El antes.
Muchísimas ganas, ilusión, entrenamientos, subidas, bajadas, tiempo de espera y expectativas, depositadas a nivel personal como mi objetivo del año en esta carrera que sería mi estreno en modalidad maratón de montaña, en este escaso año y medio de vida que llevo como corredor.
Llegaba a Benasque un par de días antes de la carrera con Verena, para que no nos pillara el agobio de gente y poder ir bien de tiempo ante una concentración prevista de más de 2.400 corredores venidos de muchos puntos diferentes de la geografía (incluso de la lejana China), entre las cinco carreras de distinta distancia y recorrido que se celebraban en este importante evento durante todo el fin de semana, en una genial localidad como es Benasque, pero sin olvidar que es pequeña (apenas unos 2.000 habitantes).
Nos reuníamos con amigos y compañeros de Atotrapo como son Josemi, Rosa, David, Carlos, Juanjo, Chicho, Cayuela, Maria Angeles, Miguel de Tibi, Edu, Toya… y más corredores y amigos que seguiríamos conociendo sobre la marcha así que seguro que me dejo a alguien sin nombrar, por lo tanto ¡perdonadme!
El control de material del viernes por la tarde en el polideportivo fue exhaustivo pero necesario, así como la hoja de responsabilidad que firmas aceptando que dispones de una buena forma física y sabiendo de un modo u otro donde te metes.
Es el Pirineo y eso es sinónimo de alta montaña, con unos riesgos imprevisibles de la meteo que pueden hacer de la prueba y la experiencia algo mucho más duro y complicado de lo previsto si se diera el caso, por lo tanto es más que comprensible el protocolo al que somos sometidos para verificar que llevábamos el material obligatorio en la mochila.
La medianoche del viernes era la hora de salida para los corredores del Gran Trail: 109 km de recorrido ni más ni menos en una ultra larga, durísima, y espectacular.
Vimos salir a Josemi, Juanjo, Chicho, Cayu y María Ángeles, y a descansar los que corríamos a la mañana siguiente…
A las 7am salían los de la vuelta al Aneto: 58 km pasando por la siempre delicada zona del Collado de Salenques. Escuchaba la salida por la incansable voz del Sr. Speaker desde Eriste, mientras ya despierto y descansado bajaba al coche a revisar el material (una vez más) y prepararme para mi carrera particular.
Miguel era el único de los nuestros que corría la vuelta, le mandé suerte telepáticamente y pensamientos positivos, pero no los necesitaba para nada… Menudo fiera está hecho este tío!!
A las 8 ya estábamos en la zona de salida y entre fotos, risas, consejos, café y baño (esto último por ese orden siempre) y cerca de un millar de trail runners (la modalidad con mayor número de inscritos), estábamos listos y preparados para lo que nos viniera encima.
Verena, David, Carlos y yo no muy lejos de la cabeza bajo el arco.
9am y arrancaba nuestra Maratón de las Tucas.
El durante.
Impresionante la cantidad de gente animando en el pueblo, cámaras y jolgorio. Parecía la maratón más importante del mundo, o al menos a mí me lo parecía por momentos. Los ánimos y el ambiente festivo era espectacular.
Salimos de Benasque dirección norte paralelos al río Ésera, y en el kilómetro 3 giramos a la izquierda enlazando con el GR-11 (el sendero de senderos por excelencia), para empezar a ascender por el valle de Estós ante un paisaje maravilloso que empezaba a abrirse para nosotros, con un prado verde y florido, cumbres nevadas casi al alcance de la mano, y un cielo completamente despejado y sin una nube que nos hiciera preocuparnos por la lluvia y las tormentas, bastante presentes los dos días anteriores en toda la zona.
Me veo en un grupo de diez-doce corredores un buen tramo de esa primera subida, intercambiando posiciones y sensaciones hasta el primer avituallamiento en el km12, el refugio de Estós que recordaba vagamente de cuando hice mi primera ruta por Pirineos hace ya unos 20 años…
Isotónicos, melón (riquísimo y refrescante!), gominolas, plátano, agua… y a continuarrrr!
Algo hinchado por el rápido atracón pero seguíamos ascendiendo, así pues tocaba andar más que correr, y si algo tenía claro entre una de mis (escasas) estrategias, era parar a beber, comer y descansar todas las veces que lo necesitara y me lo pidiera el cuerpo durante la ruta.
Tras llanear levemente venía otra subida por un pedregal, que se me hizo bastante dura.
Empezábamos a ver los Ibones de Batisielles entre un calor y un esfuerzo considerables, y más de uno metíamos la cabeza en el agua pura y cristalina para refrescarnos la cabeza y las fuerzas.
Continuaba la subida y mucha roca, te despegabas de un grupo de corredores y enseguida te unías a otro. Las piernas picaban pero uno ya sabe que después te agradecen que las hayas sacado a pasear…
Trago de agua, un gel, sales minerales, y unos segundos para recuperar el aliento, contemplar el imponente paisaje y hacer alguna foto.
Llegamos al punto más alto de nuestro recorrido: El Collado de la Plana, situado a 2.700 m de altitud.
Km 21 de carrera, control de paso, breve pero merecido descanso, y un momento de reflexión para mirar al horizonte y ver todo lo que habíamos subido…
Según el diccionario pirenaico occitano, la palabra “tuca” se refiere a pico con aspecto agreste visto desde el valle, color cercano al blanco, dos cumbres. Suele darse en terrenos no graníticos.
Y en verdad mirabas a tu alrededor, echabas un ojo al mapa, y te veías rodeado por una veintena de tucas o montañas de estas características justo en la zona donde te encontrabas.
Las tucas de Ixeia eran pues nuestro marco perfecto, y nosotros, sus pobladores nómadas y efímeros pasajeros.
Los servicios médicos se encontraban presentes para ver el estado de los corredores según iban pasando, y así se aseguraban de que el estado de salud era bueno y todo el mundo podía seguir sin problemas.
Aunque el mismo cuerpo era el que te pedía tras la sufrida subida, apoyarte sentado un par de minutos en una roca a respirar, oxigenar con calma y continuar.
Se veía el refugio de Angel Orús ahí mismo, el próximo avituallamiento tan cercano… eran 4 km solo que la teoría lo hacía parecer más fácil y accesible de lo que en realidad fue, ya que con mucha roca resbaladiza, barro y algún que otro hoyo donde todos queríamos meter el pie… atravesar esa corta distancia según la lógica kilométrica fue más duro de lo esperado, especialmente cuando tienes hambre y ganas de llegar para descansar.
Km 25 en el famoso y bonito refugio, y el penúltimo avituallamiento antes de la meta.
Mucha agua, mucha sed, mucha fruta, mucha hambre…
Gente animando incansable, voluntarios, los cencerros… Sensacional.
Unos minutos para digerir, mirar el horizonte, y descansar reflexionando.
Las piernas iban bien y aun tenía ese cartucho guardado de embalarme en la gran bajada que venía a continuación hasta Eriste… pero no pudo ser por, una vez más, encontrarme un terreno con mucha piedra, roca resbaladiza y tramos técnicos en los que era mejor no jugársela.
Había que prestar mucha atención donde se pisaba, y eso exigía una dedicación total.
Nos íbamos cruzando cada vez con más frecuencia con los corredores del Gran Trail, que ya habían terminado la vuelta al Aneto y ahora les faltaba hacer nuestra maratón para completar el circuito en su totalidad… Casi ná! He de reconocer que una parte de mí los animaba y empujaba a continuar con todos mis mejores deseos, pero otra parte de mi pensaba que estaban haciendo algo muy inhumano, incluso absurdo y que no lograba entender del todo el porqué se metían ahí, por lo que no pude evitar pensar en ellos y verlos fugazmente como auténticos majaderos.
La cascada d’Espigantosa, maravilloso regalo antes de llegar a Eriste.
Me encuentro con un veterano de 63 años con unas molestias tremendas en los aductores, lo que le obliga a parar de dolor y yo con él por si me necesitaba para ayudarle en lo que fuera, pero no hubo necesidad ya que se le pasó bastante rápido.
Justo delante iba otro chico que estaba muy cargado, y él si que decía muy seguro que abandonaba en el próximo avituallamiento que era Eriste… con ese ambiente festivo de gala esperándonos y los niños dándote la mano cuando pasabas, la gente animando desde sus casas… que hermosa y reconfortante sensación.
Casi un litro de aquarius que me bebí en cero coma cero, la cabeza bajo el grifo y a por la última subida de todas que era la del Molino de Cerler, últimos 500+ en 6 km atravesando bosque y sombra por fortuna, cruzándonos con más corredores del Gran Trail (algunos parecían auténticos zombies), y todos nosotros en general cansados y maldiciendo esa última subida que decían la mayoría que sobraba.
Yo estaba entre la segunda y la tercera chica de cabeza, y cuando esta última se puso la música para no pensar (como ella misma me dijo), ya apretó y desapareció entre los lamentos y resoplidos de los que aún quedábamos atrapados en ese último bosque vertical.
El último punto de control a la vista y ahora sí, solo había que dejarse caer hasta Benasque.
De piernas iba bien, de cabeza no tanto (por mi crisis económica y laboral principalmente), y siempre con mucha sed y parando para beber el último sorbo hasta que ya decidí no parar más, no mirar atrás, llegar al pueblo y cruzarlo, quitarme las gafas y sonreir a esos niños que te pedían que les chocaras los cinco y les transmitieras esa energía e ilusión que te habían llevado, sin saber muy bien ni como ni porque, a competir en una prueba de este tipo.
Parando el crono en 06:43:13, última foto entrando en meta con sensaciones mil y de lo más variadas…
El después.
Sin verla bajo mi visión como una carrera de velocidad sino más bien como una gran prueba de fortaleza y resistencia física y mental, en parte por su recorrido, en parte por ser Pirineos y ¡estar obligado a ver y disfrutar el paisaje!
Podía haber hecho menos tiempo, de ello estoy seguro, pero estas son las reflexiones posteriores (en parte inútiles) que se celebran en otro mundo paralelo o dimensión, o mejor decir aún que no existen pues no ha llegado a ocurrir y por lo tanto no sirven de mucho, aunque vienen a tu mente y tratas de ponerlas en su lugar adecuado.
Pensamientos y sensaciones que viví con un poco de saturación y agobio al llegar a meta, en parte por ver tanta competición, negocio y circo en un entorno tan paradisíaco como es la montaña, y escuchar a todo el mundo hablando de esta carrera o de la otra, de correr, de competición, de la siguiente, etc.
Quizá es también mi naturaleza, a veces invisible y solitaria, y lo único que quería era estar tranquilo y en silencio tras el esfuerzo, digiriendo, sintiendo y recordando todos esos fantásticos momentos vividos durante siete horas en un paisaje de ensueño, en lugar de unirme a una fiesta en la que no me apetecía participar, al menos en ese momento…
Que más me daba si seguían entrando corredores, (incluso el Campeón del Gran Trail) si yo estaba comiendo mi merecida paella tras una buena ducha, un masaje semi-reparador, bajando las pulsaciones y recuperando la calma y mi mundo.
Un accidente bastante grave le costó a un chico una fatal rotura de cadera y pierna, motivo suficiente para pensar en lo que no vemos pero que nos podría pasar a cualquiera de nosotros, y posiblemente fue lo que le hizo a Juanjo abandonar. María Ángeles y Miguel Cayuela se plantaron en Benasque igualmente después de terminar la primera parte del Gran Trail, y es que son tantas, tantísimas las sensaciones, emociones, situaciones y contrastes que se viven en este tipo de momentos, que yo aún estoy aprendiendo y no soy ni el más indicado ni experimentado para opinar o aconsejar, pero creo que en ese instante crítico no hay nadie más que uno mismo, y nadie mejor que uno mismo para conocerse y tomar una decisión que sea cual sea, es seguro la mejor decisión que se puede tomar.
Miguel de Tibi hizo un tiempazo de 10 h en la vuelta al Aneto, y Carlos, David y Verena entraron en meta sanos, salvos y contentos (ya no sabría decir si por ese orden).
Decidí retirarme a mis queridos Llanos de Senarta a descansar en mi pequeña tienda de campaña, apartarme de la fiesta y del ruido para seguir en contacto conmigo mismo y todo lo que había y seguía viviendo internamente, y una vez recuperada esa paz interior y menos enfadado con el mundo, volví a Benasque a la mañana siguiente, domingo, a recoger a Verena, despedirnos de nuestros amigos y volver a casa.
Pero faltaban Josemi y Chicho… ¿Dónde estaban?
Josemi informaba a Rosa de que estaba a punto de llegar a meta por su propio pie y entero, después de 34 h de recorrido, 109 km y 7000+ desde que salieron la medianoche del viernes… y ahí lo veíamos aparecer junto a Chicho y un pequeño grupo de corredores, que siendo los últimos o no, se demostraron a sí mismos, solo a sí mismos y sin entender de tiempos, carreras o competiciones, que habían alcanzado un nuevo nivel en la búsqueda de sus propios límites, que lo habían conseguido, y sus caras, sus risas, su felicidad era tan brillante y auténtica que nos la contagiaron y era la nuestra también.
Fue ahí donde me emocioné, y pude entender que es una ultra trail aun sin haberla corrido.
Mis sentimientos se unieron a los de estos tremendos sufridores, humildes personas y deportistas, gladiadores de lo invisible, etéreo y amigos espectaculares… Eternos para siempre.
Gracias a ellos comprendí que correr un ultra es el siguiente paso y reto a seguir, para un corredor que ama la montaña y ha corrido un maratón.
Y sin prisas, siguiendo con los entrenamientos, sin olvidar la magia de vivir con todo su contenido y variedad, algún dia yo quisiera ser uno de esos gladiadores…
Es parte de la vida que he elegido, y la vida es la que me dirá.
Pero lo que siempre recordaré y ya no me quita nadie, es que mi primera Maratón fue en los Pirineos, yo tenía 38 años, y ocurrió aquel 26 de Julio de 2014 en Benasque…
Del blog de Abel “Diario de un corredor invisible”
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre |
Categoría |
Tiempo |
Puesto General |
Puesto Categoría |
Ábel |
MT-ABS M |
6:43:13 |
99 |
85 |
Carlos R. |
MT-ABS M |
7:09:09 |
151 |
122 |
David G. |
MT-ABS M |
7:38:08 |
225 |
182 |
Verena |
MT-ABS F |
7:59:10 |
282 |
8 |
Ramiro |
MT-ABS M |
9:05:18 |
488 |
390 |
Néstor |
MT-ABS M |
9:07:14 |
497 |
397 |
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