A las 7,45 nos reunimos en el punto de encuentro para dirigirnos hacia Busot en coche y llegar casi hasta la entrada de las cuevas de Canelobre. Somos siete los afortunados en este día despejado y que parece que va a ser soleado: Antoñito, Bauti, Juanma, Jesus, Jose Ginés, Fran y yo, Ramonet.
Salimos disparados hacia la cota máxima del Cabezo d’Or con una altitud de 1207 metros. Nos dirigimos en una aproximación hasta el Racó de Seva para ascender por una de las vías clásicas. Nos metemos en zona de umbría y avanzamos por dos de los esquinales del Cabezó, el esquinal de la Foradada y el de Racó Caldero, dos agujas de caliza impresionantes.
Ya en el Raco Seva la subida empieza a ser dura pero en un pis pas estamos pegados al paredón de los alcoyanos y algunos nos acercamos a ver la famosa cueva del ermitaño la cual en los años 80 estaba habitada por temporadas.
Llegamos al Collado del Polset y sin mediar palabra tiramos hacia la cumbre por zonas de canchales. La vegetación de la zona le da un encanto al lugar lleno de coscojas, algunas carrascas, pino joven y algunos arbustos como aliaga, jara, brezo, zarzas etc.
Nos pegamos a las paredes de la Peña Rodona, última parte de la ascensión y pasamos por una pequeña zona de grimpada llamada el escalón Hillary (bien por Bauti que sabía tan bien todos los pasos y zonas de la sierra) y al cambiar de vertiente estamos en la cumbre en unos minutos.
Nuestro honorable presi hace los honores y nos rocía a todos con champán del Culebrón y sacamos las fotos de rigor. La vista es impresionante y se divisan casi todas las sierras de la Marina Baixa, Alcoiá, El Alacantí y alguna de la Marina Alta, pero nuestra sorpresa ha sido que con el día tan despejado que hacía, nuestros ojos han divisado las montañas de Ibiza hacia el noreste y hacia el sur la Manga del Mar Menor, hemos alucinado con la panorámica que teníamos por todos lados.
Después de recrearnos en la cumbre abrimos el ”parapente” e iniciamos el descenso hacia el Collado Polset y desde allí por una vereda preciosa, con Juanma abriendo camino, nos hemos lanzado por el barranc de les Colles hasta las faldas del Cabezó para regresar al coche por Canelobre por una media ladera sinuosa.
Hemos pasado una mañana fabulosa ya que personalmente hacía tiempo que no subía al Cabezo y tenía ganas de hacerlo otra vez. El próximo año si se tercia, estaremos otra vez para despedir el año.
Saludos y un abrazo.
Ramonet.