Jesús camina de nuevo sobre las aguas.
Después de saciar a la multitud que se había congregado para escucharle en las proximidades de Betsaida les dijo a sus apóstoles que le precedieran mientras él se retiraba al monte a orar. Los apóstoles subieron a un barco, no olvidemos que algunos de ellos eran pescadores, y se adentraron en el lago de Genesaret para pasar a la otra orilla donde se encuentra Cafarnaún. Un gran viento se levantó e hizo zozobrar la barca poniendo nerviosos a los discípulos, a pesar de su experiencia. Bastante entrada ya la noche y con la fantasmagórica visión que les proporcionó un rayo vieron a alguien caminando sobre las aguas. Pensaron que se trataba de un fantasma, pero entonces escucharon una voz en medio de la tormenta:
–No temáis, soy yo.
Entonces Pedro, el más experimentado marinero de todos ellos, tomando la palabra dijo:
–Señor, si eres tú mándame ir a ti sobre las aguas.
Jesús le dijo:
–Ven.
Bajando de la barca anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. Pero viendo el viento arreciar temió y comenzando a hundirse gritó:
–Señor, sálvame.
Al instante Jesús le tendió la mano y le cogió diciéndole:
–Hombre de poca fe ¿por qué has dudado?
Y subiendo a la barca se calmó el viento. Los que en ella estaban se postraron ante él, diciendo:
–Verdaderamente, tú eres el hijo de Dios.
–Sí, yo soy el hijo de Dios y vosotros sois todos un hatajo de gilipollas. ¿Acaso no habéis visto que camino sobre una plancha de madera de las que me enseñó a hacer mi padre en la carpintería en los períodos de crisis, también llamados de vacas flacas, cuando no teníamos encargos de los vecinos y él, ya de pequeño, se dedicaba a hacerme juguetes para que me entretuviera en el mar?
¿Cuántas veces, sobre todo los días de viento, aprovechaba para dejarme llevar por el impulso de las olas e ir cabalgando sobre su cresta?
Y tú, Pedro, toda tu vida dedicado a la pesca, a las redes, a la barca, y ¿nunca se te había ocurrido desplazarte sobre una plancha de madera? ¿Cómo no te ibas a hundir sin apoyo ninguno? Esta tarde, cuando he multiplicado los panes y los peces para saciar el hambre de la gente que nos seguía he tenido que entregarme a fondo y desplegar todos mis conocimientos de hipnosis que, ayudados de la natural austeridad de los lugareños, han conseguido satisfacer sus necesidades.
Pero ahora, escuchadme, si no vosotros las generaciones futuras experimentarán el inmenso placer de jugar en una tabla sobre las olas e incluso de recorrer el cilíndrico túnel que en su progresión van describiendo hasta deshacerse contra las rocas o sobre la arena.
No seáis crédulos y observad la naturaleza donde los pajarillos encuentran sustento, las semillas aladas buscan tierra fértil con su vuelo y los ficus lanzan raíces aéreas para sostener sus largas ramas.
Ése es el milagro de la naturaleza.
San Juan, 6 de junio de 2016
José Luis Simón Cámara.
Jajaja. La Biblia modernizada versión 2016. No se me había ocurrido lo de la tabla de surf. El genio matemático grigori perelman calculaba de cabeza los pasos y la velocidad a la q tenia q darlos Jesus para no hundirse en el agua.
madre mía, a estas alturas no sabríamos pasar sin iPhone, que seria de nosotros sin este aparatejo que a tantos y tantos controla, incluidos los que llegan huyendo en barcazas del África cercana.