Después de un montón de años sin hacer una carrera de asfalto me decidí a acudir a la Media Maratón de Santa Pola, una de las mejores carreras del circuito nacional, cerca de casa, correr con amigos y poder llevar mi familia conmigo para disfrutar de ese magnífico ambiente.
La verdad que conforme se acercaba el día me lo iba pensando cada vez más el participar en esta prueba, casi no he entrenado desde que regresamos del UTMB y encima es “asfalto”.
Ayer por la tarde a preparar la mochila: frontal, pilas de repuesto, gore-tex, guantes, mochila, un par de bocadillos, ¡ostras! Para qué sirve todo esto, aquí se corre con lo puesto y la droguería hay que dejarla en casa por esta vez.
Una hora antes de acudir al punto de encuentro comienzan los preparativos en casa ya que Sofía es muy coqueta y necesita arreglarse un poco, es que es su presentación delante de toda la familia de A to Trapo. Con un poquillo de retraso llegamos, recogemos nuestro dorsal, foto de rigor y caminito a Santa Pola a buscar aparcamiento.
Conseguido esto, nos vamos hacia la glorieta donde ya nos esperaban todos y con la pancarta bien colocada y bien visible, hay que hacerse notar. Nachete trompeta en mano nos llama al encuentro para el saludo al sol con nuestro maestro Gerardo y después cada uno a sus rituales antes de dirigir nuestros pasos hacia la línea de salida.
Flanqueado por los lugartenientes Edu y Juanmi ingresamos en el vagón de cola con la idea de hacer unas dos horitas de entreno. Esto es increíble, casi 10.000 corredores después del disparo tardamos unos 10 minutos en cruzar la línea de salida. Bueno esto ya ha empezado y ya en el kilómetro uno empiezo a darme cuenta que no es lo mío, el terreno no es favorable, consigo aguantar con mis acompañantes hasta el km 7-8 más o menos de aquí en adelante cabeza, cabeza y cabeza para terminar.
La verdad que el ambiente acompaña una barbaridad grupos de batucada por doquier, música disco, dolçaina y tabalet, hasta varios grupos heavys deleitaron nuestros oídos, poco a poco batucada tras batucada los kilómetros iban pasando y muro tras muro el final iba llegando, km 20 aparecen mi mujer y mi hija y me sirve de último empujón para abrazarlas pronto. Esto se acaba, diviso la meta y aprieto con las pocas fuerzas que me quedan. Por fin cruzo y me voy directo a por algo para beber, hay que ver que duro es esto, me duelen más las piernas que cuando terminamos el UTMB.
Entrenaré un poquito más e intentaré este año hacer alguna más asfalto. A ver si mientras alguno de la sección de asfalto sigue el ejemplo y se pasa al lado oscuro del grupo Ñ que estamos esperando sangre fresca con los brazos abiertos.
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Así lo cuenta Nacho
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