“Ávila del Rey, de Los Leales, y de Los Caballeros”. Es el lema que reza en su escudo, acompañado por una imagen de Alfonso VII encaramado al ábise de la catedral-fortaleza, una parte singular de su afamada muralla.
Son muchos los nombres y las caras de esta ciudad que, como aprendimos a la escuela, es la capital de provincia de mayor altitud en España con sus 1.131 metros sobre el nivel del mar (medido en Alicante, por supuesto).
Estuvimos este fin de semana allí para correr una media maratón aunque, en realidad, era sólo una excusa para meternos entre pecho y espalda un chuletón de los de a medio kilo la pieza (también los hay de 3/4, para los que les parezca poco).
Hace algún tiempo que frecuento la compañía de mis buenos amigos de Los Paquetes que, como es bien conocido, organizan sus encuentros con ese espíritu que resume bien la frase lapidaria de uno de sus miembros: “correr es una opción, y no la más inteligente”. La comida, por tanto, es un componente esencial de cualquier encuentro, sea éste una salida dominguera por la casa de campo, o un fin de semana completo a cuenta, sin ir más lejos, de una media maratón.
La estrategia de carrera, por tanto, era clara: había que visionar el chuletón cuando fallaran las fuerzas.
Sobre el papel, la carrera me parecía menos dura que la Media de Segovia (una referencia en organización y número de participantes), pero allá abajo, en la arena, cambié de opinión.
Aunque el primer tercio de carrera discurre por calles anchas y con apenas desnivel, la cosa cambia a partir del segundo, con fuertes subidas y algún que otro tobogán, pero, sobre todo, en el último tercio, cuando la carrera entra el casco antiguo —dentro de sus famosas murallas— para seguir un recorrido vertiginoso entre estrechas calles adoquinadas, todo un reto para los corredores si quieren no perder el ritmo.
No se trata, por tanto, de una carrera “para hacer marca”, ni mucho menos, aunque sí es una de esas carreras “para repetir”. Las razones son muchas, y aquí sólo daré cuenta de algunas: en primer lugar, porque el número de participantes, con un límite de 1500 dorsales, permite correr a gusto; también porque el club que la organiza (ecosport) se vuelca en la atención al corredor (avituallamiento, para todos, muy bien atendidos) y en los detalles (grifo de cerveza artesanal y montaditos en meta, o servicio de duchas en polideportivo, con autobús gratuito para acercar a los corredores); pero, sobre todo, por lo acogedora que es la ciudad y su provincia que, como hicimos nosotros, aprovechamos para visitar durante el fin de semana.
A partir de mañana día 15, y hasta Octubre de 2015, se celebra el 500 aniversario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, a la que en Ávila conocen sencillamente por “la Santa”. Confío tener ocasión de volver para celebrarlo corriendo, cómo no, A To Trapo.
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre | Categoría | Tiempo | Puesto General | Puesto Categoría |
Commedia | VET-45 MASC | 1:54:53 | 835 | 108 |
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y como terminarian esos pinreles entre tanto empedrado !! enhorabuena, aun por debajo de 2:00 h.
Pues un poco perjudicados, no te lo voy a negar; pero nada que no pueda compensar un buen chuletón y una visita al fisio.
En Ávila comen ternera (y cochinillo) pero corren como liebres 🙂
Buen ritmo para hacer una visita turística a esa bella ciudad . Disfruta que no sólo de correr vive el runners .Enhorabuena
No sólo, sin duda, pero al ritmo sabrosón al que la hice, querido fer, te da tiempo a ti a correr una, comerte el chuletón, y correr una segunda 😉