Un año más los incombustibles, en cualquiera de sus variedades,–corredores, caminantes, nadadores, montañeros, aventureros de corto y largo alcance, desde el Cabeçó hasta los lejanos países del sol naciente—, nos hemos reunido para celebrar en la cervecería Los Hierros de San Juan, el cumpleaños de cuatro de los mosqueteros:
Roberto, Juan Manuel, Jesús y Josele. ¿Cuántos años? Muchos por separado y muchísimos todos juntos. Rozando ya los tres siglos. A este ritmo llegaremos a los inalcanzables años bíblicos de Matusalén y sus coetáneos. Sí, es cierto que hay lesiones del tobillo, de la rodilla, de la cadera, de la espalda, pero ¡vamos!, gajes del oficio. Propio de quienes tienen esos músculos y esos huesos que con el uso, como los zapatos o los pantalones, se desgastan. No vamos a guardarlos entre algodones en una urna de cristal. Cada vez que nos reunimos se olvidan los sinsabores, se estrechan las relaciones, se sienten los abrazos, se levantan las copas y celebramos la alegría del encuentro y de la amistad. La amistad, como el amor, sigue siendo una de las pocas cosas que no pueden comprarse con dinero. Eso la hace más difícil, más inalcanzable, más escasa y mucho más valiosa que todo lo que pueda comprarse en el mercado de la vida.
San Juan, enero y febrero de 2024.
José Luis Simón Cámara.