Retazos. 25.

De copas y metro por Madrid.

Después de tomarse unos vasos de vino, siempre exquisito, fino o dulce, en las viejas bodegas que aún se pueden encontrar por el Madrid antiguo, en una de ellas, me acaba de decir mi amigo, ha estado con alguien que dice haber hablado y tomado copas con Goya. Es bastante mayor desde luego ¡pero hasta ese punto!. Así que refiriéndose a mí él le ha dicho que un amigo suyo del Siscar asistió al entierro de Cervantes. Aquel ha seguido con la conversación como si los hechos ocurrieran fuera del tiempo porque no le ha dado la menor importancia a ese salto en la historia. O quizá es que no sabía con mucha exactitud la época a la que perteneció Cervantes. Después de todo, y tendría bastante razón si así lo pensara, Cervantes es mucho más contemporáneo nuestro que los romanos o los egipcios o que aquellas viejas luchas entre moros y cristianos que aún podemos ver incluso por las calles de Madrid hasta donde han venido unas embajadas turísticas del mediterráneo a promocionar sus fiestas.

Entre manzanilla, de Sanlúcar por supuesto, y wisky, si no es escocés él ni lo prueba, se ha pasado la mañana por la calle y finalmente, un poco lejos de su pensión, siempre la busca cerca de la puerta del Sol, le gusta estar bien centrado y saber por dónde pisa, ha bajado a los túneles del metro. Ya en el andén se le ha ido la vista tras una joven treintañera, alta como una jirafa y grácil como una gacela. También ella, en sus paseos de ida y vuelta por el no muy largo trayecto del andén lo miraba al pasar a su lado mientras esperaban el convoy. Ya dentro del vagón, bastante lleno, la chica, ágil y habituada sin duda a la caza del asiento, ha encontrado uno. Mi amigo Pinki, no podía ser otro al que le ocurran estas cosas, ha observado que la chica lo miraba hasta el punto de comenzar a hacerse ilusiones. “¿Por qué no le voy a gustar yo si ella me gusta a mí? Sesenta y nueve años recién cumplidos en el año del perro chino tampoco son tantos como para no poder tener otra aventura como la de hace años en París con aquella rubia libanesa. ¡Y creíamos que todas las árabes eran morenas! Porque la egipcia, sí, aquella sí que era morenaza y con el cabello ensortijado como imaginamos a los egipcios de ascendencia negra”.

Pues sí, la chica lo miraba con insistencia. Él, al principio, un poco ruborizado, le retiraba la mirada pero finalmente ha sucumbido a su insistencia y la ha mirado descaradamente. Entonces la chica se ha incorporado de su asiento y, dirigiéndose a él le ha dicho educadamente: “ Señor, siéntese usted, por favor”. El mundo se le ha venido abajo a mi amigo. ¡Fuera todas sus ilusiones! Esas pocas palabras tan correctas y delicadas lo han hundido en la miseria. Como el peso de muchos años le han caído encima y no ha sido capaz de rechazar la generosa y a la vez humillante oferta. La ha aceptado y se ha sentado dándole las gracias y sin atreverse ya casi a mirar la larguísima y atractiva línea que iba desde sus pies hasta su cabellera. Su mirada se perdía en el vacío.

Sólo el recuerdo de su conversación con el contertulio de Goya y la asistencia de su amigo al entierro de Cervantes volvieron a dibujarle una leve sonrisa en la cara.

Aquella chica se había confundido. Aún seguía siendo relativamente joven.

San Juan, 19 de febrero de 2018.
José Luis Simón Cámara.

Comunicado de wasap. Enviado por mi hermano.

“Ha muerto la tía Antonia del tío Porfirio”

Porfirio era hermano de mi madre. De los trece hijos de mis abuelos Nemesios, Porfirio era el antepenúltimo, Rosita la penúltima y Mensito el último. Por razones de edad sus relaciones eran más estrechas que con el resto de hermanos. Con Isabel, por ejemplo, 25 años mayor que mi madre, tenían una relación casi materno-filial. Porfirio me contó en más de una ocasión la historia del anillo. Siendo Rosita una jovenzuela perdió un anillo de oro. Pasaron los meses y no aparecía. Un día Porfirio se bajó los pantalones en medio del huerto, entre los naranjos, donde se acostumbraba hacer las necesidades fisiológicas, aún no había retrete entonces en las casa de la huerta, y mientras pasaba el tiempo se entretenía golpeando los tormos con una ramita seca de naranjo. Entre la tierra desgranada del tormo apareció brillante el anillo. Quizá alguna gallina o pavo que campaban a sus anchas lo había trasportado en el pico o pegado a una pata, quizá el agua del riego lo había envuelto con la tierra….

Mi tío Porfirio con apenas 55 años fue atacado por el mal del siglo XX; un tumor maligno en el estómago se lo llevó tras meses de dolores. Recuerdo cómo su hermana Rosita, después de sus clases con los niños en la escuela, era la única de los trece hermanos que había podido estudiar, iba casi todos los días a hacerle compañía, a aliviarle sus dolores.

Hoy, esta tarde, casi 50 años después de la muerte de Porfirio, es el entierro de Antonia, su mujer. No hay dramatismo por su muerte. Ya tiene noventa y siete años. Sí hay una tensión latente. De sus cuatro hijos solo hay dos presentes. Una chica y un chico. El tercero, tan aparentemente lleno de salud con aquellos puros que se fumaba, murió del mismo mal que el padre hace muchos años. Aquella mujer que saludé sin reconocer, envejecida, ¡había pasado tanto tiempo!, era su viuda. El mayor desapareció hace ya veinte años abandonando a su mujer y a sus hijos el día siguiente a la boda de su hija mayor. Aprovechando la noche ha venido a ver a su madre alguna vez a lo largo de estos años. Nadie más lo ha visto en el pueblo. No ha venido al entierro. Al menos nadie lo ha identificado. Sabéis que se cuentan historias de presencias nunca descubiertas utilizando disfraces. ¡Estamos tan cerca de carnaval! Ya en el cementerio el ritual de siempre. Algunos allegados llevan a hombros el ataúd hasta el nicho. El sepulturero, pantalones y camisa manchados de yeso, rodeado del saco de yeso y el cubo de agua, cigarro en los labios entornando los ojos para esquivar las volutas de humo, desclava con rudeza la cruz de la tapadera de la mortaja y la abre. El cadáver está a la vista. Entonces el sepulturero saca una bolsa de debajo de un plástico, la levanta y, con cuidado, la deposita a los pies del cadáver a la vez que dice: “Aquí tienes a tu amor”. Se trataba de los pocos huesos o restos que quedaban de su marido. Delicado y tierno comentario de quien segundos después empuja con brusquedad el ataúd en el nicho donde algún obstáculo dificulta su deslizamiento. Mientras lo tapia con el yeso y la pala sus palabras resuenan suspendidas en el silencio de los presentes evocando recuerdos lejanos.

San Juan, 7 de febrero de 2018
José Luis Simón Cámara.

IV Trail de Aigües (4-Febrero-2018)

Pensat y fet. Así es como llegué a esta carrera, instigada por Cristian, que tenía mono de montaña e iba convenciendo a la peña, aunque sé que muchos participaban ese mismo día en una carrera en el pantano de Tibi.

Como se trataba apenas de 15 km, me pareció buena idea salir de casa y ver otros paisajes durante una mañana fresquita. El día finalmente resultó nublado e ideal para correr ligero, pues al no hacer calor se podía llevar poca ropa y pocos complementos (ni gafas, ni gorras, ni guantes, ni chubasquero, ni camel-bak).

Se trata de un evento organizado por 15 Cumbres que estaba abierto a la participación de corredores y senderistas. He de decir que a los andarines no me los topé en ningún momento de la carrera.

El recorrido está muy equilibrado en su configuración técnica. Tiene dos avituallamientos en carrera más uno meta muy suculento, con fruta y deliciosas cocas tanto dulces como saladas.

La carrera tiene no poca pista, lo que permite a los de pies ligeros, imprimirle velocidad. Si se es de larga distancia (maratón, ultras…), los 15 km a altas pulsaciones descolocan un poco. Pero a veces las piernas piden variedad y está bien darles un cambio.

Es recomendable hacer una salida rápida y a tó trapo, como hicieron David, Cristian y creo que también Sergio. Jota, Pirri y yo sí que encontramos algo de tapón al inicio de carrera.

Las subidas fuertes se dejan ver pronto. Antes de llegar al km 5 ya teníamos dos de ellas. Las bajadas en cambio, eran muy comedidas, sin terreno demasiado técnico. La señalización, perfecta. Y la llegada a meta es muy agradecida, pues la carrera no da rodeos innecesarios y tras abandonar el monte, casi enseguida se está cruzando el arco de meta.

Una carrera para disfrutar y para hacer un entrenamiento vivo. Muy recomendable. No sé si a Cristian se le habrá quitado el mono ya. Igual y hasta tiene más ahora.

Enlaces sobre esta prueba

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Sergio Vet C Mas 1:23:27 27 7
Cristian Vet B Mas 1:27:15 37 7
David G. Vet B Mas 1:28:47 38 8
Verena Vet B Fem 1:35:15 57 3
Jota Vet D Mas 1:38:45 63 5
Pirri Vet B Mas 1:39:36 66 16

XXIX Mitja Marató Internacional “Vila de Santa Pola 2018” (21-Enero-2018)

Y como no podía ser de otra manera, la primera carrera del año esta vez ha sido una de las clásicas: la Media Maratón de Santa Pola. Nunca la había hecho y este año pude encajarla en la agenda. Así que cuando un mes antes me propusieron ir, dije ¿por qué no? Y allí que me inscribí.

Día de la carrera, 21 de enero y esta vez no hay que madrugar demasiado ya que la hora de comienzo es a las 10:30h. Me levanto a las 6:45 h, hago el desayuno de rigor y voy hacia el punto dónde había quedado con los demás compañeros del grupo a las 8:00 de la mañana. Vamos de risas en el coche, recogemos el dorsal y nos vamos a tomar un café, ya que vamos con tiempo de sobra. Me asombro de que todavía los nervios previos de la carrera no han empezado aflorar, imagino que esta vez no voy muy convencida, ya que en navidades no he podido entrenar mucho, pero se trata de pasar un buen rato, divertirse y sumar más kilómetros y carreras a las piernas. A las 10:20 nos vamos colocando en los cajones de salida y excepto los más rápidos del grupo que se ponen en los primeros cajones, nos quedamos unos cuantos más atrás para salir juntos.

A las 10:30 puntual dan la salida y vamos todos juntos hablando, riéndonos y disfrutando de la carrera, de la gente, de la conversación y del recorrido. Muy buenas sensaciones todo el rato, entre el público vemos a Fernando que ha venido a animarnos (a ver si te recuperas pronto), a Mariví que como siempre hace esos reportajes estupendos, y en seguida comienza el recorrido por el paseo de la playa. En el kilómetro 7 el sol y el calor empieza a apretar y me arrepiento de no haberme puesto la visera que suelo llevar en las temporadas más calurosas. Así que en el segundo avituallamiento decido echarme parte del agua por la cabeza para refrigerarme un poco.  Pasamos la pequeña y única cuestecita del kilómetro 12 mejor de lo esperado y seguimos el recorrido hacia la plaza donde tenemos la pancarta A TO TRAPO. Como me encuentro bien, acelero un poco el ritmo y sin darme cuenta me separo de los demás y me pongo a hablar con un chico que según él había pinchado e iba un poco perjudicado,  era su primera media maratón, le animo a seguir y consigue reponerse (no consiguió el tiempo que tenía previsto, pero llegó a meta feliz y en muy buen estado). Los últimos kilómetros se hacen un poco más durillos pero aún así sigo adelantando a gente y coy con muy buenas sensaciones. Me cruzo con Juan Enrique al que sólo le queda ya uno para terminar, que iba como una flecha ;), y unos bastantes minutos después, entro en meta muy contenta con la carrera hecha.

Como resumen decir que Santa Pola no me ha defraudado, un ambiente increíble, muy buena organización, un recorrido muy bonito y con la familia A To Trapo ;).

Una más hecha y seguiremos sumando kilómetros.

Naiara.

Enlaces sobre esta prueba

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Joel Vet A 1:28:44 265 11
Juan Enrique Vet B 1:29:12 285 60
Roberto Podo Vet B 1:37:49 692 163
Alberto C. Vet B 1:38:49 744 172
Wipi Vet A 1:38:50 746 9
Jorge Vet B 1:39:40 792 188
Jesús S. Vet B 1:41:00 885 209
Naiara Vet B 1:43:00 1028 6
Juan P. Vet B 1:45:53 1257 319
Tomás M. Vet B 1:50:02 1600 391
Armando Vet G 1:58:43 2274 10
Vicente G. Sen 2:04:19 2682 487
MªJosé S. Vet B 2:20:22 3347 143
Pablo B. Vet A 2:24:30 3456 600

De la urbe a la aldea

Cansados de tanta cultura, de tanta Europa, de tantos derechos, de tantas libertades, de tanto asfalto, llega el momento de la vuelta a la aldea, de la vuelta a la tribu, del regreso a los árboles. Hay que volver a cerrar las puertas para mantener las esencias que se van perdiendo con tanta mezcla. ¡Oh! Cómo echamos de menos aquella vieja lengua solo hablada por nosotros, por unos pocos, por el clan, esa lengua que no entienden, ni falta que hace, todas esas gentes extrañas que se comunican en lenguas habladas por cientos de millones, que diluyen su identidad entre multitudes. ¡No! la nuestra la hablamos y queremos conservarla para nosotros solos, solo nosotros, sin contaminarla con esas otras lenguas.

Sí, bueno, ya sabemos lo que da de sí la urbe, la cultura, la mezcla, el cosmopolitismo. Pero ¿y nuestra esencia? ¿Vamos a permitir que se diluya en el marasmo de lenguas, razas y religiones en que quieren disolver a nuestra etnia? Volvamos a nuestros orígenes, subámonos a los árboles, lo más ecológico de la naturaleza, y abandonemos la selva de asfalto, la polución, la mezcla, los semáforos.

Nosotros solos con nuestra TV3, nuestra radio pública y nuestra Educación para contarnos las cosas que nos interesan y como nos interesan. ¿Qué falta nos hace la información y opinión manipulada de otros medios del Estado e internacionales que no quieren entender el derecho que nos asiste a aislarnos, a encerrarnos en nuestro pequeño territorio, en nuestra pequeña patria heredada de nuestros antepasados?

¿Qué importa que se vayan las empresas, las industrias, si de esta forma nos libramos de gentes que no son partidarias de volver a la aldea?

Bienvenidos los inmigrantes, especialmente africanos, que hace poco tiempo acaban de bajarse de los árboles. Estos son mucho más comprensivos que los inmigrantes castellanos, viciados por la lengua y costumbres del imperio. Estos días hemos visto cómo los cachorros de este movimiento se suben y bajan de las vallas del parque de la Ciudadela donde se encuentra el Parlament. ¿Para qué las vallas? En torno a una hoguera como el consejo de ancianos de los indios fumando la pipa de la paz y agarradas las manos dando vueltas mientras, entre calada y calada, cantan el viejo himno ancestral de nuestros antepasados “la sardina ahumada”, de más de 100 años de historia, una de las canciones casi contemporánea de Homero y los grandes del ciclo épico. Se me saltan las lágrimas recordando aquella hermosa y, en mi ingenuidad, creía que sincera letra ..”Oh, Benvinguts! Passeu, passeu / de les tristors ens farem fum/ que casa meva és casa vostra / si és que hi ha cases d´algú”.

Eso sí, “los elegidos”, que han estudiado en los colegios más selectos, a los que siguen llevando a sus herederos, pueden y saben hablar en todas las lenguas para mantener el imprescindible contacto con el mundo exterior. La inmersión es solo de consumo interno. ¿Qué falta les hace a los pobres inmigrantes de cualquier origen hablar en su pequeño territorio de adopción otra lengua que no sea la de la tribu?

Por si alguno se desvía de las ordenanzas ahí tenemos con la estaca preparada a los nuevos comisarios políticos del nuevo orden, viejos defensores, ¡eso sí!, en su única lengua, de las libertades que les han llevado a imponer solo la suya.

Vivan las caenas. Vivan las fronteras. Vivan las aldeas.

San Juan, 1 de Febrero de 2018.
José Luis Simón Cámara.