A la segunda va la vencida. Después de un primer intento en el que la lluvia nos impidió disfrutar de la ruta organizada por Josemi, por fin un nutrido grupo de corredores nos desplazamos hasta Confrides en un día soleado y de temperatura perfecta para correr.
En la mente de todos, o casi todos, este entrenamiento era como la última cena. El próximo sábado teníamos la prueba más dura del año; el desafío Lurbel Aitana-Puig Campana.
Las instrucciones de la ruta eran claras, una subida y una bajada. Por una vez Juanma dejó el GPS en el bolsillo y nos dejamos guiar por la brújula y la experiencia en estos caminos bien conocidos por Josemi.
Salimos de Confrides, bajamos al barranco y desde ahí por un poco de asfalto, algo de pista y mucha senda, todo subida por la Serrella hasta el Plá de la Casa, desde donde disfrutamos de unas vistas espectaculares, de las más bonitas de la provincia.
La bajada empieza muy técnica y peligrosa (nos avisan algunos senderistas que casi son alcanzados por los perdigones de algún cazador que debió confundirse…) así que avanzamos cantando para que no nos confundan a nosotros ni con liebres ni con conejos. Como poco somos galgos.
Llegamos a Confrides con una sonrisa de oreja a oreja, por el clima, la ruta y la compañía sin saber que aún nos espera lo mejor. ¡El almuerzo! Morcillas, salchichas, panceta, huevos fritos, ensalada murciana, cerveza, vino… ¿Qué más se puede pedir?
Agradecer a Josemi y familia ofrecer su casa y la organización.
David G.
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En el punto de encuentro a las 6 de la mañana veo antiguos compañeros de batalla de trail, y alguna cara nueva. Nos dirigimos en tres coches para Confrides, todos con la idea de correr, menos un servidor que me estrenaba después de casi año y medio a ver otras montañas desconocidas.
A las 7:45 empezamos a andar Rosa, Maripaz y su hijo Rober, y un yo. En cuanto empezamos, a subir, sin parar hasta que llegamos arriba del monte y hacemos la primera parada y avituallamiento en la Font de l´arbre. Los quicos y pipas nos ayudan a continuar. La fuente la han reformado y por la sequía apenas caían unas gotitas. Se nota el otoño, estaba lleno de hojas de los chopos, espectacular.
Continuamos “parriba” hasta la Font de la Forata, donde gracias a los palos de Josemi, el chaval de 11 años, llega bien a la fuente. Aquí vemos muy cerca la estación de Aitana, con las antenas, etc. Por el camino pasamos por dos o tres neveros ya casi derruidos, pero reconocibles. Pasado lo más duro, solo falta bajar, pero ¿por dónde? Las anfitrionas no estaban seguras. Entre una y otra nos llevan a buen puerto, pasando por unos bosques bien cuidados, sendas, pistas, etc. Al final, buenas sensaciones, casi 4:30 h. y por supuesto, la compañía maravillosa. No quiero dejarme la fiesta final, con embutido casero y cerveza a gogó. Gracias por este día mágico, todavía no corren buenos tiempos para mí. Llegarán y mejores que los de antes.
Fran
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