Los primeros pobladores de Canarias, los Guanches, realizaban ofrendas en el Roque Nublo, ese inmenso monolito de más 80 m. de altura de roca basáltica, lugar que consideraban sagrado, probablemente en ceremonias en las que danzaban alrededor de hogueras, en las noches cálidas del verano canario.
Hoy en día es el lugar más emblemático de la isla de Gran Canaria y lugar también de peregrinación, pero por parte de las hordas de turistas que se acercan a pie hasta su base o lo contemplan desde los distintos pueblos cercanos y que permiten verlo a la luz del amanecer o del atardecer. Sin duda un lugar mágico y con un magnetismo especial.
Cuando decidí inscribirme a la ultra Trans Gran Canaria de 2025 y empecé a leer algo sobre la isla que me iba a recorrer, llamó enseguida mi atención. Además, la carrera en principio iba a pasar justo por la base del monumento lo que la hacía aún más atractiva.
En mi guerra particular por acabar las carreras largas, teniendo en cuenta el año en blanco que había tenido en 2024, me apunté solo a esta aventura, sabiendo de antemano que no iba a poder arrastrar a mi amigo Jaime con el que se me hace raro no compartir las carreras. Pero allá que me decidí y además a lo grande y me metí en la modalidad Classic con 126k y algo más de 6.800 m. de positivo. Lo más largo que había hecho hasta el momento y desde que me inscribí, me entraron las dudas de si iba de nuevo a fallar. Mis problemas durante las ultras no venían por falta de preparación física o de entrenamientos, sino porque siempre se presentaban problemas de alimentación que me obligaban a abandonar y a quedarme con una sensación de fracaso e impotencia.
Hasta que gracias a David Gil, conocí a Leticia Bravo, nutricionista, que me ha puesto las pilas en cuestión de alimentación, que me ha hecho perder el miedo a comer y me ha reorganizado la ingesta de alimentos, antes, durante y después de las carreras. De verdad que ha sido un descubrimiento y a día de hoy me encuentro mejor que nunca.
Bueno, al final no me fui solo. Mi hija Estrella, que se apunta a un bombardeo, decidió formar parte de la expedición, así que el día 20 de febrero, yo desde Alicante y ella desde Barcelona, donde vive, nos dimos cita en Gran Canaria para compartir 4 días de padre e hija y ella hacerme las asistencias, si le apetecía.
El mismo día 20 nos pasamos por la feria del corredor, en Expo meloneras, cerca de la meta en Maspalomas. Hago un paréntesis explicativo: la carrera sale de la capital, Gran Canaria, en el noreste y acaba en el sur de la isla. Un poco de lío porque si te alojas en el sur, tienes que subir al norte para la salida o si lo haces al revés, alojándote en el norte, tienes que subir una vez que llegas a meta, aunque la organización dispone de transfer, siempre que llegues a las horas de salida establecidas, claro está y no eres de lo lentos como yo.
En la feria del corredor, me puse la camiseta del Trail de Confrides y automáticamente empecé a conocer a gente que me decía: “hombre, tú eres de la terreta” o “esa carrera la he hecho yo”. Vamos que es un pasaporte allá donde vayas. Había gente de Villajoyosa y de Alcoy recogiendo dorsales e Intercambiamos deseos de éxito en nuestras respectivas carreras.
El día siguiente, el de la carrera, por la mañana nos dedicamos a hacer algo de turismo por la isla: visitamos las dunas de Maspalomas, haciendo un pequeño recorrido hasta acercarnos al mar y bajamos al puerto de Mogán, una localidad preciosa, con canales y casas que me recordaban a las casas inglesas con sus ventanas y puertas de color, pero con demasiado turismo, por lo que después de disfrutar del paseo nos volvimos a la capital. Por la tarde me dediqué a descansar y velar armas y a templar los nervios previos a la salida.
A las 23´00 desembarqué en la playa de las Canteras y fui andando hasta la salida, empapándome del ambiente, junto con otros corredores que como yo se dirigían a la salida. Caras de concentración fue lo que me encontré al llegar, mucho ambiente y muchas ganas de empezar.
A las 23´45h me metí al corralito, en la misma arena de la playa. Ultima foto, el speaker poniendo buena música y animando a hacer una buena carrera. En primera fila los tops, seguidos de los “buenos” y por detrás el resto, ente los que me encontraba. Me concentro, me infundo ánimos y mucha tranquilidad, es un pequeño ritual que hago antes de las carreras y por fin la cuenta atrás, 10, 9, 8… y allá vamos, a disfrutar sufriendo, parafraseando a nuestro “Presi” y recordando eso que también dice: “prisa mata”.
Los primeros 300 metros son por arena, con un ambiente espectacular, cogiendo enseguida el paseo de la playa de las Canteras y recorriéndolo hasta el final del mismo, siempre paralelo al mar. Las luces de la ciudad van quedando atrás, comenzamos a subir poco a poco, metiéndonos en la sierra que rodea la ciudad, terreno con subiditas y bajadas, rápido de correr. La noche acompaña, hace calor, lo peor, la humedad.
Vamos avanzando poco a poco. Nos metemos en el Barranco de Tenoya, 3-4 km pedregosos, incómodos. Llegamos al primer avituallamiento, km. 11´5, sólo de bebida. Más adelante la localidad de Arucas. Aquí el tenemos un avituallamiento completo en el campo de fútbol. Hemos dejado atrás una zona de subidas y bajadas en algunos momentos complicadas por lo roto del terreno, con aglomeraciones de corredores en algunos puntos.
Desde Arucas al siguiente avituallamiento en Teror, el terreno empieza a ascender. La subida al Pico Osorio aquí la llaman el “hijo puta por ciento”. A lo largo de la carrera habrá muchos hijo putas por ciento, subidas que no son más que 400 m positivos pero que son prácticamente verticales y que hacen que las piernas te ardan cuando llegas arriba. De momento ya vamos por el km. 25 y mis sensaciones son buenas. La bajada hasta Teror es fácil, senda cómoda, sin demasiados obstáculos. Me dejo llevar, sin prisas, disfrutando de la bajada. El avituallamiento está en el centro del pueblo, al lado de la iglesia, una de esas construcciones de piedra volcánica y fachada blanca, muy características de la isla.
El siguiente punto por el que pasaremos, ya de día, es Fontanales. El paisaje ha cambiado totalmente. Hemos pasado de sendas polvorientas, sin vegetación a una zona que no me imaginaba que podía ser tan bonita. Las primeras luces del día me presentan un paisaje verde, con brumas, húmedo, pueblecitos y caseríos de casas blancas. Fontanales es uno de ellos. Gran ambiente en el avituallamiento, muchos corredores. Este es el primero punto de bolsa de vida. Km. 42. Ya tengo una de las tres maratones en la que mentalmente he dividido la carrera. Primera noche superada.
Me repongo bien, como y descanso, aunque me quedo algo frío. Comenzamos a subir, pasando un pequeño bosquecillo de pinos y eucaliptos. En la zona alta el paisaje es una maravilla, lomas verdes, un mar de nubes, el pico del Teide al fondo. Me paro y disfruto del momento.
Continuamos bajando primero por pista y luego por carretera hasta un punto en que carteles de la organización avisan de bajada técnica, “velocidad controlada por radar” y doy fe que es una bajada muy técnica que se va adentrando en un barranco rodeado de paredes de vegetación: helechos y pitas conviven juntas, parece un jardín vertical. Con mucho tiento llego abajo y vuelta a subir muy vertical, casi escalando por la pared hasta llegar al avituallamiento de El Hornillo, pueblito chiquito que parece que está como colgado, con un mirador con una vista impresionante. Aquí tengo un primer momento de bajón, porque llego cansado, con algo de sueño. Son las 10 de la mañana y llevo 10 horas en las piernas.
Con un par de coca colas en el cuerpo salgo para empezar a subir la primera de las tres grandes subidas de la carrera, después de pasar por la presa de Los Pérez, el macizo de Tamadabas. Lentamente, pero sin pausa voy ganando altura, van pasando las horas, el calor empieza a hacerse presente. Por fin llego arriba, han sido casi dos horas. El siguiente punto es Artenara, bonito pueblo con un gran ambiente. Aquí se juntan varias de las carreras. Hay mucho movimiento.
En Artenara entro en el control, pero me salgo para irme a un bar a tomarme una cerveza sin alcohol. Necesitaba algo distinto que agua y maltodextrina. Me sienta como a gloria y tras refrescarme vuelvo al avituallamiento. Descanso, como y salgo de Artenara para seguir subiendo hasta Cuevas Caballero, segunda subida fuerte. A la derecha ya se ve el Roque Nublo. Poco a poco me iré acercando. La subida es dura, con calor. Son las 15´30 de la tarde. Las sales van que vuelan, acorto los tiempos de ingesta, no me quiero deshidratar. Lo que echo de menos una fuente para refrescarme.
Por fin empiezo a bajar hasta llegar al parador de Tejeda. Desde aquí a Tejeda hay una bajada donde me dejo la mitad de las rodillas. ¡Madre mía! Un zigzag interminable hasta que nos adentramos en una zona de casas de campo donde, por fin!, encuentro no fuentes, sino acequias para meter un par de veces la cabeza. Qué gusto, el agua me da la vida y llego bien a Tejeda.
Este pueblito tiene un mirador donde sí se puede contemplar el Roque Nublo. Me recuerda el mirador de San Nicolás en Granada: mucho turista haciendo fotos, buscando la mejor instantánea, la mejor luz.
Y de nuevo otra subida, la tercera y definitiva, la que me llevará al techo de la carrera, el pico de las Nieves. Este es el recorrido alternativo que la organización ha previsto para no pasar por la base del Roque Nublo, por donde sí se ha pasado en otras ediciones. Esto es así porque es parque nacional y bueno, ya se sabe lo que pasa. Que digo yo, si vamos a pasar andando, no creo que alteremos demasiado el entorno. Pero bueno, es lo que hay.
Y la alternativa es muy dura, con subidas muy verticales y aquí tengo el primer gran fallo de estrategia que luego me pasará factura. No sé cómo, pero me despisté y pensé que iba a llegar al siguiente punto de control, el del Garañón, justo de tiempo para pasarlo. Según mi despiste me faltaban 5 km y 40 minutos solo para el control, así que empiezo a subir como si no hubiera un mañana, adelantando gente y con la angustia de si llegaba o no. Los últimos rayos de Sol me pillan llegando al control, donde ya entro a oscuras, no me paro ni a ponerme el frontal. Por fin estoy y cuando me doy cuenta, me quedaban 45 minutos para el cierre. ¡Había llegado sobrado, pero con un sobre esfuerzo importante y ahí, zas!, el estómago se cierra y cuando meto algo de alimento me viene la nausea y a punto estoy de echarlo todo. ¡Maldita sea!, mi talón de Aquiles a dado la cara y ahora qué?
Bueno, tras abrigarme porque el frio aprieta salgo del control con mucha calma, bajando los ritmos para que mi cuerpo vaya adaptándose, bombeando sangre al estómago, respirando. Me tengo que parar un par de veces en la subida al Pico de las Nieves, que afortunadamente no es demasiado duro. Y ya está, ya me he cargado casi 6000 +. A partir de aquí los tiempos se amplían, ya me puedo relajar. Y por delante una bajada, pero qué bajada, el Camino de la Plata, que mejor se podría haber llamado el camino de las trampas, porque te crees que puedes correr y para nada. Grandes piedras sueltas durante toda la bajada. Son casi 10 km. Intento correr algo, pero en un par de ocasiones me tuerzo los tobillos y no es plan de a estas alturas de jugarme la carrera, así que, con calma, hay tiempo, caminando se llega seguro y tras dos horas largas, llego al siguiente punto de control, el de Tunte. Me quedan un par de repechos y bajada hasta meta.
La última subida es la Degollada de la Manzanilla, esa subida que comentaba antes que no es muy fuerte pero que empiezas a subir y dices, ¡de verdad hay necesidad de meternos esto a estas alturas de carrera! Y lo peor no es la subida sino la bajada, ya con las piernas de mantequilla. Y aunque quieras correr no puedes hacerlo porque en este tramo hay atasco de corredores. Otra vez la feliz idea de juntar varias carreras en el mismo recorrido. Bueno en otras circunstancias no me hubiera importado, pero ya estoy cansado, harto de estar por el mundo y durante un tiempo lo veo todo negativo. Imagino que son cosas normales, no puedes tener el mismo estado de ánimo durante todo el tiempo. Respiro hondo y para delante.
Llego al último punto de avituallamiento el de Ayagaures. Buen punto con muchas cosas para comer y a pesar de llevar el estómago más mal que bien, me entra un buen plato de pasta con verduras. Hablo con Jaime, me anima mucho, vamos que me cambia el estado de ánimo. Las cuatro bromas que me gasta me sientan fenomenal. Qué tío, son las 2 y media de la mañana, una hora más en la península y ahí está siguiéndome. Gracias amigo.
Renovado y con ganas de acabar esta aventura salgo de Ayagaures y enfilo la última de las subidas, pequeña y corta, menos mal, adelantando corredores y me meto de lleno en el barranco de Vicente, un lecho de río, de nuevo infumable. No me queda otra que andar, pero me engancho a un par de Canarios que están haciendo la carrera de 84 y a buen ritmo y con buena conversación, voy saliendo de este terreno y por fin, cruzo el arco a 2km.de meta de North Face, y poco a poco me voy dejando llevar, corriendo ahora sí, despacio para entrar en la zona de asfalto previa a meta y tras 500m ya enfilo la entrada al parque Sur de Maspalomas y la zona de llegada, las primeras vallas.
Buff, qué emoción, estoy feliz pero no me termino de creer que haya finalizado esta aventura. Me regocijo en la alfombra a 50 m de la meta. El speaker que ya me ve y dice mi nombre: “aquí llega Jota, enhorabuena”. Levanto los brazos. La emoción a flor de piel, estoy a punto de ponerme a llorar, pero yo creo que no tengo ni fuerzas para hacerlo y ya, ya estoy, se acabó. ¡¡SOY FINISHER!!, 28 horas y 10 minutos y 128 k después de haber salido de la playa de las Canteras, aquí estoy.
Bueno, han pasado ya varios días y analizando la carrera estoy seguro que podía haber hecho las cosas mejor, pero me quedo con la sensación de fortaleza, durante toda la carrera, que es lo que me impulsaba a seguir adelante, incluso con los momentos de bajón, en líneas generales estoy muy satisfecho. Es una carrera muy dura y para el que quiera hacerla hay que tener mucha cabeza, aunque bueno, yo de eso tengo un poco, jejeje.
No quiero acabar sin agradeceros a todos los que estuvisteis pendientes de mi durante la carrera, vuestros consejos que leía cuando podía y sobre todo con vuestro ánimo. Y a seguir, a por la próxima, esto es lo que me da la vida.
¡Salud y Montaña!
enhorabuena, ahi que ver pa lo que dan 128 kms !! seguro que permanecera en tu retina de por vida. #acojonable !!