“Comunismo o libertad”, “La revolución de la libertad”,…
Basta en España con las escasas y pasajeras muestras del comunismo y con las abundantes y duraderas del fascismo. Está ya muy demostrado por la historia que ambos movimientos, comunismo y fascismo, son igualmente aborrecibles. Quizá sus impulsores pensaran en algún momento que aquellas ideologías podían acercar al hombre a la consecución de la felicidad. La realidad es que ambos sistemas se convirtieron en el más despiadado mecanismo de destrucción del ser humano y de la libertad, de cuya fragilidad tenemos ejemplos pasados y recientes.
Que quienes han tenido secuestrada la libertad desde los albores de la historia se conviertan ahora en sus paladines no deja de ser sorprendente. O es una burla infame, un engaño invendible, ni siquiera en época electoral, o bien supone una conmoción tan brusca como si de golpe cambiara el sentido de rotación de la tierra provocando fenómenos nunca vistos que dejarían minúsculos a terremotos, volcanes y tsunamis.
Que los herederos, con perdón, del franquismo, que se caracterizó por perseguir la libertad en todo el territorio español y hasta donde llegó su larga garra, – no pudo muy a su pesar arrancar la palabra del diccionario – , vengan ahora presentándose como sus defensores frente a todos aquellos que durante años fueron los únicos que arriesgaron no solo la libertad sino la vida en su defensa, no puede ser más que una broma macabra.
Todos aquellos que, alejándose del inestable equilibrio de la razón, recurren a soflamas incendiarias de cualquier signo, que despiertan los más bajos instintos viscerales, están poniendo en peligro el orden democrático que disfrutamos.
Sí, lo digo muy alto, el orden democrático que disfrutamos, porque ninguno de los que ahora se reivindican como sucesores de una u otra de las ideologías contrapuestas, saben o parecen saber lo que es vivir bajo cualquiera de esos sistemas. Ya sé que no vivimos en el mejor de los mundos. Me refiero a España. Pero sí vivimos quizá en el mejor de los mundos posibles. Y me sigo refiriendo a España. Donde aún se puede llevar ante la justicia a un presidente o ex -presidente de Gobierno, a un jefe o ex –jefe de Estado, a un ladrón de gallinas o a un ladrón de guante blanco.
Que los desconocedores de la historia de la humanidad, o más cerca aún, de la historia de España, se desasnen, se ilustren y aprendan que este período que estamos viviendo desde la aprobación de la Constitución Española de 1978 es el más pacifico, el más fructífero y el más prolongado que jamás hemos disfrutado con más derechos y más libertad de toda nuestra larga historia.
Estamos cansados ya de revoluciones. Todas ellas, hasta las más luminosas, han estado llenas de sombras, han estado llenas de cárceles, han estado llenas de sangre. Por favor, ni una revolución más.
Y si es que los herederos de aquellos que impidieron la libertad, han caído del caballo como Saulo, y de perseguidores se han convertido en sus defensores, bienvenidos sean a la defensa de la libertad, pero que no la presenten como un bofetón en la cara a quienes mucho antes que ellos ya la defendieron incluso poniendo en riesgo su vida. Nadie tiene en exclusiva el patrimonio de la defensa de la libertad.
San Juan, 11 de abril de 2021.
José Luis Simón Cámara.