Esta tarde he salido a pasear de 7 a 8, la hora reservada a los mayores de 70 años. En teoría sin presencia de niños, los propagadores “silenciosos” del virus que menos lo sufren. No es la primera tarde que nos hemos encontrado con gente paseando, fuera de los horarios establecidos para ellos. Sobre todo niños con sus padres, claro. Subiendo el Scalextric que cruza la carretera general nos hemos encontrado con un chico de unos 40 años, hijo de una amiga, paseando con sus dos hijos de 8 y 10 años. Estás fuera de horario, Juan. Es que somos un poco ácratas. No le he dicho que era un gilipollas por respeto a su madre, ya fallecida. Ramón, mi compañero de paseo a más de tres metros de distancia, que se indigna con la sucesión de personas que nos vamos encontrando por el paseo, no para de despotricar. Y precisamente paseando con niños. Tienen la franja horaria más amplia, de 12 de la mañana a 7 de la tarde, y justamente tienen que pasear a esta hora reservada para nosotros que somos los más vulnerables de toda la población. Seguimos el paseo y nos encontramos con otro conocido de vista. El ambiente se va caldeando por el calor, el paseo y los encuentros inoportunos. El que se acerca ahora tiene también alrededor de 40 años. Va acompañado de una niña de 8 ó 10. Me dirijo a él con un poco de guasa. No sabía que tenías ya 70 años. Cómo voy a tener 70 años. ¿Está de broma? No, no estoy de broma. Estoy muy serio. Te he dicho la edad que debes tener para pasear a esta hora y sin tu hija. Porque si no la tienes y además, más grave aún, con tu hija, eres un irresponsable. A mi no me insulte. No te estoy insultando. Estoy usando el lenguaje adecuado para reflejar los hechos que veo con mis ojos. Estamos viviendo una situación muy delicada, muy grave. Han muerto ya más de 25.000 personas. El gobierno decretó hace ya casi dos meses el estado de alarma y ha programado unas horas del día para que salgan a pasear distintos sectores de la población. El que cumple la norma es responsable. El que no la cumple, poniendo en peligro la vida de los demás, es un irresponsable.
Yo me he limitado a aplicar esa palabra que designa a los que no cumplen, sin ningún motivo, la norma a alguien que no la cumple. Tú no la cumples, ergo…
¿Queda claro? Si no te gusta el calificativo, primero pide disculpas, después reconoce tu error y a continuación márchate a tu casa hasta dentro de unos minutos, cuando dispondrás desde las 20 hasta las 23 horas y mañana desde las 6 hasta las 10. Su hija se puso roja de vergüenza. Él no supo qué decir. Por lo menos tuvo la prudencia de mantener la boca cerrada. Y así, uno en silencio y otra sofocada, se fueron alejando en dirección contraria a la nuestra. Aún tuvimos, desafortunadamente, ocasión de encararnos a otros muchos incumplidores de la norma pero no teníamos más ganas de discutir. Habíamos salido a estirar las piernas y relajarnos. Los encontronazos no eran precisamente un factor de relax. Poco después vimos a una mujer de unos 50 paseando también con dos niñas. Un coche de la policía municipal paró junto a la acera a su altura. Cruzaron unas palabras y el coche de policía siguió su camino sin que le viéramos escribir ninguna denuncia. La señora siguió algo sofocada y como buscando apoyo en nosotros que, desde la acera de enfrente, más bien le recriminábamos su acción y su actitud con la mirada. Ya sé que hay incluso doctos en derecho, que consideran pisoteada su libertad de movimiento. Creo que todos, y más especialmente quien conoce a fondo la ley, debería saber y practicar lo que decía Celestina, “La ley es igual para todos o no es ley” y aquella otra famosa frase atribuida a muchos pensadores, “La libertad de una persona acaba donde empieza la de los otros” .
San Juan, 6 de mayo de 20.
José Luis Simón Cámara.