Al final te has salido con la tuya.
Sin dientes y en bicicleta
por la ciudad por la que tantas veces
has paseado tu rabia contra el mundo,
tu rabia contra todo.
Porque cuando todos los elementos son hostiles
no queda más remedio que el cabreo.
Aunque siempre quedaban los amigos
en la montaña o en el llano,
en el camino de Ronda
o en el camino de Santiago,
en aquel viaje a Italia o Ponferrada
o en el de varios años repetidos a Castalla,
donde después de la larga carrera o caminata
–veintisiete kilómetros y medio—
nos esperaba el gazpacho
desparramado desde la fuente sobre la torta de pan
y regado con cerveza, con vino, con miel y con orujo.
¡Vamos, con todas las bebidas de los dioses!
Para tonificar el castigo muscular del esfuerzo.
Para, como hacían en la antigüedad los atletas con aceite,
ungir nuestros cuerpos de todos esos aromas de la naturaleza.
Para sentirnos vivos ahora y aún,
Mientras estamos sobre la tierra.
Ya tendremos tiempo,
como tú ahora,
de descansar bajo ella.
Hasta siempre, amigo.
San Juan, 12 de enero de 2017
José Luis Simón
Siento con tristeza tu injusta pérdida
Hasta siempre Ñasco