XXXII Cross Subida al Santuario Santa María Magdalena – Novelda (4-Agosto-2018)

Primera carrera de “MI” temporada, carrera que descubrí el año pasado y me encantó. Primer sábado de agosto, el cual anuncian muy caluroso. Por este motivo la organización decide retrasar la salida media hora.

Salgo sobre las 18.00 de la tarde de Mutxamel dirección a Novelda para llegar con tiempo a recoger el dorsal. La bolsa del corredor (bien nutrida como siempre). Recojo el dorsal y empiezo a ver a parte de “LOS GATOPARDOS” de A To Trapo.

Ocho de la tarde, dan la salida. Una vuelta a la pista y salimos al asfalto, la primera parte del recorrido es de leve subida, aunque también hay algún descenso. La subida importante empieza en el km 5 hasta el 6 aproximadamente. A partir de ahí una bajada pronunciada en la que me dejé llevar (me recuerda cuando bajo el Cabecó).

 Seguimos corriendo el circuito a la inversa siempre con tendencia a bajar. Muchísima gente animando durante todo el circuito, sobre el km 10 entramos en el pueblo el cual tiene sus calles abarrotadas y llevando a todos los corredores en volandas. Volvemos a entrar en la pista de atletismo para dar la vuelta de honor y entrar en meta.

Carrera muy bonita y recomendable (a pesar de las fechas), con gran animación durante todo el recorrido y con el ya tradicional helado de horchata en su avituallamiento.

Tomás M.

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Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Pili VETERANAS C 0:52:48 169 1
Juan Enrique VETERANOS C 0:53:17 177 23
Julián VETERANOS D 0:54:12 199 17
Jorge Juan VETERANOS D 0:58:49 369 35
Tomás M. VETERANOS B 1:02:52 485 98
Juan P. VETERANOS B 1:03:16 502 100
Naiara VETERANAS B 1:03:17 505 7
JA.Torregrosa VETERANOS A 1:06:05 607 98
Ernesto VETERANOS C 1:07:05 634 94

III Trail de Primavera de Confrides (19-Mayo-2018)

Compañerismo y superación. Esas palabras, esos valores, son los que definen mi primer trail. Para mí, hablar de esta carrera, supone hablar en plural. Sin David Gil Pelluch no hubiera sido capaz no solo de acabarla, sino ni si quiera de empezarla. Los meses previos a la carrera, David me estuvo aconsejando, guiando, orientando… y cada vez que íbamos a hacer una salida, un entrenamiento, tuvo que sufrir mi tercer grado ya que siempre estaba hecha un mar de dudas respecto a la ropa más adecuada, cantidad de agua a llevar, comida…

Mi recorrido en el trail es más bien escaso, tanto en el tiempo como en la experiencia. Apenas hacía seis meses que estaba corriendo por las montañas y sólo antes había hecho el trail de Aigües de 15km. Pero como todos los que estáis en este mundo, sabéis que engancha a un ritmo frenético. Y como muchas veces me ha dicho Ángel Parra Martínez (mi otro gran compañero de fatigas), ya me había picado el gusanillo.

Durante dos meses tuve el perfil de la carrera en el corcho del despacho intentando memorizar las subidas, las bajadas, los avituallamientos, los kilómetros de desnivel… os adelanto ya, que soy muy mala para los nombres, por lo que no esperéis encontrar una descripción exacta de los pueblos, picos… y menos aún, cuando durante más de la mitad de ese tiempo, ¡tuve el perfil del año anterior, que por supuesto, no era el mismo!

Salimos el día de antes para hacer noche allí y, en teoría, poder dormir más horas al no tener que pegarnos el madrugón. Gracias a Josemi Perez Gomis (miembro del club y organizador del evento) por su hospitalidad. Aunque yo tengo que decir que no pude pegar ojo… muchos nervios por todo.

Bien temprano, fuimos a recoger el dorsal. Ya en ese momento estaba alucinando. No había vivido ese ambiente antes y ver a todos los corredores preparados, nerviosos, es muy emocionante. Los cuatro amigos que fuimos Ángel Parra Martínez, Carlos Ramos Cabrera, David y yo, fuimos juntos, aunque ya sabía que en cuanto dieran el pistoletazo de salida, los dos primeros iban a salir como alma que lleva el diablo, especialmente Carlos.

Como no podía ser de otra manera, foto del Club A To Trapo antes de empezar. Lo que para mí ahora son caras amigas, aquel día eran casi todas desconocidas. Pero ya en ese momento, hacen que te sientas parte del club y quieras formar parte de él.

Se olían los nervios, la emoción, la competitividad, las ganas de superar ediciones anteriores… pero sobretodo se respiraba el buen rollo que hay entre todos ellos.  Y pocos minutos más tarde… ¡la cuenta atrás! Marcador a cero… y empezamos.

Nada más salir me sorprendió el ritmo “lento” que David quería que llevara. Yo tenía tantos nervios encima que lo único que quería era echar a correr. Las primeras bromas con otros corredores respecto al ritmo, a las horas que habían calculado y ya estábamos en el primer avituallamiento. No hicimos parada y seguimos con la subida. Recuerdo que tenía la sensación de querer adelantar a todo aquel que me frenara un poco, pero era mejor aguantar ya que nos quedaban muchos kilómetros por delante.

Según vas avanzando en la carrera, el paisaje es increíble. Yo no conocía la zona y he de decir que me quedé muy sorprendida.

Hay personas que en carrera se les cierra el estómago y no pueden comer nada, o casi nada. A mí no me pasa eso. Más bien al contrario. Es por ello que a partir del tercer avituallamiento con casi 18km en las piernas me comía hasta las piedras. Y eso que, al igual que todos, llevaba provisiones que en pequeñas cantidades iba ingiriendo en carrera (fuet, dátiles y nueces).  Los avituallamientos estaban muy completos. Si por mi hubiera sido, en cada uno de ellos hubiera hecho una parada larga y me hubiera comido toda la coca… pero tenía al lado a David que me dejaba parar apenas unos minutos y en seguida continuábamos.

A los pocos metros de empezar la segunda bajada, llevábamos unos 25km recuerdo que David me dijo: “venga, ahora a correr para abajo”. Mi respuesta fue: “pues serás tú, porque lo que soy yo, no puedo”.  En ese momento apareció lo que más temía que me pasara; el dolor de la cintilla. Unas semanas antes había empezado a padecerla, y a pesar de habérmela tratado, sabía que antes o después, en cualquier momento de la carrera iba a dar la cara. Esto hizo que el ritmo fuera más lento, pero en ningún momento nos detuvo.

Los que la habéis padecido, o habéis oído hablar de ella, sabéis que solo duele en las bajadas. Cuando empezamos la tercera y última subida quería recuperar el tiempo que había perdido bajando. Yo siempre he dicho que soy más de subidas que de bajadas y en ese momento lo pude comprobar, porque a pesar de llevar más de 30km ya recorridos, apretamos el ritmo y subimos con paso firme y sin descanso.

Al llegar arriba… no me podía creer lo que estaba viendo… un paisaje mágico, de película. Fue parada obligatoria, no solo para coger aire y afrontar la última bajada, si no para memorizar y guardar en la retina aquellas vistas.

La tercera bajada, aún con dolor, conseguimos “correr”. Me quedaban apenas unos kilómetros para conseguir mi sueño. Es increíble la sensación de cómo van pasando las horas y vas acumulando kilómetros. En el último avituallamiento no quise ni parar, no podía parar. Sabía que, si lo hacía, no iba a poder continuar. En ningún momento me plantee abandonar. Antes de empezar la carrera sabía que si o si iba a acabarla.

A 5 km de llegar, el dolor era insoportable. David me dijo de parar, de ir caminando y le dije que no. Que yo había ido allí para correr y que eso era lo que iba a hacer. Que sólo podíamos cruzar la meta de esa manera.  Y así lo hicimos. La noche anterior, habíamos pasado por la última cuesta, al subirla, ya está, ya habría acabado. Nos dimos la mano y tiró de mí… sólo una curva más… Cogió a sus peques que le esperaban ansiosos y cruzamos la meta.

¡HABIA CUMPLIDO MI SUEÑO!

Estaba calculado que la acabaríamos (porque íbamos a mi ritmo, por supuesto) en unas 8 horas. Al final fueron 8h y 19 minutos. Pero os puedo asegurar que el tiempo final es lo de menos. Si algo aprendes en estas carreras es que lo importante es acabarlas.

No puedo terminar la crónica sin tener unas palabras de agradecimiento a David. Es un gran “trailero”. En esta carrera no solo me ayudó a mí. También consiguió que otro compañero del club no desistiera en la segunda subida ya que iba a abandonar.

Por todo ello, por ser cómo eres, GRACIAS. Siempre creíste en mí, en mis posibilidades y me diste mucha confianza.

¡Por muchas aventuras más “David APP”!

Pienso que cada día hay que superarse, hay que salir de la zona de confort y crecer. El deporte, el trail, la montaña nos hace libres, más fuertes… por ello

Enri

Enlaces sobre esta prueba

43 km

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Christian VETERANO 5:46:35 32 19
Elías VETERANO 6:13:37 54 30
Ana N. SEN-F 7:09:44 89 3
Ángel VETERANO 7:11:55 92 41
Jesús S. VETERANO 7:21:00 99 45
Enrique S. VETERANO 7:21:01 100 46
David G. VETERANO 8:18:57 128 59
Enri SEN-F 8:19:01 129 4
Jota MASTER-M 8:33:14 132 19
Gosa VETERANO 9:16:10 139 64
JA Torregrosa SEN-M 9:16:11 140 45

 

24 km

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Naiara VETERANA 3:50:45 113 3
Juan P. VETERANO 3:50:46 114 52
Roberto MASTER-M 4:08:22 130 17
Jesús MASTER-M 5:07:26 163 26
Fran Calores VETERANO 5:07:27 164 66

Lavaredo Ultra Trail (22-Junio-2018)

Lavaredo Ultratrail y la conquista de le tre cime

Llegaba preparado, tanto físicamente como mentalmente, esta vez y no como en otras ocasiones, con tiempo para poder aclimatarme, además con mi mejor amuleto…, mi familia, saber que tus hijos te esperan en meta es una gran arma motivadora, conmigo y durante la carrera, Pablo Molina, compañero incondicional durante muchas semanas de entrenamiento. Todo preparado, todo cuidado y todo el arsenal desplegado, esta vez no podía salirme mal.

Llegaba el día D, recogíamos los dorsales por la mañana y nos apresurábamos a volver al alojamiento para comer, preparar el material y descansar todo lo posible, hasta la hora de la salida.

Por la tarde partíamos para Cortina, listos y preparados para la gran cita. Cenábamos en la Pasta Party y más tarde nos despedíamos de nuestras familias para unirnos con el resto de los corredores en la salida. Se oía la “muerte tenía un precio”, solo esperaba que aquella canción no presagiara un fatal desenlace…, nos deseamos suerte y esperamos unos segundos, hasta que el reloj de la plaza principal dio las 23:00 horas. Se iniciaba la carrera…, el público agolpado a los lados de la calle, estrechaba cada vez más nuestro paso… y casi entorpecía nuestro trote. Asombrados… los gritos de la gente y los aplausos nos llevaban en volandas hasta las afueras del pueblo.

Poco a poco y con un ritmo muy tranquilo dejábamos atrás Cortina, a través de un camino de tierra y después de unos pocos kilómetros nos agolpábamos en la primera subida. Era imposible correr, el paso de 1400 corredores reducido a menos de 2 metros. Comenzamos a subir por un tortuoso zig-zag, hasta alcanzar la primera cima. Me di cuenta de que algo no iba bien con una de mis botellas de hidratación, la camiseta estaba mojada…, lo peor, los 4 grados bajo cero que alcanzaríamos durante la noche.

Tocaba la primera bajada, descenso muy tranquilo, hasta llegar al primer avituallamiento. Allí me di cuenta de que el menú propuesto por la organización de carrera no iba a ser de mi agrado… era el km 16.

Volvíamos a subir, esta vez nuestro siguiente pico era “Son Forca”, el frío y la noche se echaba totalmente encima de nosotros. Los kilómetros se sucedían uno detrás de otro, volvíamos de nuevo a bajar y al llegar al siguiente avituallamiento, me di cuenta de que la botella, con la válvula rota, era mejor prescindir de ella…, así que decidí apañarme con una solo botella y guardarla en la mochila.

Comenzábamos uno de los grandes ascensos de la carrera desde el lago de Misurina y posiblemente una de los más espectaculares, las tres cimas de Lavaredo. El día comenzaba a despuntar llegando al lago, el angosto ascenso nos conduciría en primer lugar al refugio de Auronzo y posteriormente pasaríamos por una pequeña y coqueta ermita cerca del propio refugio. Un cafe e latte y un pastel de manzana que me tomé en el refugio me reconfortó, mi estómago también lo agradeció.

Comienzo el descenso, desde las propias tres cimas, es el punto más alto, me encuentro muy bien y puedo bajar a buen ritmo. Unos kilómetros de vía verde nos conducen al kilómetro 66 (Cimabanche) rebasamos el ecuador de la carrera. Punto kilométrico donde tenemos La bolsa de vida, Pablo se echa un poco en la hierba detrás de la carpa del Avituallamiento a descansar y yo aprovecho para cambiarme de camiseta y recargar pilas. Salimos de nuevo, no sin antes tomarnos un café en un bar que había justo al lado de la carpa.

Antes de cruzar la carretera, vemos algunos corredores que han decidido tirar la toalla, tomamos un camino que sube de nuevo, entre la vegetación alpina algún que otro arroyo cruza delante de nuestros pasos. Poco a poco nos adentramos en un barranco, pedreras y bloques caóticos adornan el serpenteo de un río con abundante agua, más arriba nos tocará cruzarlo a través de un puente improvisado con el tronco de un árbol, llegamos al refugio de Forc Lerosa, algo ha pasado puesto que después de dejarlo y seguir nuestro ascenso, vemos cómo el helicóptero de rescate se aproxima y aterriza en las cercanías. Continuamos haciendo cima, no hay vegetación, las vistas son espectaculares…alta montaña.

Bajo por una senda que se transforma en un camino bastante ancho, y sigo bajando hasta el próximo avituallamiento (Malta Ra Stua), me sigo encontrando muy bien, tanto físicamente como mentalmente. Mientras como, espero a Pablo, aunque el viento frío hace que al rato me encuentre incómodo, me levanto dispuesto a arrancar, pero espero un poco más, al final salgo caminando y a lo lejos veo que llega Pablo, lo llamo y me dice que continúe. Aquí empieza mi segunda carrera.

Comienzo de nuevo a subir, me sigo sintiendo bien, los kilómetros no hacen mella, aunque esta última parte de la carrera será brutal y nada que ver con los 90 km que llevábamos hasta el momento.

La primera subida, hasta Col de Bois “pica”, casi 1000+ de golpe, pero supero con creces la primera embestida, bajo hasta Col Gallina. Los paisajes son preciosos y quizás y sin saberlo sean parte del motor que me sigue empujando.

A partir de ahora empieza la parte más técnica de la carrera. Pero siendo Alicantino, me vienen a la mente carreras como la Perimetral a Benissa, Botamarges o incluso el antiguo desafío lurbel…, no me da miedo y efectivamente no llega a la altura de estas… al poco estaba en el refugio de Averau, un lugar donde sería capaz de pasar mucho tiempo contemplando ambos valles.

Una bajada por un camino fácil y saludo a uno de los fotógrafos oficiales de la carrera, son españoles, dan ánimos, siempre viene bien. La organización nos hace salir del camino para subir una senda que termina en un altiplano con mucha roca y bloque caótico, me recuerda a mi querida marina alta…, sigo pasando a gente y las piernas siguen con muy buen tono.

Afronto la última bajada, más de 12 km, donde tengo que dejar en esta, toda la altimetría hasta llegar a Cortina…, los 3 primeros kilómetros son fáciles, tanto que me permito el lujo de bajar el ritmo por debajo de los 5 min…, no paro…, ni siquiera en uno de los avituallamientos y continuo.

La senda se empina cada vez más y es un romperodillas…, comienzo a notar cargadas las piernas, pero mi cabeza ya no para y continúo bajando bastante fuerte. Veo a alguien con un tatuaje de UTMB en una de sus piernas y me reconforta pensar que soy todavía capaz de seguir a este gran tipo después de esa gran azaña conseguida, al final lo consigo pasar y continuo. Ya puedo ver el pueblo, me tomo mi último gel …, que es pensar en mi familia, mejor sin duda que todos los que puedas probar de cafeína, doy la vuelta a la calle, subo y comienzo escuchar a la gente dándome alientos de ánimo en Italiano ¡¡“forzaaaa”!!

La meta está cerca, ¡¡ ahora siiii!! los sentimientos a flor de piel, mis hijos me llaman, el mayor sabe que estoy un poco teniente…, me llama por mi mombre y los veo. ¡Paso cerca de ellos y los cojo de la mano para cruzar meta!

Elías

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Elías H 21:57:11 416 370

II Arrapapedres Trail – Benialí (25-Marzo-2018)

25 de Marzo. Arrapapedres 2018 o el día en que perdí el conocimiento.

Hola amigos, como lo oyen, el 25 de marzo de 2018 perdí el conocimiento. Pero no adelantemos acontecimientos. Ese día también fue el de una carrera que ya por el nombre y si uno no hubiera recién corrido la perimetral a Benissa (qué prueba tan dura, por Dios!!) pues, como que echa un poco para atrás: Arrapapedres. ¿Acaso nos va a tocar trepar por una pared vertical, con las manos e incluso los dientes?

Es esta una carrera que se disputa en tres modalidades: Trail con 28k y 1.400m. de D+; Sprint Trail y Senderista, bonita esta última opción para los que quieren pasear por uno de los valles más bonitos de nuestra Provincia, ambas pruebas con 14k y 550m. de D+. Los organizadores, como no podía ser de otra forma por esas tierras, el Club Botamarges.

Para esta aventura me rodee de, como les llamo cariñosamente y a las pruebas me remito, “la élite” de montaña de ATT: el Gran Sergio García, los no menos grandes Ángel Parra “Pirri” y David Gil y el amigo Jaime Castells “Cangrejo” para los amigos, entre los que tengo el honor de contarme.

Así que toque de diana a las 4´30 de la mañana ya que la quedada para ir hacia la Vall de la Gallinera era a las 6 a.m. desde Decathlón.

Y aquí es donde empieza mi particular calvario. Y es que de camino y en el coche, comienzo a sentirme un poco mareado. Conduce el coche Sergio y no lo digo porque lo hiciera mal, todo lo contrario, pero es que yo no estaba en plenas condiciones, vamos que comenzaba a darme cuenta que no iba a ser mi día. La cosa empieza a empeorar cuando dejamos la autovía de Alcoi y entramos en la carretera CV-700, con gran cantidad de curvas.

Hago intentos por mantener la calma pero ya estoy muy mareado. Le digo a Sergio que baje la velocidad, más como una forma de ver si con eso arreglaba algo que ya no tenía marcha atrás, que como una realidad, ya que vamos muy despacio. No obstante el bueno de Sergio reduce todo lo que puede. Mi angustia va en aumento aunque cada vez son menos los kilómetros que quedan por llegar y ya por fin, cuando entramos en el aparcamiento al final de Benialí, punto de inicio de la carrera, un agobio extremo y la creencia de que iba a soltar hasta la primera papilla en el coche de Sergio me obliga a decirle que pare que no aguanto más y ahí, en ese instante, es cuando pierdo el conocimiento, vamos que me desmayo, literalmente. Lo siguiente que recuerdo es tener a mis compañeros encima de mí con cara de asustados, supongo que por miedo a que alguno de ellos me tuviera que hacer el boca a boca. No acierto a saber qué me ha pasado ni cuánto tiempo estuve así, supongo que unos instantes, suficientes para que Sergio ya estuviera preparándose para ejercer de enfermero, por si acaso.

Salgo del coche, totalmente mareado, pero poco a poco y con el aire fresco de la mañana se va apaciguando mi angustia. No obstante tengo las piernas como un flan y ya empiezo a pensar que voy a ver la carrera desde la meta.

Vamos a la recogida de dorsales. Allí nos espera el amigo David que está pasando un fin de semana de desenfreno y lujuria muy cerca de allí.

A cada momento necesito sentarme. Mientras nos preparamos con todos los enseres para la carrera como un poco y parece que me voy encontrando algo mejor. A las 8 a.m. se da el pistoletazo de salida, como he dicho antes, desde Benialí.

La Vall de la gallinera es un municipio enclavado en la solana del pico de La Safor de 1.013m. que hace de frontera natural entre la Provincia de Alicante y Valencia. Está integrado por ocho pueblos y se dedica tradicionalmente al cultivo de la cereza, algo que más o menos por estas fechas hace que este valle se convierta en un cuadro de colorido, cuando los cerezos están en flor de los más bonitos que he visto. Existe una ruta, la de los 8 pueblos, más o menos la que vamos a hacer en la carrera, que recorre el valle desde su cabecera en Alpatró, si se viene desde Alcoi o desde Benialí si se entra desde la costa.

Salimos pues, algo más de los 265 participantes que acabaríamos la carrera, con un buen ambiente festivo y una mañana que invita a correr, si no te ha pasado nada como a mí, claro,  ya que durante los primeros kilómetros no hay aire suficiente para llenar mis pulmones y una sensación de resacón me invade. El amigo Jaime, está a mi lado, no me pierde de vista, me va esperando cuando iniciamos el primer ascenso, una vez pasado el pueblo de Benirrama, al otro lado del valle en dirección hacia el mar, un ascenso en zigzag muy bonito para ir entrando en calor hasta que alcanzamos lo que por allí se llama les Llomes del Xap, una planicie con pequeñas bajadas y subidas y ¡sorpresa! el mismo terreno que en la perimetral, una sucesiones de canchales de piedra incrustada en el terreno donde no sabes dónde meter el pie para no doblártelo. El paisaje que recuerda a grandes huesos de dinosaurios diseminados. Pienso que menos mal que sólo son 28k y no 73, así que para delante. Sopla viento fuerte y está nublado. El amigo Jaime sigue a mi lado a pesar de insistirle en que haga su carrera. Y esto es por lo que me gustan las carreras de montaña porque no hay o lo hay en menor medida un ambiente tan competitivo como en las carreras de asfalto, sin menospreciarlas  ni mucho menos a los que las corren. El compañerismo está por encima de cualquier cosa.

Seguimos hasta el primer avituallamiento en el Km. 8, en lo que se denomina Mirador del Xap. Retomamos fuerzas, yo las necesito, nos hacemos una bonita foto y continuamos. Comienza una bajada divertida por una pista muy corredera de poco más de dos km. y volvemos a  iniciar el ascenso, de nuevo en zigzag, donde ya nos encontramos con los primeros corredores de la Sprint trail que bajan que da gusto. Hasta ganar de nuevo la planicie a unos 645 m. de altitud, nos cruzamos con más corredores.

La pista ya arriba, va cresteando suavemente, con algún repecho más fuerte pero no demasiado. Vamos en dirección a la Penya Foradada. Si se buscan imágenes de ella, se podrá ver cómo hay un momento del amanecer o del atardecer, en que los rayos de Sol pasan justo por el agujero en la roca. Yo ya había visto la Penya en otro viaje anterior y la verdad es que tenía muchas ganas de llegar hasta allí.

Seguimos subiendo un poco más hasta alcanzar la cota máxima de la carrera a algo más de 885 m. de altitud. Y ya desde allí comienza la “gran bajada”. A estas alturas, creo que ya me he repuesto del todo. El amigo Jaime, decide por fin soltar el lastre que le supongo y dejarse llevar por una bajada muy bonita, muy trialera, que pasa por el Castillo en ruinas de Benissili, una atalaya que domina el valle. El final de la bajada pasa por la parte más fea de la carrera porque antes de llegar a Alpatró nos lleva por una acequia de desagüe con algo de basura, pero sólo son unos cientos de metros.

En Alpatró nuevo avituallamiento. En la mesa, además de lo habitual hay un par de botellas de cantueso y de anís, a las que sólo les queda ¼ del contenido. Me pregunto si los corredores que van por delante de mi han tomado y eso es el secreto de que vayan tan rápidos, pero cuando veo a la gente que está en el puesto y las risas que tienen deduzco que no.

Tras salir del pueblo iniciamos un ascenso tras cruzar el barranc del Runder. Tras la subida, corta pero intensa unos kilómetros de llaneo para comenzar a bajar por una senda angosta y con mucha piedra suelta para volver a cruzar el barranc una y otra vez de un lado a otro, por pista enmarcada entre huertos de cerezos y otros árboles frutales. El sol hace rato que ya pega con fuerza, son las 12 de la mañana. Así será de hasta Benialí.

Desde el Barranc del Runder, ascendemos y dejamos atrás las terrazas de huertos entrando en las calles del pueblo para por fin y tras 4 horas y media de carrera para mí, entrar en meta donde me esperan Ángel y Jaime con un buen bocadillo de salchichas en la mano. Ufff, por fin, prueba superada con éxito, teniendo en cuenta las peripecias con las que empezó el día.

Aquí acaba la carrera, que no el día y las risas, pues tras recuperarnos vamos a las duchas, bueno o lo que más se asemeja a unas duchas, que han situado en un parquecito en el que los niños juegan al lado y consisten en unas cajas con una cortina de plástico como puerta que dejaban al aire todas nuestras vergüenzas. Es una ducha rápida por esto y porque el agua sale helada no, lo siguiente. Los niños alucinaban con nuestros gritos cuando tocamos el agua. Vamos, fue la ducha más rápida que recuerdo: en cero coma.

Por último y para acabar un buen día de carrera compartimos mesa y mantel delante de un buen arroz al horno en uno de los barecillos del pueblo. Con el ánimo y el estómago satisfechos volvemos a casa.

Muy recomendable esta carrera para los que se animen al año siguiente, yo posiblemente lo haga.

Un saludo y hasta pronto.

Jota.

Enlaces sobre esta prueba

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Sergio VETERANO 3:11:22 57 27
David G. VETERANO 3:29:44 114 46
Pirri VETERANO 3:51:54 177 77
Jaime C. VETERANO 4:10:34 208 88
Jota MASTER-M 4:31:44 235 27