momento de la verdad, el instante a partir del cual nada va a seguir siendo igual para ninguno de los presentes.
En un temido y pausado movimiento de manos todo queda decidido con el volteo de las cartulinas para descubrir sus grafías. Le acompañan tres palabras en una voz nerviosa a la vez que aliviada: póker de ases.
Rafael Olivares
26-Febrero-2013
Del blog Potaje de palabras