La verdad es que no tendría por qué decirte nada, primero porque no vas a hacerme caso, entiendo hasta cierto punto que no puedas hacer caso a los 46 millones de españoles, si incluimos entre ellos a algunos que no quieren serlo, como muchos catalanes y también, aunque últimamente se lo tenían bastante callado desde que las pistolas no hablaban, muchos vascos, ya sé que quizá algunos gallegos y, bueno, luego una multitud de, aunque españoles, no partidarios del gobierno del hijo de la polla roja o de la sangre azul, aunque este color quizá no le haga ahora mucha gracia al partido gobernante, pero, vamos, en el supuesto de que me escucharas, bastante improbable, a pesar de que las redes cazan ahora ya a todo pájaro que levanta el vuelo, quizás acabara por sentirlo yo mismo que no estoy, como digo, muy convencido de la decisión de decírtelo si no es por un exceso de generosidad que me lleva a desearle suerte incluso a quien no quisiera deseársela, justamente por ser quien es y por no haber podido nunca decidir claramente sobre su presencia en el espacio público que ocupa independientemente de lo que piensan los que en él habitamos y digo todo esto porque si me hicieras caso posiblemente no solo te mantendrías en el puesto que vas a ocupar sino que quizá aumentaras aún más el apoyo de los que ya te lo dan y comenzaran a dártelo aquellos que nunca te lo han dado ni les ha pasado por la cabeza dártelo y es algo tan sencillo para ti, que viajas tanto a todas partes del mundo pero sobre todo a Sudamérica, como que visites Uruguay y hagas unos ejercicios espirituales en la chabola-convento del exguerrillero José Mújica y aprendas algo de su intensa vida y experiencia y te desnudes de todos los oropeles que te separan de tu pueblo como él se ha desprendido de los suyos y abandones los palacios y vivas en una chabola donde tu protección será mucho más infranqueable que los cristales antibalas y los guardias de seguridad porque entonces será todo el pueblo y no unos pocos mercenarios quien te proteja de los cuervos de siempre en el caso de que tú no seas uno de ellos como dicen, quizá con razón, los fríos analistas de todos los despachos y que desmentirías de un plumazo, llegando en bicicleta al parlamento e incluso con el delantal en la pechera, olvidado de quitártelo cuando salías de la cocina de tu casa, porque le preparabas la sopa a Leticia que, no habiendo visitado aún al Uruguay, guay, porque teme naufragar, estaba en la peluquería haciéndose el alisado de cabellos más adecuado al grosor de la almohada para que no le deshaga los bucles, y bueno no me digas ya si apareces en cualquier esquina fumándote un porro, ya legalizado por supuesto, y el caso es que yo ya no fumo con lo que he fumado a lo largo de mi vida, pero no creas que por una razón moral o legal sino por una puta neumonía que me visitó y se me quitaron las ganas de fumar, como a algunos de mis amigos que ya no pueden tampoco fumar, unos porque están muertos del pulmón, pero no vayas a pensar que también han muerto del pulmón quienes no fumaban, con lo que a mí me gustaban y me siguen gustando los indios, pero bueno ellos no solo fuman la pipa de la paz, también se bañan desnudos en los riachuelos y escuchan el susurro de la pradera y hacen el amor bajo la luna plateada, y todo eso yo sigo haciéndolo como ellos, sé que no me vas a hacer caso y, en el fondo, te lo agradezco, porque me sentiría muy mal entre mis amigos republicanos, que son la mayoría aunque también los tengo que son monárquicos o no son nada, teniendo que renunciar a mis ideas y, sin duda, me vería obligado a hacerlo, porque para una vez que me hacen caso no iba a quejarme también de fracasado, ya sé que todo esto es una locura pero, dicen que has leído mucho en varias lenguas, echa un vistazo al loco más cuerdo de nuestra literatura, o, si hablas los cuatro dialectos griegos, al Prometeo que arrostró el castigo de los dioses acercándose a los humanos y enseñándoles a hacer el fuego, construir casas y protegerse de las fieras, ten el valor de escapar a esa enorme, invisible, envolvente madeja que te priva de toda libertad de movimientos y te obliga a ser la voz de tu amo, porque ¿no te has dado cuenta aún? tú no tienes amo, tú eres tu amo y tienes que propagar esa ruptura de la madeja para que nadie tenga amo ni señor ni nada por encima de cada ciudadano que es lo más que se puede ser, un ciudadano libre al que no puede añadir ningún privilegio más la pertenencia a ninguna patria, a ninguna religión, a ninguna lengua, porque en cuanto a eso de la religión, por no hablar de lenguas ni de patrias, en mi opinión todas, incluidas éstas, han servido en la historia para azuzar guerras, además estamos en un estado aconfesional y ya sabes por propia experiencia lo rollazo que son esas ceremonias repetitivas e interminables rodeado de purpurados, si te sientes religioso lo practicas en lo privado, a tu aire, ya conoces la reflexión de Voltaire sobre las religiones, “una avasalla, dos se matan y muchas se toleran”, de modo que nada de privilegiar a ninguna y tolerancia con todas porque los humanos tenemos el sagrado derecho de equivocarnos también en eso, corto porque no pretendía escribir un manual del príncipe como Maquiavelo sino darte unas líneas generales de actuación para que la carga del cargo te resulte incluso placentera, aunque lo que ya sería la hostia es que, con un par de cojones, te hicieras republicano, sí señor, entonces tendrías en mi, republicano de toda la vida, a un monárquico del exmonarca republicano.
A tu disposición o no, según el rumbo que tomes.
José Luis Simón Cámara.
San Juan, 4 de junio de 2014