Año 2020. Año histórico para la humanidad. Desde la II Guerra Mundial a nivel global, desde la Guerra Civil en España y otras tantas repartidas por el planeta, las personas no habíamos experimentado la obligación de ser privados de la libertad. La pandemia causada por el virus denominado Covid-19, ha obligado a las autoridades sanitarias a confinar a las personas en sus casas, a prohibir relacionarse de forma física. Seguimos en plena batalla y seguiremos hasta que no se encuentre una vacuna. No hay que olvidarlo, todavía corremos el riesgo de que nos vuelvan a recluir.
Con estos precedentes, durante la encarcelación en casa decidí a nivel personal cuidar la alimentación y hacer el ejercicio que fuera posible. Los amigos David Gil y Borja García ayudaron y mucho, al inventarse una quedada por videoconferencia todos los domingos que llamaron Ultra Coronavirus. Así, pasamos los peores momentos, con la felicidad de ver a la “otra” familia, la de A To Trapo. De paso, manteníamos la forma. Cuando nos dejaron salir de nuevo a correr como gacelas o tortugas, lo hicimos. Pude comprobar que mi forma era como antes del confinamiento o quizás mejor. Y, como esta vida se disfruta llenándola de retos para vivir el camino, empecé a ubicarlos en el calendario conforme mi estado físico lo pedía.
El pasado 24 de mayo, hice una media maratón por Playa San Juan en 1h31’10” mi MMP. ¿Qué era lo siguiente? Pues un maratón por libre. ¿Por qué? Por muchos motivos. El primero, celebrar que ya no estamos en Estado de Alarma. Que las personas pueden desplazarse libremente en todo el país para hacer lo que les plazca, siempre con responsabilidad, manteniendo la distancia de 1,5m o con mascarilla en su defecto para mantener al bicho a raya. La segunda, consecuencia de la primera, porque cabe la posibilidad de que vuelva a ponerse feo el asunto y nos vuelvan a confinar sin salir a hacer lo que más nos gusta, correr. La tercera, porque es muy probable que este año 2020 ya no se celebre ningún evento organizado en el que podamos celebrar la fiesta del running, y si lo hay, será muy descafeinado. Y la última, como he dicho antes, porque me sentía preparado. Además de todo esto, coincidían hoy 22 de junio, dos efemérides para mí. 100 días seguidos desde la declaración del Estado de Alarma. 100 días seguidos compartiendo amaneceres distintos cada día para que aquellos que no podían vivirlo (hoy ya puede toda España), tuvieran su rincón de esperanza que es lo que se siente al verlo. Y por otro lado, ¡Son Fogueres! Todos los años que he podido desde el año que empecé a correr en 2013 he hecho una ruta recorriendo al trote las mejores Hogueras de Alicante y este año que no podemos disfrutar la fiesta, había que hacer algo especial.
En cuanto al recorrido, le di varias vueltas, pero me decidí por uno que uniera los 5 municipios más cercanos de la comarca de l’Alacantí. Durante muchos días no podíamos ni salir del municipio en el que residimos. Los 5 ayuntamientos e iglesias principales. Nuestra maestra Pili Isidro, me decía este fin de semana comentando los preparativos, que ella había hecho algo parecido y lo llamaba el Hobbit (por eso de recorrer la comarca). Una mención especial hacia ella. Siempre aprendemos mucho de la mejor. No porque corra rápido y tenga muchos podios en su haber, sino porque siempre está ahí para ayudar. Incluso madrugó para darme la salida en nuestra querida estatua de los abuelos. Una rabia no coincidir en hora por 5 minutos. Pero yo la he llevado en la mente durante la carrera. Salida y llegada desde mi casa, aunque como si fuera desde los abuelos situados a sólo 1,5km. Recorrido primero en subida desde Alicante a San Vicente y luego siempre tendiendo hacia abajo hasta El Campello y al punto de origen. También, pasé por nuestro punto de encuentro. Adjunto el vídeo.
La idea no era hacer tiempo, sino disfrutar del camino. Parar lo que hiciera falta, a desayunar, hacer fotos o saludar a un amigo, al estilo de nuestro Máster “El Presi” Jesús Jurado. Planificado estaba visitar a mi tía en San Vicente, el familiar al que más quiero de los que me quedan por parte de mi padre. Por el camino, saludé a conocidos y casi en meta al amigo Sergio García con su hija. Y así, sin darme cuenta, paré el crono en 3h46′. Relajado, sin tener que recuperar prácticamente. Para muestra, cuando afronté los 7 últimos kilómetros del paseo de Playa San Juan el reloj marcaba unos segundos por encima de las 3 horas, las fuerzas acompañaban para rodar a 5’15” sin esfuerzo, pero decidí que no merecía la pena acelerar para intentar acercarme a mi MMP, no era el día. Me puse a disfrutar del sol y la playa hasta el final.
Ahora os invito a plantear nuevos retos. La vida es más divertida así.
Memorable!!!!!….Emocionante CRACK
Hay que llenar la vida de retos, sólo así se disfruta del camino.
¡Un abrazo campeón!
Nos subes la moral a todos, volver a leer la crónica recarga las pilas, Gracias 😉