Apenas alguna voz deletreando los nombres de los espaciados votantes que acuden a las mesas del colegio electoral a primeras horas de la mañana. De fondo el suave ruido de los aparatos de aire acondicionado. Dos mesas del distrito 1, sección 6 de las elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado. Unas con papeleta y sobre blanco, las otras color sepia. La soterrada rivalidad partidaria no se hace patente. Los representantes de los distintos partidos muestran una civilizada relación de camaradería. Cualquiera que sea el resultado, van a estar todo el día enredados en la misma tarea. ¡Los líderes quedan tan lejos y ellos se encuentran tan cerca! Como siempre, las mesas están llenas de interventores de los tradicionales partidos mayoritarios, el sistema bipartidista alternativo, PP y PSOE, que estas elecciones parece ponerse por primera vez patas arriba por la irrupción de los llamados partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos. Precisamente el apoderado de Podemos, con el que en principio podría sentir más afinidad, no presenta un perfil próximo, más bien hostil, cabeza de cara rojiza y tamaño desproporcionado con su estrechez corporal. Asiduo colaborador del diario Información, de lenguaje más bien desmesurado y juicio poco matizado. Me resultan más próximos gestualmente tanto los miembros natos o elegidos de las mesas como los interventores y apoderados del resto de partidos, incluido Ciudadanos, con los que en principio no tendría por qué tener tanta sintonía.
Pasadas las 12.30 se va haciendo denso el ambiente en el aula prefabricada que sirve de local electoral. Aumenta el flujo de votantes hasta formarse pequeñas colas. Casi a las 14.30 en una mesa se ha saltado el filo del 50% de votantes y en la otra a punto de saltarlo. Ambiente relajado, calma. Las presidentas de mesa, son las dos chicas curiosamente, los vocales, interventores y apoderados se deshacen en atenciones unos con otros, ofreciendo bebidas, bocadillos, un cigarrillo en el exterior, una relación envidiable, de compañerismo, civilizada.
Hacia las 7 de la tarde sigue afluyendo gente y se está llegando al 73, 74 % de participación, menos de lo que presagiaba la incertidumbre y la expectación ante los nuevos partidos emergentes que podían motivar a sectores de la población insensibles hasta ahora a las repetitivas y manidas propuestas de los partidos clásicos. Parece que el grueso de la población se mueve como los grandes paquidermos, con la lentitud de la lava cuando llega al llano, cansina y lenta pero de paso irreversible en su camino.
A las 8.05 de la tarde, ya totalmente oscuro y con una humedad envolvente, se cierra la puerta del colegio electoral. Se había abierto al público a las 9.05 de la mañana. Las dos mesas, A y B del distrito 1, sección 6, situadas en forma de L en el aula que sirve de comedor escolar, comienzan a abrir los votos por correo e introducirlos en las urnas, después votarán los miembros de la mesa. Como si se tratara de una operación antigua y artesanal, la presidenta, en este caso ayudada por un vocal más experimentado, como si estuviéramos en una vieja herrería, coge unos alicates y rompe el alambre que ha mantenido cerrada e inviolable, símbolo de la soberanía popular, la urna de plástico duro y transparente donde a lo largo del día los ciudadanos han ido depositando, a través de un papel, su confianza en una fuerza política y a continuación, en un clima siempre de calma, empezará el recuento de votos. Con cierta curiosidad más que con inquietud, comienza la monótona lectura de votos a los distintos partidos. A lo largo de la sesión, a veces interrumpida por una vuelta atrás para comprobar que el conteo es correcto, o por el sonido de un móvil que nos informa del índice de participación a nivel local, provincial, autonómico o estatal, hay que decir que sobre todo los representantes de los distintos partidos están pendientes de los primeros resultados que van apareciendo a pie de urna, se van produciendo comentarios más o menos graciosos sobre algún incidente como la pronunciación incorrecta de una candidatura, o la aburrida repetición de los votos del mismo partido o la felicitación al pobre representante de un partido, como el mío, EU, cuyo primer voto ha tardado tanto rato en aparecer. En cualquier caso, ninguna acritud en los comentarios. Ningún nerviosismo. Quizá nos estamos acostumbrando al indiscutible recurso a los votos para dirimir las diferencias, como los pueblos civilizados. Ojalá las diatribas, los insultos, las amenazas, los puñetazos y mucho más las balas queden para siempre desterrados de nuestro panorama.
San Juan, 21 de Diciembre de 2015.
JoséLuis Simón Cámara.
ahí sigue el escribidor y trotador Josele abonado a su cargo de Apoderado en el Colegio Lo Romero , esperemos que asi sea por mucho tiempo , buena señal para todos será.
¡Qué gran vasallo para tan ignorado señor!