Descorriendo velos.

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? [1]

Aquella famosa frase de Cicerón ante el Senado romano el año 63 ante de Cristo, denunciando la conspiración de Catilina para hacerse con el poder absoluto en Roma, resuena en mis oídos con rabiosa actualidad cada vez que me asomo en los últimos meses al espectáculo de la política en España.

¿Quién hubiera vaticinado que para encaramarse al poder, uno de los partido políticos clave desde la instauración de la democracia, el partido socialista, pactaría con exetarras que, sin manifestar arrepentimiento por los crímenes cometidos, siguen amedrentando a los adversarios, menospreciando a los diferentes y acosándolos, una forma, a veces sutil y otras grosera de homofobia, como botón de muestra la exaltación de los presos cuando regresan a sus pueblos o las manifestaciones pidiendo la liberación de los restantes condenados,  convictos y confesos de secuestros y asesinatos?

¿Quién podría imaginar que por esos mismos votos necesarios para la investidura serían capaces de aliarse con la derecha tradicional del País Vasco, ellos, tan orgullosos y ufanos de liderar un gobierno progresista defensor de los trabajadores, objeto de explotación por sus socios?

¿Es posible que ese mismo partido, al que, como a Maduro, se le llena la boca de vociferar contra los ultras de la extrema derecha y la derecha cobarde, se alíe con la más rancia oligarquía catalana por un lado y con Esquerra republicana, por otro, Jano de dos caras, defensores enfrentados de los mismos intereses mezquinos diametralmente contrarios al internacionalismo proletario? Oligarquía enriquecida explotando a la clase obrera, oligarquía que ha tapado sus latrocinios con las bragas de la cuatribarrada desde el honorable Pujol hasta Puigdemont pasando por Mas y por menos, oligarquías que han manifestado reiteradamente su desprecio a todo lo español. No hay más que recordar algunas de las perlas de otro honorable, Quim Torra, presidente de la Generalitat desde 2018 hasta 2020: “Los españoles sólo saben expoliar”, “Franceses y españoles comparten la misma concepción aniquiladora de las naciones que malviven en sus estados”, “El fascismo de los españoles que viven en Cataluña es infinitamente patético y repulsivo” o “Los catalanes votan y los españoles vienen a vigilarnos. Fuera de aquí de una vez. Dejadnos vivir en paz”.

Pero el broche final de esta ópera bufa ha sido la investidura de Illa como presidente de la Generalitat, adornado con la cantata y fuga del expresident, exconvicto, rodeado y protegido por la 2ª autoridad de la autonomía, el presidente del parlamento catalán, Josep Rull, que, recién amnistiado  lo acompañó del brazo, como sincera muestra de su agradecimiento al magnánimo presidente del gobierno español que reparte premios y perdones que nadie le ha autorizado porque ha hecho un uso fraudulento del mandato de sus votantes a los que había anunciado por activa y por pasiva que ni amnistía ni referéndum cabían en la Constitución que dice defender.

¿Qué credibilidad puede tener quien un día afirma una cosa y al día siguiente no ya sólo una distinta sino justamente la contraria?

¿Cuándo caerá de los ojos de sus votantes la venda que les impide ver todas sus trapacerías?. También me recuerda esta situación la historia infantil más reciente de “Pedro y el lobo” que ya no cuento por sabida.

San Juan, 18 de agosto de 2024.
José Luis Simón Cámara.

[1] ¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina?

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