El Viernes 12 a las 18.00 h pasaba por Petrer a recogerme Antoñito con el furgón hasta arriba de paquetes para entregar en la central de Fedex en Valencia. Cargamos el equipaje en los pocos huecos que quedaban y hacia allá nos encaminamos a hacer puntual entrega de la carga y desde allí poner rumbo a Pirineos.
Llegamos al embalse de Cavallers a las 4 de la madrugada y allí mismo montamos el hotel en el cajón del furgón donde antes había decenas paquetes. Tras 4 horas de descanso nos pusimos en camino hacia el punto de partida de la ruta, el refugio Ventosa i Clavell. Nos llevó algo más de dos horas llegar allí, que hubieran sido 3 horas de no ser por 2 guardias civiles de montaña que tuvieron a bien apretar el ritmo para darnos caza y Antonio, que por deportividad o por costumbre de sus años jóvenes, intentó huir de la persecución de la Benemérita imponiendo un infernal ritmo de subida que no impidió que nos alcanzaran. No obstante finalmente llegamos juntos al refugio desde donde nos encaminamos al siguiente refugio (D’Estany Llong).
Era la etapa más dura y vaya si lo fue, nos esperaba una subida de bloques de granito y fuerte pendiente y una bajada del mismo estilo. Llegamos cansados al refugio para ver que lo peor del día no había sido la subida sino el barbudo del refugio d’Estany Llong que olvidando el porqué le pagan para trabajar en un refugio, nos dijo que no tenía camas, ni sitio en el comedor para dormir en el suelo y que, en pocas palabras, nos buscásemos la vida, no sin antes recordarnos que en el parque nacional estaba prohibido vivaquear. Una gran acogida a dos montañeros en una tarde de lluvia, esperemos que en el futuro recuerden a la gente que trabaja en estos refugios que al montañero nunca se le deja tirado.
Viéndonos en la calle y con las nubes amenazando lluvia buscamos refugio en una leñera, donde construimos un pequeño pesebre donde pudimos pasar la noche y descansar con más comodidades de las que en principio esperábamos. Nos planteamos no continuar la ruta ante la perspectiva de encontrar más barbudos que nos dejasen tirados para dormir al raso, pero en el último momento decidimos seguir con todas las consecuencias.
Nos encaminamos al siguiente refugio, esta vez por sendas mucho más transitables que las del día anterior y llegamos al refugio de Mallafré desde donde salimos hacia el refugio de Amitges. Por error habíamos equivocado el camino y nos habíamos saltado 2 refugios, lo cual nos vino bien ya que a mi las fuerzas no me estaban acompañando y nuestro ritmo no era el indicado para hacer la ruta completa.
Llegamos finalmente al refugio de Colomers después de aguantar durante casi una hora un auténtico aguacero. Afortunadamente encontramos buena gente en este refugio que nos consiguieron dos camas y nos sirvieron una buena cena caliente que nos devolvió fuerzas y renovó nuestro espíritu. Nos acostamos en nuestras camas, dispuestos a descansar sobre un mullido colchón, pero una hora después llego un auténtico campeón de ronquidos que nos deleitó con sus diferentes registros. Ante semejante escándalo roncador yo opté por irme al salón del refugio a dormir en el suelo y Antonio hizo acto de valentía y aguantó bregando con el roncador.
Al día siguiente pusimos rumbo al refugio de la Restanca, nos encontrábamos bien de ánimo y forma y el camino se hizo muy ameno, como no podía ser de otra forma teniendo a Antoñito de compañero. De la Restanca fuimos a Ventosa y de allí al coche, hicimos el recorrido a buen ritmo y bajamos corriendo…
El paisaje fenomenal, la experiencia aún mejor…