Fue durante el mes de octubre del pasado año cuando recibí la llamada de mi amigo Josemi. Quería hacerme una visita para tomar un café y ver cómo iba de mi reciente lesión en el gemelo, tras haber sufrido una microrrotura en un entrenamiento. Yo sospechaba que no sólo venía para eso. Tenía en mente hacer algo grande para el próximo año, y es que, después de haber participado en la exigente prueba de la Ronda dels Cims se había quedado maravillado de las montañas de Andorra y le había puesto el ojo a otro gran reto llamado “Euforia”.
Ya había oído hablar de esta prueba y de su dureza, de la que con sólo ver sus números se te ponen los pelos de punta. Se trata de una prueba de ultra-resistencia de 233 Km con 20.000 m de desnivel positivo y 20.000 m de desnivel negativo, en equipo indisociable de dos corredores, sin marcaje en el recorrido y con 4 únicos avituallamientos. La prueba “te ofrece” la posibilidad de admirar Andorra desde sus cimas más altas, coronando 5 picos por encima de los 2.900 m de altitud y la friolera de 32 picos o collados entre 2.500 m y 2.900 m.
Así que cuando Josemi me planteó ser su compañero de viaje me cambió la cara, sinceramente. Me parecía una empresa de tal envergadura que le dije que tenía que pensarlo muy bien. Acababa de terminar hacía poco más de un mes el Ultra Trail del Mont Blanc y no quería oír hablar de carreras, sólo pensaba en disfrutar de las salidas por el monte en compañía de buenos amigos.
Estuve algunos días meditando la propuesta, aunque pocos, en realidad, porque enseguida tomé la decisión de participar en esta aventura pirenaica. Suponía la oportunidad de poder vivir una experiencia única, un tipo de prueba con un concepto totalmente distinto a lo que estábamos acostumbrados, más basada en el espíritu de equipo y en los valores de superación, esfuerzo y compañerismo que transmite.
El hecho de compartir esta aventura con Josemi fue determinante en mi decisión y es que si había una persona con la que podía ir tranquilo y seguro a este tipo de prueba, ése era él, con una fortaleza física, técnica y mental envidiables y una experiencia más que demostrada para afrontar este desafío. Para mí siempre ha sido y sigue siendo un referente en las pruebas de montaña.
Durante los meses previos a la carrera estuvimos inmersos en la preparación necesaria para afrontarla con garantías, no sólo a nivel físico y de entrenamientos, sino también en todo lo concerniente al material necesario que teníamos que llevar encima y el que tendríamos que depositar en una bolsa única, que la organización nos iría transportando entre las 4 “bases de vida” existentes. Uno de los aspectos más importantes en este punto era la elección de una mochila adecuada, ya que calculamos que tendríamos que llevar un peso aproximado de entre 7 y 8 kilos y debía de ser lo más cómoda y completa posible. Otro punto imprescindible y que nos permitiría tener un conocimiento previo de la prueba fue el libro de ruta que la organización nos proporcionó, donde se detallaba de forma descriptiva todas las referencias de cimas, collados, cruces, tramos técnicos y refugios, que unido a la descarga del track del recorrido en nuestros GPS, nos ayudaría a orientarnos en carrera.
Para finalizar, hicimos una muy buena planificación, teniendo en cuenta muchos aspectos como son la alimentación, horas de descanso entre avituallamientos, refugios de montaña por los que debíamos pasar, así como los tiempos de paso de la edición anterior, que nos servirían de referencia y las distintas barreras horarias. Con todo esto Josemi hizo una estimación de llegada a meta de 108 horas, muy aproximada a las 110 horas que la organización daba como tiempo límite para finalizar la prueba.
Partimos juntos hacia Andorra un día antes del comienzo de la prueba, ya que debíamos acudir a la charla en donde la organización nos iba a exponer todos los pormenores técnicos de la carrera. Este “briefing” era de obligada asistencia, así que llegamos puntuales a Ordino, población que, con 1.300 metros de altitud, es el punto de salida y meta de “Euforia”, así como del resto de pruebas que engloban la Andorra Ultra Trail Vallnord. En una de estas pruebas, la “Celestrail” participaba nuestro amigo y compañero de A to trapo, Cristian Aracil, que había elegido dicha prueba en su preparación de lo que sería su gran reto de este año, el UTMB.
Acabada la charla, recogimos los dorsales y una bolsa para el corredor bastante completa, que incluía el macuto donde había que depositar todo nuestro material necesario para los avituallamientos. Después de una cena a base de pizzas nos retiramos al hotel a descansar.
Primer día (Ordino – Coma d´Arcalís)
Y llega el gran día esperado, son las 06:15 de la mañana cuando nos presentamos en el lugar de salida. La mañana es espléndida y tras un desayuno rápido, vamos a la zona de control de material y allí nos colocan en la muñeca la baliza GPS que daría nuestra posición en todo momento y con la que podríamos comunicarnos con la organización en caso de emergencia.
Los tambores de las batucadas retumban en nuestros oídos y el ambiente es extraordinario. Somos 62 parejas de diversas nacionalidades las que allí nos congregamos para tomar la salida y la gente no para de darnos ánimos. Vemos a Marcos Baeza, otro mutxamelero que va a participar en la Ronda dels Cims y que también ha venido a darnos su apoyo.
La carrera da comienzo a las 07:00 al compás de la música de Carl Orff, Carmina Burana y los estruendos de los cohetes, haciendo que se nos ponga la piel de gallina. La motivación e ilusión que nos embarga es máxima.
Trotamos durante el primer kilómetro de asfalto dando la vuelta al pueblo, lo suficiente como para que el pelotón se vaya estirando, hasta adentramos enseguida por un frondoso bosque que nos lleva por un camino estrecho y empinado que flanquea la corriente de un río y llega a un rellano en donde podemos contemplar Ordino desde lo alto. Allí nos despedimos del pueblo con la esperanza de regresar y atravesar dentro de 5 días, que se dice pronto, la línea de meta.
El ritmo es muy tranquilo, más nos vale, y poco a poco nos vamos posicionando en el grupo central de corredores y observando la composición de los dúos que forman los equipos. Nos llaman la atención los dos equipos andorranos, con una veterana corredora tirando al frente de ellos, y que corre en compañía de su hijo. Josemi y yo los dejamos pasar, quedándonos boquiabiertos con la fortaleza de esta mujer.
Llegamos al primer collado situado a casi 2.000 m para encadenar una preciosa bajada en una zona boscosa. La emoción de estas primeras horas de carrera hace que me sienta “eufórico”, así que me envalentono en este tramo y Josemi me tiene que frenar sacando sus bastones para darme el primer aviso. Pronto salimos del bosque para dirigirnos en una fuerte subida hacia un collado desde el cual avanzamos por una cresta muy técnica entre bloques rocosos y cuyo final es el Pic de l´Estanyó (2.914 m), primera de las 5 cimas que subiremos por encima de los 2.900 m. Josemi ya conoce esta zona, ya que estuvo recorriéndola el año pasado con Rosa, ¡vaya una campeona!, al subir por estas cumbres tan abruptas.
La pequeña plataforma que hay en la cima nos ofrece unas vistas excepcionales ya que el día es claro y soleado. Tras comer un poco de fruta y hacer unas fotos regresamos por el mismo camino que hemos hecho de subida para ir derechos a una fuerte bajada por una pedrera en la que hay que tomar precaución para que las rocas sueltas no rueden hacia los corredores que van por debajo. Enseguida llegamos al Pic de la Cabaneta (2.864 m) para atacar inmediatamente nuestro segundo pico de más de 2.900 m. La subida a la cumbre del Pic de la Serrera (2.913 m) es corta pero fuerte, aunque merece la pena ya que la vista es otra vez alucinante, con todo el sur de Francia bajo nuestros pies. Continuamos por la cresta en un sendero y empezamos una bajada bastante vertical para adentrarnos en un bosque que abandonamos pronto para llegar al refugio de Sorteny, situado a casi 2.000 m de altitud. Son las tres de la tarde y hemos empleado 8 horas en recorrer los primeros 26 km.
Llegamos hambrientos al refugio y pedimos macarrones y quiche para compartir. La dueña, muy amable, nos advierte que no podremos seguir corriendo si nos zampamos todo y al ver los enormes platos de macarrones nos damos cuenta de que tiene razón, así que decidimos dejar la quiche para otra ocasión.
Tras reponer fuerzas salimos justo por detrás del refugio por una senda ascendente muy corta hasta entrar en el valle de Rialb, que subimos siguiendo un río y pasando bajo el refugio del mismo nombre. La zona es preciosa, la primavera ha inundado estos valles pirenaicos de mantos de flores y forman una acuarela de colores para nuestros ojos.
Alcanzamos el Pic del Port de Siguer (2.630 m) donde hay que extremar precaución en una bajada con mucha pendiente, que nos lleva a un collado desde el cual asaltaremos la ascensión al Pic de Font Blanca (2.903 m), donde la panorámica es de nuevo espectacular. Descendemos para llegar al circo de los Estanys de Tristaina y ya la noche empieza a caer, teniendo que sacar los frontales para llegar a la 1ª base de vida, en Coma d´Arcalís, no sin antes acometer la Punta de Perguils (2.698 m) con una subida bastante dura.
Llegamos a la primera base de vida a las 23:30 horas tras haber recorrido 50 km en 16 horas y media. Nuestros relojes marcan casi 5.500 m de desnivel positivo. ¡Qué barbaridad! La jornada ha sido realmente dura por la tecnicidad del terreno. Según nos comenta gente de la organización el año pasado ya hubo aquí un número elevado de abandonos y se nota que este año los corredores vienen mejor preparados.
Tras una cena variada y cambiarnos de ropa, decidimos continuar sin dormir esa primera noche, tal y como teníamos planificado y aprovechar que estamos “frescos”.
Segundo día (Coma d´Arcalís – La Margineda)
Salimos muy animados y con ganas así que hay intentar llegar lo más enteros posibles a La Margineda, segunda base de vida situada a 45 km y allí ya poder dormir algo.
Hasta el momento hemos seguido el track de la ruta sin mucha dificultad, pero de noche la cosa cambia y hay que estar mucho más atentos para no despistarnos, aunque Josemi está muy pendiente en todo momento y avanzamos seguros hacia la Brecha de Arcalís y desde allí giramos a la derecha para acometer la subida al Pic de Cataperdis (2.805 m) por un mar de rocas y bloques de piedra hasta llegar a la cima y aunque es de noche, el cielo es estrellado y nos detenemos un instante para poder vislumbrar los contornos del pirineo andorrano. No olvidaré la sensación de paz de aquel momento.
Volvemos a bajar por la misma vía hacia los Estanys de Angonella y dirigirnos hacia el Pic de les Fonts (2.749 m). En la bajada coincidimos con el equipo mixto japonés y un equipo francés y durante algún tramo no tenemos claro por dónde avanzar y nos vamos saliendo del track, según nos indican los GPS. Después de unos momentos de indecisión, Josemi toma las riendas del grupo y al grito de, ¡seguidme por aquí!, nos devuelve a todos a la senda correcta.
Tomamos camino hacia el collado de los Estanys forcats, para a continuación subir al Pico de Baiau (2.756 m). En el descenso encontramos a varios equipos y de nuevo reina la incertidumbre. Estamos claramente fuera del recorrido y la mayoría de los corredores toma la determinación de bajar flanqueando por el torrente de un río. Josemi y yo no lo vemos nada claro y decidimos girar a la izquierda en busca de una salida. ¡Dios mío! De repente nos encontramos al borde de un precipicio y son momentos de mucha tensión, así que retrocedemos monte a través para coger una nueva senda. En ese momento nuestros frontales iluminan a lo lejos del valle unas balizas que señalizan el recorrido de la Ronda dels Cims. Respiramos de alivio y bajamos por un camino pedregoso para llegar a los pies del cuarto pico de más de 2.900 m y máxima cota del Principado, el majestuoso Pic del Comapedrosa (2.942 m).
La verticalidad y dureza de la subida es tremenda, con tramos de pedreras y bloques graníticos enormes que vamos sorteando. Pero todo este esfuerzo tiene su recompensa y la naturaleza nos regala la belleza de un hermoso amanecer a nuestras espaldas, así que decidimos parar a contemplarlo y aprovechar para descansar y comer un poco en la parte final de la ascensión. Retomamos la subida y nos plantamos en la cima donde una densa niebla y el frío nos obliga descender rápido, no sin antes haber inmortalizado con una foto ese momento.
Comenzamos un descenso complicado en su parte inicial hasta llegar al emblemático Estany Negre, que bordeamos, y donde la nieve permanece perpetua a su alrededor y hay que ir con precaución para no resbalarse. Seguimos de bajada, pero por un sendero fácil que nos conduce al refugio de Comapedrosa donde cogemos fuerzas a base de un bocata y algo de fruta, aunque en mi caso hago un gran esfuerzo por comer, ya que no ando fino del estómago.
Tras descansar un rato salimos repuestos hacia la Portella de Sanfons (2.588 m) y desde allí seguir una cresta herbosa que nos lleva hasta el Port de Cabús (2.302 m) y desde donde empezamos una nueva subida hasta el Pic dels Llacs (2.692 m). El descenso es farragoso por una zona rota de piedras, sin ningún tipo de marca o senda que nos pueda orientar.
Llegamos al Coll de la Botella, situado en la estación de esquí de Pal y donde hay un restaurante. No me encuentro bien, sigo con mis problemas estomacales y sin apetito, aun así, engullo como puedo el último montadito de jamón y un plátano. Si no como y recupero algo de energía lo voy a pasar muy mal. Josemi también está bajo de ánimos y es que llevamos más de 30 horas de carrera sin tregua y la falta de sueño y cansancio acumulado hacen que pasemos uno de los peores momentos de la carrera. Hablamos y nos animamos mutuamente durante un rato. Sabíamos a dónde veníamos y que tendríamos que hacer frente a estos momentos de flaqueza para llegar con éxito a la meta.
Salimos con firmeza y con la moral a tope dispuestos a llegar a la segunda base de vida así que nos dirigimos al Bony de la Pica (2.406 m) y desde aquí comenzar la temida y peligrosa bajada de casi 1.400 m hasta La Margineda por zonas técnicas, verticales y con tramos de destrepe al principio, donde se hace necesario el uso de cuerdas y cadenas para flanquearlos. El descenso se hace eterno y tras más de dos horas de castigo para nuestros cuádriceps llegamos por fin antes de que anochezca a la ansiada 2ª base de vida de La Margineda, después de haber recorrido 96 km y casi +10.000 m de desnivel en poco más de 39 horas. A estas alturas de carrera el rigor de la prueba empieza a pasar factura en los corredores y vemos a varios equipos que no continuarán u otros en los que uno de los integrantes está lesionado y su compañero busca un equipo que le pueda acoger.
Es hora de reponer fuerzas y descansar. Mis problemas de estómago han mejorado y consigo cenar bien una sopa, pasta y fruta abundante. Ducha, masaje y visita a la podóloga, ya que empezamos a tener grietas en las plantas de los pies por la humedad. Siguiendo nuestro plan nos acostamos a dormir 3 horas, que a mí me saben a 20, así que cuando Josemi viene a despertarme, le pido 5 minutos más como si de mi madre se tratara cuando me levantaba para ir al colegio.
Tercer día (La Margineda – Pas de la Casa)
Salimos renovados poco antes de las 3 de la madrugada en dirección hacia el Pic Negre (2.645 m). Es una larga subida por una senda cómoda en su parte inicial y durante el trayecto nos alcanzan los dos equipos andorranos. Y de nuevo Maribel, que así es como se llama la curtida corredora, tirando del grupo con su hijo Jose y el otro joven dúo formado por Gonzalo y Jordi a los cuales se ha unido Guillaume, un corredor francés que iba con su hermano, el cual tras sufrir una lesión ha tenido que abandonar en La Margineda. Josemi me indica que me pegue a ellos ya que el ritmo que llevan parece adecuado. A partir de este momento comienza una nueva carrera para todos nosotros, donde el compañerismo y la unión de todo el grupo prevalecerá por encima de cualquier cosa.
Amanece a nuestra llegada al refugio de Prat Primer (2.240 m) donde repostamos agua para enseguida acometer la subida por una pendiente vertical y rocosa al Pic Negre. Es un pico desolado, pero la belleza del paisaje que admiramos es impresionante y viendo el color de la cantidad de pizarra que lo cubre entendemos el porqué de su nombre. Bajamos el pico volviendo sobre nuestros pasos para enseguida ascender a la Torre dels Soldats (2.760 m) desde donde cogemos una bajada muy empinada por una zona de bloques de piedra que nos obliga a ir con precaución y que nos llevará al Pic Monturull (2.754 m) y una vez allí, ir cresteando al Pic de Perafita (2.752 m). La panorámica en toda esta zona es abrumadora, de las más bonitas que vamos a poder contemplar y nos embarga una sensación de estar en montañas jamás pisadas por el hombre.
Iniciamos una larga bajada agradable que pasa por un riachuelo donde aprovechamos para reponer agua y seguimos por un prado hacia el refugio de Perafita, que pasamos de largo para adentrarnos en el precioso Valle del Madriu, declarado patrimonio mundial por la UNESCO y tras atravesar bosques y pequeños lagos llegamos sobre el medio día al Refugio de L´Illa (2.488 m) donde paramos a comer unos deliciosos espaguetis a la boloñesa. Hace un sol radiante que nos carga de energía para afrontar los últimos kilómetros que tenemos hasta la siguiente base de vida.
El ambiente en el grupo es fabuloso y salimos con decisión del refugio hacia el pico de Tosseta de Vallcivera (2.848 m) al cual ascendemos por un canchal de rocas descompuesto y desde allí atacamos el último de los picos de más de 2.900 m, la cumbre de la Portelleta (2.906 m). A continuación, bajamos por una canal hacia los Estanys de la Muga y decidimos acortar por unos neveros donde disfrutamos y nos reímos haciendo equilibrismo para no caernos, aunque no lo conseguimos. Pasamos por un nuevo collado antes de descender al valle de Vallcivera y seguimos el curso del río que lleva el mismo nombre y remontar a la Portella Blanca (2.516 m) que es el punto geográfico que separa Andorra, Francia y España. Bordeamos un lago y emprendemos la subida en zigzag por un camino rocoso hasta el Coll dels Isards (2.552 m) para por fin dejarnos caer y llegar casi anocheciendo a la 3ª base de vida de Pas de la Casa. Hasta el momento llevamos recorridos 142 km y +13.300 m de desnivel en algo más de 62 horas.
Entramos molidos a la base de vida, con los pies destrozados, entumecidos y llenos de grietas, los hombros baldados del peso de la mochila y con dolores de todo tipo en las piernas, así que, tras la ducha, como si de un ritual se tratase vamos directos al fisio y al podólogo. Las molestias en pies y piernas apenas me dejan dormir y nos levantamos para emprender de nuevo el rumbo sobre las 4 de la madrugada. Maribel y Jose saldrán más tarde, ya que este último arrastra molestias en la pierna.
Cuarto día (Pas de la Casa – Solanelles)
La noche es fría pero tranquila así que salimos abrigados de Pas de la Casa con Jordi, Gonzalo y el corredor francés. Tomamos camino por una senda que bordea un río donde la hierba está muy alta y mojada y nos va calando los pies poco a poco. ¡Lo que nos faltaba! Continuamos por una pista limpia hasta llegar a un collado que nos lleva al Port Dret (2.558 m) y desde el cual podemos contemplar un bonito amanecer con todo el valle de Sant Josep de fondo, que acabamos de subir. Desde allí culminamos por una senda tendida el Pic de la Cabaneta (2.818 m), que tiene el mismo nombre de un pico que hemos subido en la primera parte de nuestra aventura. Paramos a comer y a desprendernos de algo de ropa, ya que el sol empieza a apretar y allí nos alcanzan Maribel y su hijo Jose. Ya todos juntos bajamos por un terreno muy vertical, roto de piedras e inestable y nos topamos con un enorme nevero que hay que flanquear con mucho cuidado hasta llegar por un prado a la cabaña de Siscaró (2.150 m) y adentrarnos en un precioso bosque. Giramos a la derecha para ir atravesando unos tramos con enormes bloques graníticos y algún que otro nevero. El paisaje alpino es descomunal en todo el recorrido. Pasamos de largo por el refugio guardado de Juclar y continuamos por una subida que nos lleva a un pequeño nevero del cual descendemos para encarar una buena bajada por un bosque que nos conduce hacia el Valle de Incles, donde nos refrescamos al borde de un riachuelo. Allí unos senderistas nos ofrecen una coca-cola que nos sabe a gloria y poco después emprendemos un fuerte ascenso por un sendero estrecho y llegamos al lago Enrodat, nos detenemos y aprovecho para sumergir mis maltrechos pies en agua helada e intentar que se tonifiquen un poco.
Empieza a lloviznar, preludio de lo que pronto nos iba acontecer y enseguida alcanzamos el refugio de Cabana Sorda (2.312 m) rodeado por un magnífico circo glaciar y junto a un lago. Allí vemos pasar al primer corredor de la Mitic (otra de las pruebas de la Andorra Ultra Trail), que sube como una flecha. Seguimos por una senda descendente sin parar de mirar a las nubes y es que un cielo gris plomizo se cierne sobre nosotros para dar comienzo a una enorme granizada que nos hace correr como pollos sin cabeza ladera abajo. El grupo se dispersa y Josemi y yo nos desviamos campo a través hacia una pequeña cabaña de pastores donde nos podemos resguardar hasta que por fin para de granizar. Reanudamos la marcha y alcanzamos al resto del grupo, llegando a una carretera en la cual se encuentran las familias y amigos de los dos equipos andorranos, que les esperan para darles ánimos, habiéndoles preparado un suculento avituallamiento. Hambrientos, Josemi y yo nos quedamos a un lado de la carretera acariciando a los cariñosos perros de nuestros amigos. Enseguida y gracias a la hospitalidad y generosidad de sus familias, nos ofrecen comida y bebida que hace que recuperemos empuje para afrontar el tramo final de la etapa.
Antes de tomar salida, nos cae de nuevo un tremendo aguacero que nos obliga a cobijarnos en los coches. Tras la calma, continuamos la bajada hacia el pueblo de Ransol (1.710 m) que atravesamos para adentrarnos por una subida muy empinada dentro de un bosque y llegar a las pistas de esquí de Soldeu/Tarter, pero empieza de nuevo a diluviar y tenemos que guarecernos de nuevo en el refugio de Riba Escorxada (2.080 m). En el refugio no hay nadie, vamos calados y hace frío, así que gracias al mechero de Josemi improvisamos fuego a base de cartones y paja de un establo contiguo para intentar entrar en calor y secarnos. Es a través de nuestros teléfonos cuando nos llegan noticias de que han neutralizado las carreras de la Ronda y Mitic debido a fuertes tormentas con aparato eléctrico y granizo.
Nos queda la ascensión al Pic Encampadana (2.491 m) antes de llegar a la base de vida, pero el cielo está totalmente encapotado y se vislumbra tormenta eléctrica en la cima, por lo que no vemos nada claro la subida. Decidimos llamar a la organización para que nos den instrucciones sobre lo que debemos hacer. Jordi habla directamente con Gerard, director de la prueba, para exponerle la situación en la que nos encontramos. Las noticias no son nada halagüeñas ya que nos confirma la neutralización de las pruebas y nos aconseja no movernos del refugio hasta nuevo aviso. Esta información nos sienta como un jarro de agua fría, ya que nos tememos que nuestra aventura termine de forma inesperada y desde luego éste no es el final que todos deseamos. La lluvia casi ha cesado y tras deliberar unos minutos, decidimos volver a hablar con Gerard y hacerle la propuesta de ir todo el grupo directamente a la 4ª y última base de vida, situada en Solanelles sin ascender al Pic Emcampanada ya que sólo nos separan unos 4 o 5 km hasta ella y nuestros amigos conocen perfectamente cómo llegar. Hay que agradecerle a Jordi la buena argumentación que le hizo y el poder de convicción que tuvo, ya que finalmente accedieron a nuestra proposición.
Abandonamos rápidamente el refugio y cogemos una pendiente de hierba muy fuerte que nos lleva a lo alto de una loma situada en las pistas de esquí y desde allí nos dejamos caer hacia la ansiada base de vida de Solanelles (2.520 m). En este punto llevamos recorridos 185 km con 16.500 m de desnivel positivo y en un tiempo aproximado de 86 horas. Estamos agotados tras otra dura jornada y necesitamos descansar y recuperar fuerzas.
Nada más entrar a la base de vida nos comunican que permanezcamos allí y que en función de la previsión meteorológica, la organización dará indicaciones sobre la continuidad o no de la prueba. Se barajan dos opciones, o se neutraliza definitivamente la carrera por las inclemencias del tiempo o hacemos la mitad de recorrido que nos queda hasta meta, evitando pasar por las zonas en la que haya riesgo de tormenta.
Creo que la mayoría de los que estábamos allí pensaba que la opción del recorrido alternativo era lo mejor. Al cabo de una hora nos reúnen y para sorpresa de todos nos comunican que las previsiones de tiempo son buenas y que mantienen el recorrido original. Si os digo la verdad, no vi caras de alegría a mi alrededor, incluida la mía. Estábamos tan exhaustos que ya nos habíamos hecho ilusiones sobre una posible disminución de recorrido y así hacer más llevadera la última etapa.
Eran las diez de la noche y el grupo decide descansar para volver a emprender la marcha a las tres de la madrugada. Sin lugar a duda, esa noche fue la más larga de todas para mí, ya que estuve inquieto y pensativo todo el rato. El cansancio acumulado y el estado de mis pies me hacían dudar sobre mi capacidad de poder terminar esta aventura. En esos momentos de bajón te asaltan a la cabeza muchos recuerdos y añoras a estar junto a tu familia y seres queridos.
Nos levantamos y coincido con Josemi en el chequeo podológico. Sin mediar palabra, nos miramos y nos damos un fuerte abrazo. Realmente fue un momento mágico y que ambos necesitábamos para poder afrontar con ánimo este final de carrera.
Quinto día (Solanelles – Ordino)
Nos quedan 48 km y +3.300 m para llegar a meta. El tiempo ha cambiado radicalmente y la noche está despejada así que salimos todos con energía e iniciamos una cómoda bajada por una pista hacia Cortals de Encamp, atravesamos un puente suspendido y cogemos un camino de subida en dirección al Refugio dels Agols (2.230 m), al cual llegamos amaneciendo y donde encontramos a algún corredor durmiendo apoyado en el muro de piedra del refugio. El camino se hace más empinado y llegamos a una zona de grandes rocas. Guillaume, el duro corredor francés toma la iniciativa en la subida. Su forma de subir con los palos, unido al poncho que lleva como impermeable nos provoca risas y bromas durante toda la subida, siempre de forma cariñosa.
Coronamos el Cap dels Agols (2.667 m) y en su amplia cima nos quedamos atónitos con las vistas, ya que todo está nevado a nuestro alrededor debido a la tormenta de ayer y disfrutamos viendo las cumbres andorranas cubiertas de nieve con el precioso Estany Blau a nuestros pies, así que perpetuamos el momento con una buena instantánea grupal.
Por un sendero descendente que se vuelve muy vertical llegamos de nuevo al Valle de Madriu. Hace dos días que ya pasamos por aquí en sentido de subida. ¡Me parece que fue hace una eternidad!
A partir de ahora comienza una larga bajada de más de 10 km hasta la población de Escaldes. El camino de descenso se asemeja más a una calzada romana descompuesta y supone un verdadero calvario para nuestros pies y cuádriceps.
Es casi mediodía cuando llegamos a Escaldes (1.050 m) donde hacemos una parada junto a la plaza de la iglesia y allí de nuevo las familias de nuestros compañeros de viaje nos esperan para ofrecernos un buen avituallamiento que nos de fuerzas para afrontar los 800 m de desnivel de subida al Pic del Padern (1.857 m), probablemente los más verticales de toda la carrera. Para colmo el sol está a nuestras espaldas y apretando de lo lindo, con lo que hay que llevar una buena reserva de agua y refrescamos bien.
Al inicio, el sendero es extremadamente empinado y hay zonas donde nos tenemos que ayudar de nuestras manos para trepar. Poco a poco vamos entrando en un bosque y la brisa del aire nos da un poco de tregua. Después de hacer cima, bajamos por una senda hasta llegar a una carretera que cruzamos y encadenamos la ascensión al Bony de les Neres (2.210 m). Nos acompañan algunos amigos de nuestros compañeros andorranos, incluidos sus perros, que hasta escoltan a Josemi mientras sube. El ritmo es increíble, no sé cómo a estas alturas de carrera tenemos fuerzas para mantener la cadencia.
Llegamos al Coll d´Ordino situado en un gran prado y que es punto de encuentro de acompañantes y familias, en donde no paran de darnos vítores de ánimo ante la cercanía del final de la prueba. ¡Ya lo tenemos! Nos queda subir al Pic Casamanya (2.740 m), último escollo para llegar a meta, situada a poco más de 14 km.
Empieza a lloviznar durante el primer tramo de la subida y a medida que vamos ascendiendo el tiempo va empeorando y oímos los fuertes truenos en lo alto de la cima. No estamos seguros de poder avanzar, así que decidimos llamar a la organización y nos comentan que continuemos y en caso de que las condiciones meteorológicas se compliquen más nos avisarían. Seguimos subiendo durante un tramo, pero la tormenta persiste y va acompañada de aparato eléctrico. Enseguida contacta de nuevo la organización con nosotros y nos piden que retrocedamos y evitemos subir a la cumbre, indicándonos que cojamos un recorrido alternativo que tenemos descargado en nuestros GPS.
Regresamos de nuevo al collado y allí nos está esperando Gerard, director de la carrera para señalarnos el desvío que debemos tomar. Es una senda toda de bajada y en la que apenas cinco o seis kilómetros llegaremos a meta. La lluvia arrecia, pero ya nos da igual todo, aunque nos caiga el diluvio universal ya nos vemos victoriosos. ¡Lo vamos a lograr!
El recorrido hacia Ordino se convierte en una fiesta de júbilo y alegría y cuanto más llueve más nos reímos y disfrutamos, recordando los buenos momentos vividos. Poco a poco vamos vislumbrando el pueblo, y la naturaleza que es muy generosa, nos ofrece su particular regalo, parando en ese momento de llover para que disfrutemos de una entrada pletórica en meta. Hay que inmortalizar este final como se merece y Josemi y yo nos enfundamos emocionados la camiseta de A to Trapo.
Avanzamos por las calles del pueblo y la gente nos jalea con entusiasmo y es que vamos todo el grupo en fila india cantado y bailando “la conga”. La expectación es máxima al recibir a los dos equipos andorranos y nosotros tenemos la suerte de compartirlo con ellos. El “speaker”, embriagado por el momento, nos recibe a lo grande, incluso con un grito de “Alacant Power” nos rinde su pequeño homenaje. A pocos metros de la meta dejamos que la crucen primero Maribel y su hijo Jose para que disfruten de este momento tan especial. El resto entramos abrazados justo detrás, exaltados de felicidad y entusiasmo.
Después 106 horas y 233 km recorridos los “Eufóricos” cruzaban la línea de meta de Ordino.
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre |
Categoría |
Tiempo |
Puesto General |
Josemi y Sergio |
Equip masculí |
108:27:04 |
32 de 62 |
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