XXXI Cross Subida al Santuario de Santa María Magdalena (5-Agosto-2017)

Una de las primeras carreras de la temporada, sábado 19:30 de la tarde, principios de agosto, ¿qué se puede pedir? pues calor, bastante calor. Este clásico lleva 31 ediciones de las cuales he participado en tres, las tres últimas. La subida al Santuario de la Magdalena es una carrera que, teniendo el desnivel que tiene y siendo cuando es, gusta a la gente.  Unos 950 inscritos de los cuales 907 llegaron a meta. Recorrido rápido, aunque tenga algunas cuestas, siendo el tiempo del ganador en una prueba de 12km de 38 minutos y 55 segundos. Es una carrera recomendable, gran aparcamiento al lado de la salida/llegada, recogida del dorsal bien organizada, gran ambiente, la bolsa del corredor está bastante bien, avituallamientos correctos para el calor que hace durante la prueba, llegada en pista de atletismo con gran animación, muchísima gente animando por todo el recorrido, medalla muy bonita, grabación gratis del tiempo en la medalla, polo de horchata al finalizar, en fin, carrera para repetir el año que viene.

Sobre las 19:30 dieron la salida en la pista del Polideportivo con vuelta al mismo antes de salir dirección al Santuario. El calor fue el protagonista de la prueba ya que a la salida marcaba unos 36º de nada. Sobre el kilómetro 2 empieza a notarse que se empina un poco el recorrido. Seguimos subiendo por unas cuestas sin mucho desnivel, el calor nos sigue acompañando y llega como agua de mayo el avituallamiento que se agradece muchísimo. En breve, la subida al Santuario, con un desnivel bastante fuerte que hace que mucha gente tenga que caminar en vez de correr. Llegados arriba, vuelta al Santuario pasando por la puerta y empieza el descenso (excepto un pequeño repecho en el camino de tierra) que no abandonamos hasta llegar a meta. Encontramos muchísima gente por todo el recorrido dando muchos ánimos, sobre el kilómetro 10 entramos de vuelta en el pueblo y lo mismo, mucha gente animando. Se divisa el polideportivo, objetivo cumplido, vuelta de honor a la pista de atletismo en sentido inverso a la salida, sonreímos para la foto de entrada a meta que nos hace como casi siempre Mariví y a rehidratarnos lo más rápido posible. Otra gran experiencia con mis compañeros de A To Trapo Naiara, Tomás y Juan Punzano.

Repetiremos el año que viene si el cuerpo nos deja.

Ernesto.

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Juan P. VETERANOS B 1:01:45 439 92
Naiara VETERANAS B 1:01:49 442 7
Tomás M. VETERANOS B 1:01:54 448 94
Ernesto VETERANOS C 1:08:46 670 91
Adrián R. VETERANOS A 1:13:58 781 128

II Trail de Primavera Confrides (20-Mayo-2017)

Después de alunas carreras infructuosas en la montaña y que me dejaron un sabor amargo, vino a mí la imagen de la primavera en forma de carrera de trail, Confrides.  Pregunté a los sherpas Ratos para que me dijeran e informaran de la zona, dureza etc… como siempre toda la información la tendría sin dudarlo, pero dentro de la carrera es otra cosa.

“Hora de quedada en el punto de encuentro a las…”, oír esta frase para mí como miembro de la familia de ATT es un gustazo ya que al estar lejos no puedo asistir a muchos de los encuentros que se hacen y que tantos momentos tan agradables se pasan.

Ya con los ojos abiertos y demasiado temprano, el desayuno necesario para afrontar todo lo que me esperaba. En ésta y con el madrugón, la espera, el aburrimiento… Mila mi compañera levantada también para estar como siempre ahí al lado.

Todo los comienzos de las carreras por lo que estoy viendo y durante toda la vida que me queda en carrera, voy a tener nervios antes de salir. Ver a unos/as otros/as en el aseo, crema por aquí y por allí, se me caen las gafas, me las quito o me las llevo, un sinfín de contradicciones que se me quitan cuando de repente observo a los Rato sin camiseta y “palante” a lo que toque y Manolo, cómo no, con la energía que tiene y que se renueva día a día dándome alguna indicación.

Bueno tocaba correr y por delante tres picos de más de 1300 m de altura y un entorno que hacía muchísimos años que ni había vuelto a ver.

Ya en la primera subida me di cuenta que de un año para otro no iba a ser igual ya que me habían comentado que habían cambiado el recorrido, tirando a más duro. Siempre en fila con otros corredores/as y diversificando para enfrentar la siguiente montaña. Justo terminado este primer pico, en toda la cresta de éste es dónde observo que hay que ir con respeto ya que a mi parecer es muy técnico con muchas zonas dónde dejarte más que un golpe es muy fácil.

La bajada tras el paso y ver ya lo espectacular y sugerente del entorno, me lo paso bien, bajo rápido y divirtiéndome, mirando escrupulosamente todo a mi alrededor.

La segunda subida se da bien sin pensar en más pero en el avituallamiento quedando muy poco para llegar a su cima y con serios repechos, bien por comer deprisa o el calor o todo junto, dónde una pájara me visita. De repente, una voz cotidiana, agradable y que comienza a hablar con las personas del avituallamiento de cómo están, cómo están pasando la mañana…reconocida creo que por todo el mundo, Jesús, el gran Jesús. Esa fatiga que por un instante vino a visitarme parece que se quedó de lado y lo mejor de todo es que iba a terminar, llegar a meta y sacarme esa espinita con esta gran persona.

Afrontábamos ya el tercero y último desnivel, después de una bajada tranquila y de ponerme al día de la gente de ATT, de explicarme todos y cada uno de los rincones de la zona… claro está que de esa forma se pasan los kilómetros y los repechos de una manera natural.

“Mira Santi yo siempre llevo mis tres euritos para tomarme un almuerzo y que sirve como gasolina” me traslada Jesús justo antes y en la base antes de afrontar el último pico.

Allí sentado en la terraza del bar, con la montaña que por otra parte imagen espectacular pero que teníamos que subir en breve y no lo iba a poner fácil con las horas encima y los kilómetros encajados. “Muy grande y tranquilizador”.

Había que subirlo y ya, sin más contemplaciones. Allí estaba arriba del todo y pensando que la experiencia como está me iba a servir para las demás y que aunque tengas algún revés siempre hay otra detrás, así como personas extraordinarias.

Llegando al pueblo, dos cuestas y qué cuestas. La mejor de las llegadas con mucha gente de la familia ATT que había llegado ya y que se congregaba allí para ofrecernos toda una sonrisa, un abrazo y un aplauso que me sentó como un premio. Y si me permitís un beso de Mila, siempre.

Santi

Maratón

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Christian VETERANO 6:18:26 25 11
Sergio Gª VETERANO 6:22:51 32 15
Pez VETERANO 6:35:42 41 21
Pirri SEN-M 6:44:25 46 16
Elías VETERANO 7:05:38 67 30
Borja SEN-M 7:08:19 71 26
Nacho VETERANO 7:08:29 72 33
Santiago VETERANO 9:10:38 141 59
Jesús J, MASTER-M 9:10:42 142 26

 

Media Maratón

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Antonio MASTER-M 2:42:20 81 6
Marc SEN-M 2:45:32 94 50
David G. SEN-M 2:45:33 95 51
Jaime VETERANO 2:45:38 96 32
José Pablo VETERANO 2:49:43 104 35
Juanma MASTER-M 2:49:44 105 9
Víctor SEN-M 2:54:24 120 60
Jesús C. SEN-M 3:36:47 180 75

 

Marchadores

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Manolo MASCULINA 4:14:04 25 22
Pepe Gil MASCULINA 4:29:05 40 32
Reme FEMENINA 4:29:05 41 9

Estampas campestres. 6.

Cuán,
de inquietantes desvelos apartado,
cayendo, de vez en cuando, suavemente
junto a mí, arrancada por el viento,
una flor del jazminero,
tranquilo y sereno,
mirando en el cielo las estrellas
a las que apunta el ciprés, esbelto y puntiagudo,
yazgo
en el sencillo catre de dos palos cruzados y una lona
en medio del patio
y rodeado del silencioso y penetrante perfume
del galán de noche y los jazmines
sin otro cuidado,
no porque no los haya,
que el ir cerrando los ojos dulcemente
y esperar que el sueño venga,
como cada noche,
a reparar las heridas
que cada día nos inflije,
casi siempre absurdamente,
el devenir de los asuntos.

Escrito en El Siscar, la madrugada del 25 de julio de 2017

Retazos. 17.

Me acercaba esta mañana al bar donde suelo tomar café y he visto desde lejos a una señora moviéndose con el teléfono en la mejilla. Era la primera vez que la veía. Ya en el bar me sitúo al fondo de la barra. A mi izquierda hay un caballero calvo con traje, zapatos de cuero brillante, tomándose una tostada con tomate y una gran botella de coca-cola. Mientras ojeo el periódico y me tomo el café observo el movimiento del personal. Entra la señora de la calle y la veo más de cerca. Zapatos de tacón alto, desmesuradamente puntiagudos que dejan ver casi enteros los huesudos y sensuales dedos de la finura de su talón de Aquiles, provocadoramente desnudo. Sigue con el teléfono en su estilizada mano y pide un café. En el lugar que parecía haber ocupado estaban los restos de otro.

— Esta mujer no tiene fin con los cafés.

Dice el caballero calvo al que ella se ha aproximado. Los vasos de sus consumiciones están juntos en la barra. Ella se acerca y aleja de la barra y su acompañante con ese vaivén impreciso del que se desplaza sin rumbo mientras habla por el móvil. El barman interviene:

— Yo también me tomo 6 ó 7 al día.

El señor calvo comienza ahora a hablar por el móvil mientras se aleja de su posición en la barra empezando el mismo juego de la dama pero en distinta dirección a la de ella.

— Hola, sí, quería hablar contigo para preguntarte dónde os envío las dos cajas de nísperos. Sí, una para ti y otra para él. Ya, ya sé que no es necesario, lo hago por gusto. Además, ya están preparadas.

Mientras camina le hace señal al camarero para que le deje una hoja y un lápiz.

— Sí, no te preocupes, tengo el gusto de que probéis los productos de mi tierra, pero tienes que decirme la dirección a la que los envío porque no creo que deba enviarlos al Congreso.

El camarero le tiende una hoja en blanco y un bolígrafo.

— Dime, por favor, la dirección. Bueno, o ¿me la envías mejor por wasap? ¿Si? Vale. Muchas gracias, Carmen. Hasta la vista.

Se aproxima nuevamente a la barra y pide la cuenta.

— 5.80 Euros.

— ¿Ha incluido el último café de la señora?

— Sí, está todo pagado.

Ambos, señora y caballero, se alejan, ella caminando como con desgana, despidiéndose y dejando a su paso un halo de elegancia por la estancia más bien acostumbrada a ropajes y pasos desaliñados, a rostros cuyo aliento huele a wisky, a coñac, a anís del mono.

Picado por la curiosidad asomo la cabeza por las cristaleras junto a las que voy a dejar el periódico y veo, ya camino de Muchamiel, a un chófer con uniforme sacando brillo a un coche. Al llegar la pareja a su altura abre las puertas traseras del vehículo y, haciendo una leve inclinación al paso de la señora, las cierra, primero la de la señora y con bastante agilidad la del caballero, sube él al asiento delantero y, sin apenas ruido, desaparece en el primer cruce a la derecha de la carretera y ya no puedo suponer siquiera cuál es la dirección que toman.

San Juan, 4 de mayo de 2017
José Luis Simón Cámara.

Retazos. 16.

Nunca alejado de la vida y la obra de Miguel Hernández por razones poéticas, políticas, biográficas y vitales, he vuelto estos días a pasear por esa ciudad que desde mi casi infancia he contemplado desde arriba, desde lo alto de la sierra, desde el Seminario de San Miguel o balcón de la vega, cuya vista alcanza hasta el mar. Desde allí se puede seguir con la vista o en su defecto con la imaginación el curso del río desde cuando pasa por las proximidades de la catedral de Murcia, a lo lejos emergiendo de los vapores del río y la ciudad, hasta la torre de Guardamar, hecha por los americanos que trajeron a miembros de una tribu india libre de vértigo, ambas visibles desde esta atalaya. Entre una y otra ese hábitat casi único en la geografía humana en el que apenas hay extensión sin casas, desperdigadas por la huerta entre los muchos núcleos urbanos dispersos y ajenos a fronteras difuminadas a lo largo del río.

En aquella época, eran los años 50-60, bajábamos del monte a la ciudad, de paseo, en filas de dos, uniformados con la sotana, la beca blanca doblada sobre el pecho con el corazón sangrante prendido de su blancura y el bonete puntiagudo rematado con la borla azul en la cresta. La gente nos miraba pasar ya como parte del paisaje y nosotros, sangre en ebullición, andábamos ansiosos por llegar a las orillas del río, ya a las afueras de la ciudad, para quitarnos todos los arreos, sotana, beca y bonete, y ya libres de aquellas ataduras, corretear entre las cañas, subirnos a los sauces, doblar los mimbres, saltar de rama en rama y desfogar nuestra energía, aprisionada por la disciplina de todos los días en aquella capilla sin alegría, en los refectorios silenciosos, donde un buen rato al menos, teníamos que escuchar la monótona lectura de “La imitación de Cristo y menosprecio del mundo” de Tomás de Kempis, o al medio día algún relato sobre “Las montañas rocosas”, esto algo menos aburrido, mientras echábamos por entre los huecos del basto pavimento cucharadas de aquella sopa que hacía asomarse a las ratas para devorarla.

Los días de viento utilizábamos los guardapolvos como paracaídas y emprendíamos carreras aprovechando los declives del terreno y el fuerte viento que casi nos hacía levitar, bastante ligeras las carnes en aquella época juvenil.

Quizá fuera los jueves cuando hacíamos ejercicio, consistente a veces en fútbol o balón cesto, otras en gimnasia con el Sr. Villagrasa, un entrenador ya mayor para nosotros, moreno, con el pelo negro siempre brillante y pegado al cuero cabelludo, sin despeinarse en ningún momento. Otros jugaban al frontón con pala o a mano.

Siempre nos llamaba la atención observar la mano de don Juan Martínez o de Don Jesús Imaz, ambos aficionados al frontón y con los dedos meñiques de la mano medio deformados de los golpes a la pelota. Uno de Burgos y el segundo vasco. Y era los jueves, después del ejercicio y la ducha cuando, exhaustos, nos sentábamos en una amplia sala donde nos hacían escuchar música clásica. Era el momento ideal para que aquella sinfonía de sonidos penetrara plácidamente en aquellos jóvenes cuerpos cansados como semilla en tierra preparada para acogerla en su seno.

Un día unos compañeros mayores que nosotros pretendían echarnos del frontón donde ya estábamos jugando y pasó por allí justamente el Señor Rector, Don Juan Martínez. Se lo dijimos a él, que se limitó a decir: “Prior tempore, potior jure”. Nos quedamos perplejos pero los mayores lo habían entendido muy bien y abandonaron el frontón dejándonos a nosotros continuar el juego.

San Juan, 13 de mayo de 2017.
José Luis Simón Cámara.