Maratón de Boston, el más antiguo del mundo, incluido en los Six Majors y probablemente para muchos, el más importante; esto último es muy subjetivo, pero lo cierto es que para mí ha sido el más impresionante de los que he corrido hasta ahora.

Todo empieza casi dos años antes de la carrera donde debes planificar que prueba “de acceso” preparar, pues es necesario obtener una marca mínima en función de la edad para poder optar a conseguir dorsal, no existiendo la posibilidad de obtenerlo de otra forma (no hay sorteos, ni agencias ni nada de lo normal en otros maratones). En mi caso era necesario bajar de 3:10 y lo conseguí un año antes en Sevilla.

A partir de aquí, dorsal y organización de viaje para plantarnos en Boston unos días antes aprovechando la invitación de nuestra amiga Mary a su nuevo nidito y contemplar lo que significa que una ciudad se vuelque con una carrera; es impresionante ver a todo el mundo con las chaquetas oficiales de la organización y el ambiente deportivo que se vive en la ciudad que además coincidía con la entrada de la primavera y los primeros días sin nieves.

Una trotadita por la ciudad, recogida de dorsal y faenas habituales; un par de pintas y a dormir que a las 6 te recoge un bus para llevarte a la salida en Hopkinton, y es que esta es una de las pocas carreras que no es circular, sino en una línea recta de 42 km que empieza desde hace casi 120 años en el mismo sitio y termina en el centro de Boston.

Hacía mucho frio, y viento y lluvia… 3 horas bajo una carpa, para de llover y a los corrales de salida que en mi caso era bastante delante pues la peor marca para poder salir en ese puesto eran 3:10 (y lo cierto que este año no estaba para esos tiempos, pero al tenerlo de un año antes te meten igualmente con las bestias pardas). Suena el himno como siempre solemne y respetado, y pistoletazo de salida muyyyy rápida y emocionante, suena de nuevo Born to Run que me traslada a la salida de Chicago 2012 y los pelos como escarpias en muchos momentos; gente, mucha gente en todo el recorrido, algo digno de elogiar porque la carrera discurre por muchos sitios inhóspitos y solo atraviesa algunos pequeños poblados … Y a eso ahora le añades que a partir del km 8 vuelve la lluvia y el viento con sensaciones térmicas por debajo de 0ºC….

Corría y corría, pero no sentía que lo hacía (parece el cuento de los 3 Cerditos pero no, eh), era como un baile enlazando las zancadas al ritmo de los ánimos de la gente y la lluvia que apretaba, pero las sensaciones eran bastante placenteras… (suena muy rimbombante pero era lo que sentía). Llevaba música pero no la usaba porque había que vivir el ambiente, y mientras, sin cronómetro ni control iba clavando los primeros cincomiles (hasta el km 25) a 22 minutos.

Llegó el Heartbreak Hill y fue un paseo acostumbrado a las cuestas del MEHRO y a partir del 37 que decidí ponerme un poco de música (después del coñazo que di para que me la grabara mi Dama), llegó la apoteosis. Iba enchufao!!! Cantando con Camarón y animando a la gente que ya iba cayendo… Yo quería más y más y más… Estaba emocionado y ni veía los puntos kilométricos, pero con esa sensación y a ese ritmo me veía para correr otros 10 km mas sin ningún problema. Entrada en la ciudad, miles de personas animando y ya la recta final disfrutando cada paso para terminar en 3.08 sin haberme dado cuenta (Y con otro dorsal para el 2016….).

A partir de aquí… Pues a partir de aquí lo mismo pero más despacio, pues crucé la Meta y continué al más puro estilo Forrest, ya que no llegábamos al avión; y si de algo me sirvió haber corrido tanto fue en realidad para poder ducharme (actividad no prevista por la incipiente salida del vuelo) y no caer en la hipotermia…

Os recomiendo esta carrera que como dicen de muchas los más “sabios” (léase Juanma&Jesús): “Hay que hacerla alguna vez”

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