Correr un maratón no se puede explicar, hay que vivirlo. Es como la mayoría de sentimientos en la vida, el amor, el nacimiento de un hijo, si no se experimentan, no sabes realmente qué significa.
Hace dos años hice por mi cuenta y sin inscripción oficial, con pinza, como hacemos los de A To Trapo, 42km. Digo hice, no corrí. El año pasado culminé por primera vez la distancia oficial de 42,195km en Murcia, aunque en el kilómetro 36, “el muro”, reventé y una sobrecarga me obligó a marchar en lugar de correr durante 4.000 metros y acabé en poco más de 4 horas. Este año me inscribí en el Maratón de Valencia del que tan bien me habéis hablado la mayoría de compañeros, con la intención de cumplir el objetivo de “correr” toda la distancia y bajar de 3:45, pero la constancia y los resultados en las pruebas de 21k y 10k durante el año me animaron a marcarme al final un nuevo objetivo: bajar de 3:30, bajar de 5’00” el kilómetro de media los 42k.
En Valencia éramos dos #atotrapo, Juan Punzano y un servidor y con objetivos creo que muy parecidos. Desde estas líneas quiero mandar mucho ánimo a Juan y convicción de que a la próxima lo conseguirá, puesto que esta vez varios problemas durante la prueba le impidieron conseguirlo. Calambres, malestar, muchos de aquellos recuerdos que tengo de Murcia y que “hay que vivirlo” para saber que en esta distancia puede pasar de todo. Hemos tenido la suerte de correr la primera etiqueta oro de España en la prueba reina. 19.000 inscritos en 42k y 8.500 en 10k. Ambientazo y un clima bastante bueno: 16ºC constantes durante las 3 horas, nublado casi hasta el final que salió el sol y sólo un poco de viento racheado que molestaba en las zonas más abiertas del campo de fútbol del Levante y junto al río.
La mayoría de vosotros sabéis mejor que yo de qué va esto y conocéis a la perfección el recorrido, prácticamente plano, aunque pique ligeramente hacia arriba del 11 al 18 y del 24 al 30. Para el que no lo conozca, aquí va mi experiencia.
Salida puntual a las 8:30. Por desgracia o por suerte para mí, salgo en el segundo cajón, puesto que la organización me puso más pegas que facilidades en las semanas previas, para adelantar mi salida junto a los que considero que era mi grupo y entre los que estaba Juan Punzano. Al final salgo a las 8:37, por detrás de unos 1.000 corredores sub 3:45. Comienzo fuerte, por debajo de 4’40” y haciendo “eses” buscando mi hueco y adelantando a los que iban por encima de 5’00” el kilómetro. Todo en la vida requiere de experiencia para mejorar y el atletismo no es una excepción. Nueva lección aprendida, puesto que en el kilómetro 5, ya llevaba 250 metros de más realizados. Al final corrí 500 metros de más sobre los 42,195. Hay una línea amarilla pintada en el suelo para algo. En cualquier caso, iba cómodo y rodando a 4’50” (mi ritmo) hasta el kilómetro 16, donde me tomo por primera vez algo de bebida isotónica, pero me sienta fatal y me descompone el estómago en el kilómetro 18. Toca saber sufrir (la clave para hacerlo bien en las distancias largas). En el 19 me tomo el primer gel que da la organización y en el 22 empiezo a recuperar sensaciones. En el 25 me encuentro por primera vez con mi mujer y mis hijas y recibo ese aporte de energía que ninguna bebida energética ni alimento puede igualar. Sin embargo, en el kilómetro 26, junto al río y picando ligeramente hacia arriba, comienzo a notarme cargado, pesado, cansado. Toca volver a saber sufrir. Me estaba tomando el segundo gel, pero en el 29 vuelvo a tomarme el tercero. Cruzamos el centro histórico de Valencia y llegamos al kilómetro 33. Aquí está el punto de inflexión de “mi” carrera. Me tomo el primer gel de cafeína y empiezo a encontrarme mejor. Después de 6km por encima de 5’/km vuelvo a mejorar el ritmo. Alcanzo a Juan y me preocupo por su estado, me dice que está tocado, pero que acaba. Yo miro el crono y me doy cuenta que voy en tiempo. Me crezco. Empiezo a llorar de alegría y a creerme que lo puedo conseguir. Voy a 4’45” y adelantando a todo el mundo. En el 37 me tomo el último gel de cafeína pensando que me llevaría hasta la meta, pero durante 2.000 metros sigo notando que las fuerzas son las justas y entra en juego el factor mental. No dejo de repetir en voz alta “José, cabeza, rueda”. Así a 5’/km hasta el 40. Veo a mi familia por segunda vez. Recojo una gorra de Chocolates Marcos Tonda que llevaré puesta hasta la meta. La pendiente es ligeramente cuesta abajo. El ambiente es increíble. Acelero por debajo de 4’30” el kilómetro. Grito, lloro, estoy pletórico. Dos kilómetros finales en los que el cuerpo responde y la mente explota de alegría.
Y al fin, entrada en meta con los brazos abiertos y exultante. Una meta en un entorno único: la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Alfombra azul. Los que ya lo habéis vivido, sabéis de lo que hablo. Los que todavía no, espero que lo podáis disfrutar pronto.
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre | Categoría | Tiempo | Puesto General | Puesto Categoría |
Jose Ant. T. | VET MASC A | 3:28:28 | 4230 | 997 |
Juan P. | VET MASC B | 4:22:18 | 13301 | 3076 |
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