El Juez de Paz
Andaba ya tiempo rumiando la idea de dedicarte unas pinceladas en mi galería de personajes y me habría gustado que hubieras podido sonreír leyendo mi retrato, pero te has anticipado al largo viaje y ya solo podrán leerlo tu familia y tus amigos.
Tu imagen por la calle, renqueando de un lado a otro, sin por ello perder el equilibrio, saludando a diestro y siniestro y viéndote casi siempre entrando o saliendo de un bar, siempre en disposición de alerta, la mirada viva, más bien guasona, el escepticismo te chorreaba sin por eso tirar la toalla. Pero empecemos por el principio.
Sé que habéis tenido cuatro hijos a los que tú y tu mujer habéis estado muy unidos, especialmente en estos difíciles y duros últimos tiempos.
Aunque no he sido alumno tuyo, muchos de tus alumnos en la escuela, lo han sido luego míos en el Instituto y todos hablan de tu dureza, de tu rigor, pero también de tu afecto y tolerancia.
Como político, fuiste concejal del Partido Popular, tuvimos puntos de vista diferentes y encontrados, pero jamás enturbiaron nuestras relaciones.
Luego vino el largo período de Juez de Paz, únicamente posible porque todos los grupos políticos estaban de acuerdo, a pesar de sus distintos puntos de vista, en que tú eras una persona de consenso, una persona sensata con capacidad para solucionar situaciones difíciles, para poner de acuerdo a personas enfrentadas sin necesidad de recurrir a instancias judiciales superiores.
Y luego tu vida por la calle, tu vida por los bares, lugar de encuentro entre las gentes del Mediterráneo, donde tú te movías como pez en el agua, con la soltura y facilidad de un astronauta en el espacio sideral, libre de la fuerza gravitatoria de la tierra.
Porque tú, además de paterfamilias, maestro, político, juez de paz y quizá otras cosas, sin duda, y a pesar de ser una persona de las que se dice de orden, has sido el rey de la barra. Allí te reunías con unos y con otros. Podía ser el notario, el fontanero, el electricista, el barrendero. Te daba igual el cargo, la clase social, la procedencia. Yo estuve también entre los afortunados. Tuve el privilegio de poder compartir contigo esos breves pero intensos momentos del aperitivo en lugares como el Mercado o en la cervecería Los Hierros, donde muchas veces nuestro común amigo Paco se unía al festejo y tomaba algo con nosotros. Mis primeros y quizá únicos Campari los he tomado contigo, de tu mano. No han sido pocas las veces en que hemos comenzado con cerveza, después el vino fino o manzanilla, según los días, a continuación el Campari, yo creo que por ti se mantiene la industria de ese amargo y alcohólico brebaje, y para acabar el aperitivo, porque nos estaban esperando para comer, el chupito de wisky. Y todo eso sin cambiar de sitio. En el mismo bar y acodados en la barra. Hablando de lo que se terciara, nunca con amargura, siempre con algo de ironía, pero sin perder jamás la esperanza en que las cosas irían mejorando a pesar de los pesares. Así te has marchado, sin avisar y dejando sin resolver muchos de esos problemas que ocupaban nuestra conversación. La verdad es que tú ya solucionaste muchos para lo que las espaldas de un solo hombre puede soportar. Te dediquen o no una calle, tu nombre y tu memoria siempre quedarán grabados en nuestra mente y en nuestro corazón.
San Juan, 2 de febrero de 2017.
José Luis Simón Cámara.
Excelente tu artículo José Luís. Muy atinado. Y pensar que cuando iba a EGB, Guillermo, que fue mi tutor en 8°, me hizo ( como al resto de la clase ) un test de inteligencia cuyo resultado recomendaba la profesión de abogado. Increíble pero cierto.
Una buena persona Guillermo además de excelente Maestro y Juez de Paz.
Valoro a las buenas personas con independencia de su color político.
D.E.P.