Mi primera maratón – Estocolmo – Jordi Jimeno
Tras haberme iniciado el año pasado en la media de Madrid y tras una lúdico-festiva media maratón de Puente Genil –podríamos decir mejor “Puente Genial” porque fue un viaje estupendo-, llegó el momento de tomarse las cosas un poco más en serio y afrontar el reto al que, sinceramente, nunca pensé enfrentarme: correr una Maratón. Qué mejor compañía para esta primera aventura que Borja, Manolo, mi hermano Vicente y…¡sorpresa! Ignacio como fichaje de última hora –Manolo no sabía nada-. Así que el viernes por la tarde ya estábamos todos reunidos en Estocolmo, una ciudad a priori asequible para realizar una primera maratón.
He de confesar que el viernes por la noche, aunque costase, no salimos. Lo difícil, por tanto, estaba hecho. A las 00.00 ya estábamos en la cama –cada uno en la suya- y yo soñé con que las suecas que habíamos visto por la tarde estarían animándome por la mañana.
Tras un generoso desayuno compuesto de pastazo, tostadas, frutos secos y café, nos dirigimos al Estadio, lugar donde comenzaría la carrera. Ante la amenaza de lluvia, Ignacio, buen meterólogo pero sin duda mejor persona, me tranquilizó comparándome la climatología sueca con la bilbaína: “Tranquilo Jordi, aquí no llueve, si acaso un poco de txiri-miri”. Decidimos dividirnos en dos grupos: Borja, Vicente y yo por un lado e Ignacio y Manolo por otro. Y comenzó la carrera.
Los primeros 15 km fueron una maravilla. Hacía una temperatura perfecta, íbamos los tres de palique e intentando chocar la mano a todos los niños que nos jaleaban con la palabra “heja”, que debía significar algo así como“venga chavales que lo estáis petando” –al final la acabé odiando, lo reconozco-. En el Km 18 todo cambió. Me di cuenta que estaba corriendo al ritmo de un iron man –Borja- y un maratoniano consagrado –mi hermano Vicente- y la rodilla izquierda se me empezó a cargar. Para colmo el tiempo cambió radicalmente y, aunque Ignacio fuese del mismo Bilbao, el txirimiri se tornó en una lluvia intensa que encharcó las calles de Estocolmo. Más o menos a la altura del Km 21 (lo hicimos en 1h 40min, ojo piojo!) dispensé a Borja para que fuese a su ritmo –no quería frenar su potencial- y Vicente hizo de liebre hasta el final de la carrera. Piano a piano si arriva lontano, pensé, así que, a pesar de los contratiempos físicos y las inclemencias meteorológicas, sabía que si corría con cabeza podía alcanzar la meta.
Pero la cabeza no lo es todo, también el “body” hace lo suyo y tenía que echarle algo para no quedarme a mitad de fuelle. Así que recurrí a los puestos de avituallamiento. Quizás era por gula pero pillé en todos. Pepinillo, plátanos, nueces, barritas energéticas,…sin darme cuenta no sabía si estaba corriendo una maratón o me había ido de tapeo bajo la lluvia por las calles de Estocolmo.
A partir del km 30 llegaron los calambres pero tenía claro que no quería pararme por nada del mundo. Me acordé de las palabras que dijo Chema Martinez en una entrevista hace poco en la prensa: “A partir del Km 30, el muro, no pienses, sólo corre”. Y eso hice. Con la ayuda inestimable de mi hermano intenté controlar la pisada en las subidas y luego descargar las piernas en las bajadas –por cierto, lo de que Estocolmo es llano habría que verlo-. Mi único objetivo era llegar. Ahora no me podía parar a mirar suecas ni a chocar la mano con los niños suecos, de hecho, si alguna se hubiera cruzado en mi camino se la hubiera amputado.
Hacía un frío del carajo, llovía a mares y tenía las manos para rallar parmesano pero daba igual. Por fin estaba entrando al estadio, cantando flamenco y adelantando al personal como si no hubiera mañana. Me sentí como Abel Antón en Barcelona 92. Y así fue, primera maratón completada.
Lo peor, todo hay que decirlo, fueron los momentos posteriores al final de la carrera. Seguía lloviendo a mares y comenzaron los síntomas de hipotermia. No podía ni quitarme el chip, ni cambiarme, ni caminar ni nada y llegar así al apartamento parecía complicado. Aprovechando que estaba más amarillo que los Simpson, sabiamente, fui con mi hermano a la enfermería. Allí unas suecas muy amables me cubrieron en mantas y me dieron agua caliente con azúcar hasta que entré en calor y ya conseguimos volver a casa.
Ahora, frente al ordenador, empiezo a ser consciente de que he superado un reto para el que quizás no estaba bien preparado. Estoy seguro de que, con la ayuda de la familia de Atotrapo, será el primero de muchos.
Un abrazo fuerte a todos
Jordi
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También puedes leer la crónica de Naxete en “memorias garcia rato”.
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre |
Categoría |
Tiempo |
Puesto General |
Puesto Categoría |
Borja |
YOB89 |
3:23:01 |
1607 |
817 |
Vicente G. |
YOB87 |
3:42:30 |
3720 |
1756 |
Jordi G. |
YOB89 |
3:42:43 |
3748 |
1773 |
Naxete |
YOB76 |
4:16:40 |
– |
– |
Manolo |
YOB46 |
4:16:40 |
7583 |
57 |
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