Aún recuerdo cuando Gosa me anunció el resultado del sorteo por WhatsApp en febrero de 2020. No me lo podía creer.
Sorteaban solo 225 dorsales entre 12.500 preinscritos, y yo solo tenía 2 papeletas (los 2 años que me había inscrito al
sorteo). Así que me puse manos a la obra y empecé a entrenar a tope. Unas semanas después, ocurrió lo inimaginable.
Nos confinaban a todos los españoles por culpa del COVID‐19. No voy a contar lo mal que lo pasamos en aquellos duros
momentos. Lo último en lo que pensaba era en la Zegama. Aun así, la organización tomó una gran decisión que nos
tranquilizó a todos los afortunados. Guardaron el dorsal para 2021. Lo que no sabíamos por aquel entonces, era que al
año siguiente la situación no mejoraría y se tuvo que retrasar 1 año más, justo el año que hacía la 1ª Comunión mi hijo,
el 22 de mayo de 2022. Al final fijaron la carrera el domingo 29 de mayo. Suspiré aliviado y reservé habitación de hotel
lo más cerca que encontré de Zegama y de nuevo a entrenar a tope.
Así llegamos a la media Maratón de Sta. Pola, el 23 de enero. Prueba de asfalto pasada por agua, pero igual de buena
como entrenamiento para la Zegama. 1h35’55´´, segunda marca personal, pero acabé con molestias en los tendones
del pie izquierdo. Molestias que me han acompañado hasta la misma Zegama. Cada entrenamiento, cada carrera que
hacía, como el Trail de Onil (40km/1800+), acababa cojo.
Llegó el mes de mayo con 3 comuniones: 14, 21 y 22 de mayo. Un mes bastante irregular en cuanto a entrenamientos.
Y así nos plantamos en la fecha de la carrera, con molestias de todo tipo en los pies, los isquiotibiales… lo de siempre.
Nada que no se pueda superar con la ilusión de correr esta gran prueba.
Para no ir de un tirón hasta Zegama y correr al día siguiente, cogemos hotel en Zaragoza para el viernes noche. Me
acompaña mi mujer, Infi, en esta bonita aventura. Dejamos a los nenes con mis suegros y partimos rumbo a la plaza del
Pilar, donde tenemos el hotel.
El sábado continuamos viaje. Al llegar al interior de Navarra y sur del País Vasco el paisaje cambia radicalmente y el
verde fluorescente y los espesos bosques nos inundan. Zegama nos recibe con el pueblo a rebosar de corredores y
aficionados al Trail, que aprovechan para hacer el recorrido un día antes. Conseguimos aparcar gracias a que tenemos
un pase especial para corredores y buscamos una bar para comer. Complicado, ya que el pueblo no está preparado para
tal aluvión de gente
Antes de recoger el dorsal, vamos al supermercado a comprar fruta. Cuando estamos en la cola para pagar veo a Emelie Forsberg, acompañada de sus hijas y la madre de Kilian Jornet. Unos segundos después aparece Kilian. Experimento el fenómeno fan por primera vez y no puedo evitar pedirle una foto. Mientras nos fotografían le comento que va a batir el récord este año, por las condiciones de terreno y previsión para la carrera y aunque me dice que no cree que lo consiga, se ríe con una sonrisa pícara.
A las 17:30 nos dirigimos a recoger el dorsal, la bolsa del corredor y asistir a la reunión informativa. Todo un espectáculo donde nos informan de como está el terreno (espectacular para correr) y presentan a la elite mundial de corredores y corredoras que salen desde el fondo de la pista cubierta a través de un pasillo humano. ¡Qué pasada ver a Kilian, Aritz Egea, Ohiana Cortazar, Manu Meriillas, Nienke Brinkman (la ganadora de este año), Maude Mathys, Sara Alonso, etc! Como dice Kilian, Zegama es Zegama. Mi consejo es que os apuntéis para ir sumando papeletas y poder vivir la experiencia personalmente y entrenar bien para disfrutarla.
Después del espectáculo nos vamos al Hotel Ordizia, en Villafranca de Ordizia, a unos 18 minutos de Zegama. Magnifico hotel, donde nos atienden estupendamente, preparando el desayuno a las 6 de la mañana para todos los corredores y aficionados que se alojaron en él. Salimos en busca de un bar donde ver la final de la Champions. Encontramos una hamburguesería con mucho ambiente para ver el partido. Vemos la primera parte y volvemos al hotel a ver la segunda porque se hace tarde. Intento dormir, pero los nervios por la carrera no me dejan descansar.
6:00 a.m., suena el despertador y me levanto de un brinco. Ducha de agua caliente, siguiendo el ritual de Kilian y a desayunar. Cuando bajamos ya están todos los corredores terminando y me pongo un poco nervioso. A las 6:45 salimos dirección Zegama. Encontramos un poco de atasco al llegar, pero como llevamos la tarjeta nos dejan pasar al parking habilitado. Hay que tenerlo en cuenta, porque, aunque lleves la acreditación, la carretera de acceso es la misma para todos. Al final aparcamos a las 7:15.
Cogemos las mochilas de Trail y la de la ducha y nos vamos a tomar un té y una barrita cerca de la salida. El ambiente ya es espectacular a esa hora. Dejamos la mochila en la consigna y me voy a calentar bien, la salida es muy rápida porque hay que coger buena posición desde el principio y no puedo salir frío.
Conforme se acerca la salida los nervios van floreciendo y siento un hormigueo por todo el cuerpo. Estamos a 11 grados y ya me sobran hasta los manguitos que se los dejo a mi mujer. Nos llaman para entrar al corralito e intento coger una buena zona para salir a mitad de pelotón.
Los minutos previos son muy emocionantes: homenaje a las víctimas por el COVID‐19, un baile regional, la música de la salida y el famoso speaker animando al público, que ruge como nunca en mi vida había visto.
Por fin llega la salida. En ese momento cumplo 10 años corriendo por montaña. Aunque lleve toda la vida de montañero, esto es otra cosa. Han sido 10 años muy bonitos, acompañado siempre de grandes amigos y familiares que han hecho posible que hoy este aquí junto a Kilian y compañía.
Arrancamos con una gran sonrisa en el rostro, jaleados por las miles de personas que han venido a seguir la carrera. Intento coger ritmo y no quedarme muy atrás. Las primeras rampas son duras, pero no quiero dejarme llevar por el grupo, que empieza a andar a la primera de cambio. Cojo un ritmo suave pero constante, que me permite trotar y correr hasta el primer avituallamiento al que llego con un margen de 15 minutos. Al segundo en el km 13,5 llego con 26 minutos de margen, por lo que voy bastante relajado.
A partir de aquí la cosa cambia, el terreno se empieza a complicar y se hace difícil correr. Además, la pendiente de subida
y el desnivel hasta la cima del Aratz (Km16,1/1500+), hacen que el ritmo baje mucho. Aun así, llego al corte con 23
minutos de margen, pero aquí viene la trampa de la organización, tienes 15 minutos para llegar a Sancti Espíritu y son
3,5 km con un descenso vertiginoso y algo técnico. Mi consejo es llegar a Aratz en 2:30:00 aprox.
Corro todo lo que puedo, pero sin forzar, porque los isquios empiezan a avisarme, mal asunto. Llego al corte más estricto
con 12 minutos de margen, en el puesto 415 de 525 en total. A muchos de los compañeros y compañeras que llevo
detrás los cortarán, incluso por segundos. Es cierto que desde aquí a Zegama hay una retirada corta y fácil, pero podrían
dar 15 o incluso 30 minutos más y llegaríamos a Zegama en 8h.
Empieza el tramo más bonito y famoso de la carrera. Levanto la vista y le grito al público que voy. Cuando arranco, miles
de personas empiezan a vitorear y a gritar mi nombre: ¡AUPA ENRIQUE!. Llevado por la emoción empiezo a adelantar
corredores. Será así todo el rato hasta la cima. A mitad de subida me encuentro con mi mujer y me llena la mochila de
fuerzas e ilusión renovadas, justo cuando empieza el tramo más espectacular de la carrera. De nuevo el público me lleva
en volandas y aprieto los dientes para alcanzar la cima del Aizkorri en 3h49’, en el puesto 389. Km 22,1/2.150m+.
El esfuerzo ha sido brutal y ahora toca empezar a reservar un poco y pensar en lo que queda. La cresta, sin ser muy
técnica, se hace complicada por el cansancio. Veo a un corredor africano tirado en el suelo esperando al helicóptero
que revolotea cerca del Aizkorri. Ha sufrido una caída en cuanto ha empezado el cresteo. Esto hace que me la tome con
más precaución. Aun así, alcanzo el Aketegui, cima de la carrera, en el puesto 380.
Ahora toca un tramo de bajada con mucha pendiente donde me adelantan algunos corredores, los isquios parece que
lleguen a su límite, pero aguanto, y a continuación, un segmento de bosque con lapiaz que no permite correr mucho.
Llego a Urbia (km 28,5) en 5h08’, puesto 383. A partir de aquí viene la última subida fuerte de la mañana. La hago con
mucha energía, parece que me he recuperado de los isquios y ya no voy a reservarme nada. Consigo adelantar a otro
puñado de corredores hasta el collado de Andraitz.
Desde aquí es casi todo bajada hasta Zegama, aunque cada kilómetro aparece algún repecho que salvar. Meto la directa
y bajo ¡A TO TRAPO!, es mi especialidad. Además, el terreno está perfecto, algo de barro en las zonas de sombra, pero
en general muy bien para correr a tope. Llego a Itzubiaga (Km 32,3/2.600+) en 5h28’, puesto 377.
Cuando llego a Moano después del último repecho (km 34,2), sigo en el puesto 377. Llevo 6h y me quedan 8km para
meta. Hago cálculos y a 7min/km bajaría de las 7h. Vamos a intentarlo. A partir de aquí, bajo a tumba abierta donde se
puede correr, el problema es que cada cierto tiempo me encuentro con pequeños repechos, ríos, rocas, argayos y cuesta
mantener un ritmo constante. Aun así, cuando miro el reloj me salen ritmos de 4:30 cuando acelero.
Voy adelantando corredores poco a poco hasta que me quedo solo. A falta de 3km ya sé que voy a bajar de las 7h, pero
justo en ese momento me tuerzo el tobillo. Durante unos segundos no puedo correr y me temo lo peor, pero consigo
apoyar el pie y poco a poco se recupera. Me tranquilizo y sigo adelante, aunque con bastante dolor. Llevo tanta ventaja
que no me alcanza nadie y continúo corriendo. Cuando se me pasa el dolor y viendo que ya se me acerca un buen grupo
vuelvo a acelerar y consigo a hacer el km 42 en 4:54.
De esta manera alcanzo Zegama con la tranquilidad del trabajo bien hecho y con mucho margen para disfrutar de la
entrada a meta. El pueblo me recibe con vítores de todo tipo. Saludo a mi mujer antes de la última curva, se ha pegado
una buena paliza. Subida al Aizkorri y bajada a meta corriendo para llegar a tiempo de verme llegar, unos 21K/1000m+.
Saboreo la llegada como nunca. 6h48’37’’. Puesto 362 en la General y 315 Masculino. La alegría que siento es inmensa.
No imaginaba un resultado así. Solo tengo palabras de agradecimiento para la organización, los voluntarios, el público
vasco, que es increíble y a mi mujer, por acompañarme en la carrera más importante de mi vida. ¡ESKERRIK ASKO!
Haré carreras, más largas, más duras y más rápidas, pero no serán Zegama.
Disfrutamos un rato más de la meta y cuando nos cansamos nos dirigimos a las duchas donde tengo la mochila y un
último avituallamiento de meta bastante majo. Me dan un masaje mientras converso con los masajistas y otros
corredores. Les hablo de las montañas y carreras que tenemos en Alicante, que no todo es sol y playa, y alucinan con lo
que les cuento. Me prometen visitar nuestra tierra. Al acabar me despido de todos y les agradezco las atenciones.
Marchamos al hotel para cenar y descansar. A la mañana siguiente nos despedimos del País Vasco y volvemos a Alicante.
Paramos a comer en Teruel y cuando echo a andar me doy cuenta de como tengo el tobillo. Muy inflamado. No lo puedo
girar, pero si andar. Será un esguince. No ha sido muy grave, pero esta lesión no me deja entrenar en junio y julio y al
final tendré que cancelar la inscripción a La Vuelta al Aneto. Pero esto ya es otra historia.
En resumen: ha sido una carrera espectacular. Para repetir sin duda, cuando nos vuelva a tocar el sorteo, al que nos
apuntaremos todos los años sin dudar.