42 años y 165 días (… casi, casi)
Desde hace un par de años, en una cena del grupo, en la que nuestro amigo Fran Calores me relató lo bien que lo pasó en el Maratón de Donostia, me rondaba la idea de acudir algún día.
Tras darnos un tiempo el Maratón y yo, por haber abandonado en los dos intentos de 2013, el año en que cumplía 42 años se me reveló como señal inequívoca de que era el momento de volver a preparar la prueba reina de los corredores de fondo y, de paso, quitarme la espinita de los abandonos.
Después del verano, Pili aceptó de nuevo apoyarme con su sabiduría y experiencia enviándome semanalmente un plan de entrenamiento que empezó con cuatro sesiones semanales y acabó con cinco, no porque las necesitara físicamente (según ella), sino para que me sintiera más seguro y mi coco no me hiciera abandonar en el tramo final de la carrera.
Me inscribí allá por Julio, por lo que ya no había marcha atrás y aproveché para organizar unas vacaciones familiares que, aunque breves, nos están permitiendo una visita fugaz, insuficiente a todas luces a San Sebastián, Hondarribia y Suances, en Cantabria, en una visita a unos fantásticos amigos que tenemos en la zona, degustando pinchos, vinos, carnes y pescados que, aun sin correr, merecería la pena probar, pero a lo que voy….
La salida del Maratón a las 9:00, quedo media horita antes con Pili y Juanma cerca de la salida para hacernos la foto de rigor, Pili me comenta que no está bien, lo que me deja más tranquilo, (ya que eso significa que está a tope) y a nuestros cajones, cada cual teniendo claro el objetivo. Pili y yo con la idea de hacer la carrera a 4’50’’ y Juanma, que me confesó que, nunca había entrenado tanto una carrera (he de confesar que yo tampoco) a hacerla cómodo y bajar la marca que venía de hacer en Chicago, pero sin presión.
Esta edición hace coincidir la prueba del Maratón con una media y un 10 k.
El recorrido del maratón son dos vueltas iguales, comenzando en la Avenida Madrid, cerca del estadio de Anoeta, remontando la desembocadura del rio Urumea en la que disfrutamos de maravillosas vistas de fachadas y puentes sencillamente espectaculares, durante los primeros cinco kilómetros y vuelta hacia el mar, llegando a la playa de La Concha allá por el kilómetro 9 recorriendo el paseo marítimo y dirigiéndonos hacia la zona conocida como Antiguo, pasando por túneles y amplias avenidas.
Foto de la organización www.maratondonostia.com
El día acompañaba, unos diez grados y cielo nublado, Pili y yo íbamos muy cómodos, charrando y bromeando al ver a un chaval corriendo con pantalón de chándal. En varias zonas nos cruzamos con Juanma, profiriendo alaridos de ánimo de ida y vuelta. En el kilómetro 10 pasamos junto al hotel donde yo me alojaba y veo a mi mujer y mis hijos a los que saludo y ya volveré a ver en el Estadio de Anoeta, donde se sitúa la meta. En el kilómetro 11, cosas del maratón, Pili tiene que hacer una visita para aliviar fluidos y me pide que no pare. Me cuesta no hacerlo, trato de bajar un poco el ritmo, pero tengo fe ciega en ella y no paro. Tras salir, tuvo que hacer un kilómetro a 4’14’’ para alcanzarme de nuevo. Volvemos hacia la playa frescos, primer tercio superado, y ya estamos enfilando un tramo de avenidas de tres kilómetros de vuelta al estadio, en cuyos alrededores se concentra la mayor parte del público y familiares. Cuando entramos por primera vez en el estadio, al salir, kilómetro 22 le digo a Pili lo bien que vamos, que lo estoy pasando bomba y seguimos al lío.
Tenía claro que mi carrera empezaba en el kilómetro 30 y así fue. Los kilómetros empiezan a pesar y la frescura de la primera parte a partir de ese kilómetro se torna un esfuerzo titánico por mantener el ritmo y seguir a toda costa a pesar de los mensajes que le envía el cerebro al cuerpo de pararse a un lado. Hoy no tocaba, iba decidido a terminar como fuese, tenía mil motivos para seguir. Trataba de ralentizar un poco el ritmo y seguir, vamos, tú puedes era el único mensaje.
Llegamos al kilómetro 38, y de ahí al final fue Pili la que me hizo no desfallecer, no paraba de hablarme, de gritarme, de decirme que ya lo teníamos, que arriba, que yo podía, en fin, de todo, su compañía fue la que me hizo seguir apretando los dientes hasta entrar en el estadio y cruzar la meta juntos y fundirnos en un abrazo.
Pili se quedó a esperar a Juanma, que menudo carrerón que hizo. Yo habría querido esperarle para darle un abrazo, pero mi físico no me permitía más que ir a por la mochila al guardarropa para abrigarme cuanto antes, ya que los temblores y vómitos aparecieron de nuevo.
Al rato de estar en el Hotel, por fin pude comer algo y tranquilizar a todos aquellos que se preocupaban por mí, tanto en Donostia cómo en Alicante.
Al grupo completo de A TO TRAPO, mil gracias por vuestro apoyo, tanto gatopardos como “cabras montesas”, y un agradecimiento especial siempre a Minerva, mi mujer, por su apoyo y paciencia infinita y muy especial a Pili y Fernando, personas que se cruzan en tu camino y te demuestran la verdadera cara de la amistad.
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre |
Categoría |
Tiempo |
Puesto General |
Puesto Categoría |
Juan Enrique |
V40M |
3:20:18 |
989 |
286 |
Pili |
V45F |
3:20:18 |
990 |
5 |
Juanma |
V55M |
3:30:54 |
1544 |
38 |
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