Esperaba esa fecha (jueves, 10) como el agua de Mayo (aunque escasee por estos lares), pero tampoco quería ser impaciente, más que nada para no ser pesao.
Todo listo y preparado a la Clínica Vistahermosa nos dirigimos para realizar el ingreso y alojarnos en la habitación designada hasta que me bajasen al quirófano, allí inicie la lectura del libro que los compañeros me habían regalado, un maravilloso regalo el cual me lo he zampado, he disfrutado como un crío con su primer helado, una jartá de reír (el primer libro de Eduardo Mendoza que he leído, los personajes del libro me han traído a la memoria algunas vivencias de nuestras trotadas).
Al ver la enfermera que me ponía la bata oficial nuestra, me miró como no dando crédito y me invitó a quitármela ya que no se puede bajar a quirófanos con nada de la calle, ¡¡menudo disgusto!!, no pasa nada, el tiempo pasa y mis dulces acompañantes (Ángeles y Mª Jesús) se impacientaban, creo que ellas estaban algo mas tensas que yo.
Yo realizaba estiramientos, respiraciones profundas y seguía de vez en cuando con mi lectura. Me dejaron para el final, de hecho, cuando llegue al quirófano las caras de los currantes eran más bien de cansancio. Se me acerco una sra. rusa presentándose como la anestesista la cual me pone un papel delante para que lo firmase, ¿a ver quién es el guapo que no lo firma?, vamos, era capaz de pincharme el dedo y coger sangre para estampar la huella digital (y yo sin gafas, ¿quien se va a llevar las gafas de cerca al quirófano?), el tiempo pasa y ya por fin se acerca a mí el Dr. Enrique Martínez para decirme que en breve está listo el quirófano y entro, me pregunta que tal estoy, a lo que le contesto que con ganas de calzarme las zapas para trotar el domingo, respuesta suya: “este domingo, de momento NO”.
Paso al quirófano y en el mismo vuelvo a ver a la rusa y resto del equipo. Como por arte de magia, la anestesia hace efecto y corren el telón, poniendo el cirujano la orquesta en marcha. Creo que desfilaron la gran mayoría de instrumentos habidos y por haber, sierras, fresas, martillos, tenazas,… con alguna aparición de tornillos, alambres, grapas,… para finalizar con un sutil cosido momento éste en que procedieron a correr el telón y mostrarme la obra, aplaudí y felicite al personal, al cual invité a cenar pero olvidé que la mujer me esperaba en la habitación por lo que hube de dar marcha atrás.
Subí a la habitación a hombros y fui depositado en la cama y enganchado a bolsas varias de donde un continuo goteo no paraba de darme ánimos ¡!. La anestesia fue retirándose y la movilidad recuperando, buen presagio; breve fue mi estancia en la Clínica ya que en menos de 24 horas estaba de nuevo en casa
Esto pinta bien, los dolores apenas hacen presencia, el libro me ha encantado (El Enredo de la Bolsa y la Vida), me he destornillado de risa con él, y día a día voy notando mejoría.
Gracias a todos y hasta mañana.