Una cola humana poco frecuente para actividades culturales rodeaba la sede universitaria de San Fernando, 40, en Alicante el 21 de Marzo a las 7 de la tarde. A la hora anunciada, moreno, de poca envergadura, con su borsalino negro, regalo reciente, entra en el salón donde nos acomodamos después de rondar por varias salas.
Podía faltar cualquier cosa en la isla, pero nunca faltaba en Navidad el turrón de Jijona y de Alicante o la sidra asturiana El Gaitero. Esto era sagrado a pesar del hambre y la escasez, a pesar de las campañas por extirpar la religión, las creencias y las costumbres de la gente. Antes de venir a Alicante por primera vez a los 69 años, ya había sentido su olor y su sabor desde niño en sus turrones. Cuando llegaba la Navidad, desde que tengo memoria, no sé de dónde sacaban las figuras del Belén, troceábamos, para poder disfrutarlo todos, las pastillas del turrón que nunca podía faltar. Después de mucho tiempo, estas pasadas navidades por primera vez pude llevarle estos productos a mi madre de 96 años. Estoy hablando del escritor cubano Leonardo Padura. Después de esta aproximación sentimental y, siempre con una voz cálida, próxima, ha ido recorriendo períodos de la historia reciente, jalonada de atentados contra la libertad, con alguna incursión al pasado, como en el caso del rechazado por todas las confesiones, Baruch Spinoza, descendiente de padres portugueses, nacido en Amsterdam, y defensor de la libertad de expresión en cualquiera de sus modalidades, literaria, artística, filosófica, teológica, política… Porque sin libertad no hay posibilidad de creación de ningún tipo ni de realización personal. Todos los regímenes totalitarios, comunistas y fascistas, la han sofocado o intentado sofocarla con sangre, pero hay también sistemas democráticos que, con técnicas menos brutales, pero con frecuencia tan eficaces, consiguen reprimir esa libertad que dicen defender cuando es crítica con el poder o los valores del momento. Una muestra estos últimos años es la cuasi obligatoria utilización del lenguaje políticamente correcto que incluye el ridículo y abusivo uso inclusivo de los géneros o la eliminación de palabras incluso de los textos clásicos por no ajustarse a sus planteamientos, trátese de negro, gordo, feo o estúpido. Su generación tuvo, a pesar de todas las prohibiciones y bloqueos, la inmensa suerte de enriquecerse culturalmente con escritores como Vargas Llosa, García Márquez, Cabrera Infante, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Lezama Lima y tantos otros. La cultura, los docentes, la Universidad, es la única salida de esta espiral de “Censura, autocensura y cancelación; la luz de nuestro tiempo”. Éste era el título de la conferencia.
–¿Cómo ha podido vivir y crear en Cuba con esos presupuestos?
–He pagado y estoy pagando un precio. Aun hoy hay dos o tres novelas mías sin publicar allí por falta de papel, dicen. Y es cierto porque hasta los sellos de correos son ahora virtuales por escasez de papel. Se me silencia en la radio, la televisión, los medios. Pero hasta ahora, que yo sepa, no se han metido directamente conmigo, no se me molesta.
–¿Es usted un héroe?
–De ninguna manera. Yo tengo mi miedo, pero la única forma de sobrevivir es enfrentarlo. Aunque allí soy bastante silenciado he tenido la suerte de que la editorial Tusquets publicara todas mis obras. A veces le he planteado a mi esposa: ¿Qué hago con esta novela?. ¿La guardo en el cajón para tiempos mejores, la mutilo o la envío a publicar? Ella siempre me dice lo mismo: Yo soy quien debe decidir. Y elijo publicarla.
San Juan, 24 de marzo de 2024.
José Luis Simón Cámara.