Desde hacía una semana tenía reservada esta tarde para trotar con Juanma por Serragrossa pero la loca climatología que nos hace pasar de los 18ºC de ayer en Alicante al frío siberiano de hoy nos hizo cambiar los planes, bueno, si he de ser sincera fueron más los emails de Nacho diciéndonos que hiciéramos una escapada al Cabeçó que estaba nevado que otra cosa. El caso es que como somos personas difíciles de convencer, en eso de una hora me veo envuelta en una aventura diferente, donde, algunos con la comida todavía sin digerir, y otros casi sin poner el pié en casa, allí estábamos los tres a las 16:15h en el punto de encuentro para dirigir nuestros pasos a nuestro querido Cabeçó.
Como estábamos limitados a la luz solar, aunque “porsi” nos habíamos echado los frontales, decidimos hacer la ruta clásica. Con una temperatura de 6ºC y un viento cortante enfilamos la subida por el racó de Seva donde cada vez íbamos viendo más nieve, y entre risas, tirarnos bolas cual niños, fotos y disfrute ibamos cogiendo altura. El paisaje era precioso, de empezar a ver un poco de hielo sobre los matorrales a ver ya los árboles nevados, con una capa que dejaba ver el color y que difícil es de describir ante los ojos lo que teníamos, comentando como no, lo privilegiados que éramos de poder gozar de tal semejante estampa en una tarde de jueves.
Una vez pasado el collado Poset, seguimos ascendiendo por la zona de la pedrera, la nieve se hacía cada vez más espesa, encontrándonos hielo a nuestros piés, y pensando que la bajada iba a ser un tanto peligrosa. Poco a poco llegábamos a la cumbre, no sin antes encontrarnos a algunos senderistas que tuvieron la misma idea, y ya allí, con un frío que pelaba, contemplamos la gran estampa que desde allí se vislumbra: Puig Campana, Aitana, Penya Migjorn, Maigmó, … , pero lo más impresionante era ver el contraste del sol, el mar, las zonas que no estaban nevadas, el cielo, que parecía formar una cortina … en fin … ESO HAY QUE VERLO.
Tras alguna foto rápida, y asombrados aún de ver a nuestro Nacho con sus pantalones cortos, comenzamos a descender, el sol se iba metiendo en cuestión de minutos y tampoco era cuestión de estropearnos la tarde. Tras pasar la zona más resbaladiza, la cuál sorteamos a las mil maravillas (parecía que llevábamos crampones), aunque alguno tuvo algún resbalón, cogimos la senda de bajada por la solana y todo lo veloces que podíamos, y con la alegría en el cuerpo de la tarde tan bien aprovechada llegamos a las cuevas del Canelobre, donde ya casi de noche, nos felicitábamos por haber hecho juntos lo que más nos gusta.
Ya en el coche, y a 4-5ºC , cambio rápido de ropa, y aunque raro, sin tomar una cervecica, volvimos a nuestro punto de encuentro dónde ya cada uno puso rumbo a su casa a por una buena y reconfortante ducha para quitarnos el frío.
Todavia estoy que no quepo en mí, hacia tiempo que no disfrutaba de la nieve aquí, y hoy por fin lo he podido hacer con una estupenda compañia, ¿qué más puedo pedir? Pues que me dure mucho tiempo.
Toñi
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También puedes leer la crónica de Nacho en su blog.
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