Estos tiempos de pandemia me han recordado en algunos aspectos aquellos tristes años del muro de Berlín. Y no me refiero a las imágenes más crueles como ver un cuerpo desmadejado enganchado a la alambrada o tiroteado y muerto cuando alcanzaba la cima del muro. El simple hecho de no poder cruzarlo. El cierre perimetral de comunidades, provincias o ciudades ha impedido que familiares y amigos pudieran o puedan, hablo aún en presente, podamos, en este caso, vernos. Dejemos a un lado abrazarse y besarse. Simplemente verse. Y, claro, la necesidad aguza el ingenio. Entre la Comunidad Valenciana y la de Murcia, rigurosamente separadas por el confinamiento perimetral está la llamada “Vereda del Reino” que sirve de línea fronteriza. Y allí concretamente está el bar Angelín, con el aparcamiento en la Región de Murcia y el bar en la valenciana. Podría ser un buen punto de encuentro. Pero hay otro mejor todavía. El bar La Cabra, situado en el camino de la sierra o de la venta, antiguo paso de caballerías paralelo a la actual carretera general de Alicante a Murcia a su paso por el tramo entre La Aparecida, Alicante, y El Siscar, Murcia. Su proximidad a la sierra, donde las águilas no saben de fronteras, difumina tanto los lindes que ni siquiera un grupo de topógrafos, venido de Madrid, consiguieron precisarlos. Hay por tanto una amplia franja indefinida o tierra de nadie. Hasta allí hemos acudido en varias ocasiones para encontrarnos con amigos del otro lado. Una terraza rodeada de plantas y un bancal de patatas en flor. Hoy una estructura de madera cortaba la terraza por la mitad. Parece la tramoya de un teatro, comenta nuestro amigo, viejo y curtido actor y director. Pedimos unas cervezas y unas tapas antes de la comida. Y llega la dueña. Floren. ¿Qué ha pasado con ese muro de madera? Si os contara…. No hace falta presionarla. Comienza como un trueno. Hace unas semanas llegó una chica forastera, miró todo por aquí y me preguntó si podía visitar mi casa, encima del bar. A mí me extrañó.. Es que estamos buscando un sitio para rodar una película. Ésta me la quiere meter. Aunque pensé que podía ser rentable y le enseñé la casa. ¡Total! ¿Podría ver su habitación? Como ronco, mi “marío” y yo dormimos en habitaciones separadas. ¿Y el cuarto de baño? Yo me mosqueaba a cada paso. ¡Perfecto! La bañera nos viene de maravilla para la actriz. ¿Quién es la actriz? Ángela Molina. No ha podido venir. Dos o tres días después me llega la chica nuevamente, esta vez con tres o cuatro más con pintas extrañas. Me vuelve a preguntar si pueden ver las dependencias y, eso me puso más nerviosa, si podían hacer fotos. Yo pensé, bueno, ahora ya no hay solución. Sea lo que dios quiera. Cuando se fueron llamé al pedáneo para ver si él sabía algo de una película. Ni puta idea pero le preguntaré al alcalde de Orihuela. El caso es que días después apareció la chica pero esta vez con 35 ó 40 más, todo el personal del rodaje: técnicos, sonido, focos, ropajes,.. Si les podía preparar comida para todos durante unas dos semanas. Yo, claro, vi el cielo abierto. Tenían que desmontar muebles, cristales, espejos, pintar paredes, pero lo dejarían todo como estaba cuando se fueran. Aparte del negocio de las comidas me dieron 3.000 euros y me han dejado la casa nueva. Además ha venido más gente para ver el rodaje. Sin contar con la propaganda de que en el bar La Cabra están rodando una película. ¿Cómo se llama la película? Estará acabada para el año que viene. Se llama “El Agua”. Suponemos que por eso les gustó tanto la bañera aunque Ángela Molina ni pasó por aquí. Eso sí, había otras caras que habíamos visto en la tele y en el cine. Lo que me extraña es que, con su desenfado y desparpajo no contrataran a Floren para la película.
La cabra y el agua. San Juan, 27 de abril de 2021. José Luis Simón Cámara.