Esta mañana temprano he salido a correr, a correr por correr. El sol aún no despuntaba en el horizonte y el frescor de la mañana, cual bálsamo curativo, me ha aliviado un poco el dolor de las piernas.
Me duelen las piernas.
Esta mañana mientras corría he recordado una historia que me contaron el pasado fin de semana.
Hay una leyenda que habla de una montaña sagrada.
Cuenta una leyenda que existe una montaña alta, altiva diríase, majestuosa, dura, rocosa, fruto de 25 millones de años de trabajo de la naturaleza.
Dice la leyenda que existe una cumbre solitaria hecha de calizas, sembrada de simas y cárcavas que celosa guarda en sus entrañas el secreto de su origen. Dicen que los manantiales que de ella surgen no son sino señuelos para atraer a los incautos que por allí se aventuran.
La leyenda cuenta que los densos bosques que llevan a su cumbre son intrincados laberintos ideados para alimentarse de los valientes que en ellos se pierden.
Existe una leyenda que dice que los barrancos, las pendientes pedregosas y las rocas con filos como cuchillas son trampas mortales para aquellos que consiguen bajar su cumbre.
Esta leyenda dice que el pasado domingo un grupo de osados se dignó a aceptar el reto, se atrevieron a atacar los 2.383 metros que llevan a su cima, subieron la montaña sagrada de La Sagra.
La Sagra es un hito blanco, imponente, desnudo, visible desde muy lejos. La Sagra es un ente vivo que se alimenta del aliento y la fuerza de los corredores de montaña, se nutre de los fuertes. Yo he sido testigo de ello.
La Sagra Skyrace tiene como punto de partida la bonita localidad de La Puebla de Don Fadrique, al norte de la provincia de Granada. Por delante, 42 km de auténtica aventura.
La expedición A To Trapo nunca necesita guiones ni organización previa, cada uno conoce bien su papel y lo desempeña como mejor puede, en La Sagra Skyrace, maratón de montaña, de las duras, se volvió a triunfar.
El pasado domingo Abel fue nuestro ariete, una punta de lanza que abría camino como sólo él sabe hacerlo, rápido, fuerte, en silencio. Pronto se fue hacia delante con los grandes, con el resto de grandes, con los que se encargaron de despertar la furia del gigante que dormía. Abel fue horadando el terreno, marcando con su sudor la senda que durante más de 20 km me dispuse a seguir como un sabueso que husmea en busca de su amo. Abel, como soldado de infantería, de los buenos, luchó, sacrificó su integridad para que el convoy que le seguía tuviera un viaje seguro hasta que un fatal traspié dio con sus huesos sobre una piedra traicionera que le chascó el costado y allí quedó maltrecho. Abatido lo encontré, dolido más en el orgullo que en su apalizado cuerpo pero sonriente, como siempre, dándome el relevo que no pude retener por mucho tiempo. La montaña es dura y mi amigo el asfalto no me ayuda en estos menesteres.
Al poco rato, como digo, me alcanzó el Sargento Primero que con su riñonera minimalista y un kit básico de supervivencia tomó el testigo y se lanzó a por todas como un gamo. Antonio es así, duro como el pedernal. Mientras lo vi alejándose, mimetizándose con los romeros no pude sino quedar satisfecho ya que el legado quedaba en muy buenas manos.
Allí andaba yo (a veces más literalmente de lo que hubiera querido), subiendo y bajando, lo peor ya había pasado cuando de pronto sentí como una ráfaga de aire tibio me adelantaba por mi izquierda, elegante como no puede ser de otra manera, aparentando ligereza y frescura, trasmitiendo serenidad. El gran Capitán me pasó por la izquierda e incluso me lanzó un cabo al que me así con firmeza hasta que tuve que dejarlo ir. Juanma es duro, Juanma es como “la mimbre” que diría la canción, se bambolea al aire pero se mantiene firme.
La última subida no fue tan dura como esperábamos, ya no podía tocarse más alto. Cual Sísifos, nos limitamos a coronar la misma cima que al principio de la jornada con nuestras fuerzas ya mermadas y nuestras cargas a las espaldas. Ya sólo quedaba volver al punto de partida en un descenso que se atragantaba entre polvo y altas temperaturas.
José Pablo venía por detrás y sólo espero que mis huellas al menos le sirvieran para aliviar un poco la faena. A la postre lo pude ver fresco, tranquilo, parecía haber disfrutado del castigo que se había auto impuesto. José Pablo disfrutó, se le veía feliz.
Nos hallábamos entonces remendando nuestras heridas, esperando en meta la llegada del resto de valientes cuando por fin vimos aparecer al Capitán General con su GPS última generación en forma de pinza con el que había estado haciendo seguimiento de su gente en todo momento. Se le veía satisfecho, tranquilo, apenas cansado y sonriente como siempre. Cuando llega Jesús no queda hueco para el pesimismo.
Lisardo fue el último en llegar, estoy seguro que porque así lo quiso. Esta vez se limitó a asegurarse de que nadie quedaba atrás. Como en él es habitual luchó hasta el final y eso lo hace muy grande. Lo difícil en estos casos es seguir hasta meta cuando sientes que ese día te has quedado solo, cuando notas que algo no va bien. Lisardo tiene un diccionario en su casa, yo lo he visto, en él la página 4 no existe, alguien la arrancó en su día. La palabra “abandono” no está, no existe en su diccionario.
La Sagra Skyrace me ha supuesto una experiencia que en pocas carreras he sentido, ha sido larga y muy exigente. He participado en carreras de montaña con más desnivel o incluso más duras pero ninguna me ha castigado tan fuerte. Las montañas que subimos –y bajamos- unidas a las altas temperaturas y a la falta de hidratación me dejaron hecho jirones.
Cuarenta y ocho horas después me duelen las piernas como si dentro de ellas me hubiera traído algo de aquellas tierras, algo que no era mío pero que estoy seguro se terminará diluyendo para formar parte de mí. Desde el pasado domingo soy un poco más feliz sabiendo que casi a hurtadillas, pudimos robar a la montaña sagrada algo de su esencia que nos ha hecho más fuertes.
Desde entonces la leyenda que me contaron ha cambiado, estoy seguro.
Enhorabuena A To Trapo.
Julián.
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También podéis leer la crónica de Abel en su blog “Diario de un corredor invisible”
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre | Categoría | Tiempo | Puesto General | Puesto Categoría |
Antonio | MASTER-M | 7:14:26 | 142 | 7 |
Juanma | MASTER-M | 7:14:26 | 142 | 7 |
Julián | VETERANO | 7:23:16 | 156 | 47 |
José Pablo | VETERANO | 7:33:15 | 172 | 51 |
Jesús | MASTER-M | 8:03:58 | 208 | 12 |
Lisardo | MASTER-M | 8:54:49 | 234 | 16 |
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[Puedes descargar este track en formato GPX y KMZ]
Este es el recorrido y el perfil registrado con un Garmin Forerunner 210. Las marcas aparecen cada 5 kilómetros.
El perfil está dibujado con el programa Perfils. Haz clic sobre la imagen para ampliarlo.
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