Caen en mis manos las “Crónicas berlinesas” de Joseph Roth, escritor austríaco. Os preguntaréis por qué hablar ahora de Joseph Roth. Este 10 de Mayo estaba leyendo las Crónicas, donde el autor habla de la quema de libros delante de la Ópera de Berlín, justamente el 10 de Mayo de 1933. Esa curiosa coincidencia me decidió a recordar esa fecha por lo significativa que ha sido y sigue siendo en la historia. Porque una forma de eliminar al hombre es eliminar sus ideas. Y las ideas muchas veces se reflejan y transmiten en los libros. Por eso en la historia todos aquellos idearios o sistemas que no han sabido defender o argumentar las suyas frente a las de los demás, de cualquier signo, han tratado de silenciarlas, prohibirlas o eliminarlas. Trátese del Santo Oficio de la iglesia católica que durante siglos ha ido engordando el catálogo o índice de libros prohibidos y prohibiendo incluso hablar en los últimos tiempos a teólogos recientes o actuales como Hans Küng o Leonardo Bolf, trátese de las fatuas islámicas condenando a muerte a Salman Rushdie por la publicación de su inofensivo libro “Los versos satánicos” o trátese de las amenazas de muerte de la mafia a Roberto Saviano por su libro “Gomorra”, donde describe los negocios de la Camorra basándose en hechos reales o del boicot y ataques de los pistoleros de ETA y sus protectores a las librerías y periodistas críticos con sus métodos o se trate de sistemas políticos dictatoriales de derechas o de izquierdas. En su afán de silenciar al adversario todos ponen el mismo empeño. Ya exiliado en París, Joseph Roth escribía en sus “Cahiers juifs” (Cuadernos judíos, 1933) “Desde 1918 los libreros de provincias antes de exponer un libro en el escaparate, antes incluso de haberlo leído, preguntaban si el autor era judío” o también “Pocos observadores en el mundo parecen darse cuenta de qué significa el auto de fe de los libros” Pero aún resulta más curioso que el poeta romántico alemán Henrich Heine escribiera en 1817: “Eso sólo fue un preludio, ahí donde se quemen libros, se terminan quemando también personas”. Y siguen las Crónicas: “En estos días en que la humareda de nuestros libros quemados sube hacia el cielo, nosotros, los escritores alemanes de sangre judía, debemos ante todo reconocer que hemos sido derrotados. Nosotros, que hemos sido la primera generación de soldados que lucharon bajo la bandera del espíritu europeo, debemos cumplir con el más noble deber de los guerreros vencidos con honor: reconocer nuestra derrota. Sí, hemos sido derrotados”.
Es precisamente en una de sus novelas más premonitorias, “La tela de araña”, donde Roth habla de los orígenes del nacionalsocialismo diez años antes de que Hitler llegara al poder. Theodor Lohse, el protagonista, prospera como miembro de una organización clandestina de derechas. Roth analiza la estructura de los grupos ultraderechistas y describe con todo lujo de detalles el ambiente de conspiración y las tácticas que empleaban. Con sus pesquisas logró adelantarse a los acontecimientos de la historia contemporánea. Dos días después de la impresión del libro, el 6 de noviembre de 1923, Hitler y Ludendorff intentaban dar un golpe de Estado en Munich. Aquel intento fracasó y Hitler y sus compinches fueron apresados. Diez años después, la noche siguiente al nombramiento de Hitler como canciller del Reich se cumplió el sueño de Theodor Lohse: las tropas de las SA desfilaron en formación por la Puerta de Brandenburgo. Desde ese mismo día – Roth fue de los pocos que lo vio con claridad – todo en Alemania se encaminaba hacia una nueva guerra mundial.
San Juan, 14 de mayo de 2020.
José Luis Simón Cámara.