Fue el fin de semana pasado, cuando por wassap (por dónde sino) me llega una convocatoria inesperada: “Yo marcho a Zegama el prox sabado, si te animas??”. Era Jesús, al que le había tocada la inmensa suerte en el sorteo de dorsales para el maratón de Zegama-Aizkorri. Jesús necesitaba una respuesta rápida y yo no iba a hacerme de rogar. Casi (y recalco lo de casi) mejor que tener un dorsal propio, es poder ir a la comarca de Goeirri (a la que pertenece Zegama), sin presión ninguna y acompañar a un amigo. Y como donde va la soga va el cubo, Luis también se sumaba a esta aventura “acojonéibol”.
Ya casi no recuerdo el último fin de semana que me levanté, no digo a las 10, sino después de las 8 de la mañana. Estos madrugones tienen que dejar secuela; os lo diré cuando cumpla los sesenta. Total, que el punto de encuentro lo acordamos en Ibi. Hasta allí se acercaría Jesús desde San Juan y nosotros desde Yecla. Ni puestos de acuerdo, entrábamos en la rotonda a la vez. ¡Sincronía perfecta! Empezábamos con buen pie…
Yo iba feliz. A esas horas rindo al máximo y mi mente iba animada. Un bonito amanecer desde el coche, agradable conversación, la música oldie de Juanma sonando y convenientes paradas (dos) para estirar piernas antes de llegar a Logroño. Porque allí nos esperaba Isidro Lamata, uno de esos hombres que lo han hecho todo en el deporte de alta competición. Conocido de Jesús de cuando el Marathon des Sables. Suficiente para impresionarme.
Creo que ya no volveré a pensar nunca en La Rioja o en Logroño sin evocar a Isidro y su entrañable personalidad. Nos atendió de lujo en su “bodega”, que es como llaman por esas tierras lo que en Yecla es un “local”, es decir, un bajo acondicionado para reuniones informales y comidas de campo familiares. Urbano pero rural, para que se me entienda. Allí puso en marcha una lumbre con sarmientos y en un periquete preparó unas chuletillas de cordero y morcillas con las que, vergüenza me da, nos pusimos morados. Un pan delicioso para limpiar el plato y vino de la tierra redondeaban esta comida.
Tres que llegamos y cuatro que partimos hacia Zegama, ya que Isidro se animó a acompañarnos y a vivir esta experiencia. Y así, contentos, seguimos camino de Zegama. Y tal y como en la película #OchoApellidosVascos (últimamente soy muy asidua de los hashtags, disculpad), ha sido pasar el túnel y un cartel que rezaba Ongi Etorri chorreaba agua de lluvia. Bueno, contábamos con ello, ¿no? Para mí el Goierri es especial. Muy mucho. Lo conocí porque en ese mismo entorno y esos mismos montes los atravesamos en la G2H, prueba de 88 km hermana de la Ehunmilak, celebrada en julio y que es la carrera más bonita y especial en la que he participado nunca.
En fin, que llegamos bien de tiempo para dejar bártulos en el hotel de Zaldibia y acercarnos a Zegama a recoger el dorsal de Jesús y escuchar la charla técnica. Mucha gente conocida: muchos vascos, claro, corriendo en casa, pero casi tantos catalanes. La verdad es que con su actitud y luego con sus resultados en carrera, se hicieron notar bien. También había una importante delegación internacional (Estados Unidos, Francia, Sudáfrica, Reino Unido, Argentina…), y muy poquita gente de nuestra zona: algunos amigos valencianos y luego algún grupo de cartageneros que conozco de las carreras de la copa murciana, donde estoy federada.
De la élite, casi ninguno acudió al briefing (bastante aburrido, por cierto). La gran preocupación era la meteorología. Llegaron incluso a anunciar granizo, cosa que inmediatamente descartamos, porque no era para tanto y, efectivamente, los cielos tuvieron mucha más clemencia de la esperada.
Saludamos a todos los que pudimos y Luis y yo tuvimos la ocasión de entrevistar a Stevie Kremer, una chica encantadora, que luego acabaría ganando la carrera entre las féminas. Refrescante, con coraje, con su punto infantil (quizá porque es maestra de primaria) y a la que le encanta España con locura.
Día de carrera. Tras colocar la pancarta de ATT, Jesús pasó al corralito. Estaba contento, relajadísimo (yo hubiera estado atacada de los nervios), sereno y muy bien preparado con su atuendo característico, pinza incluida. No le sobraba ni le faltaba nada.
Fuera, Isidro armado de corneta y paraguas y Luis y yo con nuestras cámaras. Teníamos acreditación de prensa gracias a que nos conocen en la zona por nuestro proyecto de RunAndTour.com (visitad la web, os va a gustar). Y así pudimos quedarnos dentro del corralito y ver de cerca cómo se colocaban los corredores en su sitio. Y ahí sí estaban: El Kilian, el Luis Alberto Hernando, Stevie Kremer, Núria Picas, Emelie Forsberg, Zaid, Emma Roca…
Dan la salida y revienta Zegama en alegría. ¡Emocionante! Cuando salen del casco urbano, nos apresuramos Luis, Isidro y yo a llegar en coche hasta el km 7 por donde pasaba la carrera. Obviamente, no fuimos los únicos en tener esa idea y llegando al punto de corte de la carretera, tuvimos que bajarnos y correr hasta llegar al sitio exacto en que empezaban a agolparse los espectadores. Los vascos animan como nadie, ¡hay que ver! Los “aupas” y los “oso ondo” dichos a la cara, sin tacañería, no se pagan con dinero. A los corredores de cabeza no los vimos, ya habían pasado cuando llegamos, pero aun vimos a muchos de esos que salen en las revistas, más todos los que le seguían, incluido Jesús, que no nos vio (así de rápido iba) y al que sólo pude hacerle una mala foto de espaldas.
Intentamos llegar al Aizkorri, el monte con la subida clásica de la carrera, donde la animación popular todavía es más intensa. Pero no hubo caso. Los coches que llegamos luego no salían en el orden “last in, first out”, sino más bien en el “sal como puedas”. Nosotros decidimos esperar a que se pasara la congestión, no era cuestión de hacerse mala sangre. Habíamos visto a Jesús fuerte y con buen ritmo y calculábamos que llegaría al Aizkorri en hora y media a partir de ahí. Así que nos tomamos unos pintxos, un plato de queso Idiazábal (otro pueblo de la comarca) y una botella de sidra casera. Seguiré echando papeletas a la lotería de dorsales, casi deseando que le toque a mis amigos y no a mí…
Ahora sí, ¡al Aizkorri! Imposible. Nos aproximamos bastante, pero había uno buen trecho que tendríamos que caminar. Mientras subíamos, mucha gente bajaba y nos decía que ya no valía la pena que subiéramos, que lo mejor sería volverse a Zegama. Y eso hicimos, a esperar a Jesús en meta.
Allí llegaron los primeros: Kilian, estableciendo nuevo récord de carrera, Marco di Gaspieri y Luis Alberto Hernando, tercero pero que fue remontando desde la posición 8ª hasta llegar al podio apenas unos segundos por detrás del italiano. Un atleta impresionante del que luego nos enteramos que ha donado su premio en metálico a una asociación de mujeres aquejadas de una rara enfermedad respiratoria. ¡Qué grande es!
Los altavoces anunciaban la retirada de algunos corredores. Núria Picas, Jesús Jurado… Y fue así como nos enteramos de que Jesús ya no seguía. Preocupados, nos acercamos a los puestos de información, pero no sabían decirme nada de su estado, sólo el punto en el que se había retirado: Aratz, al que no hay acceso por vehículo y que se lo llevarían a Sancti Spiritu y luego lo traerían a meta. Al final no fue así, ya que Jesús volvió a Zegama por su propio pie. Él y muchos otros corredores, algunos que yo conocía y que, por escasísimos minutos, no habían superado el corte horario en ese punto.
Y ahí se me cayó un poco Zegama, confieso… Una carrera alabada por muchos pero que cada vez más va enfocada hacia la élite. Por eso forma parte de los circuitos de skyrunning más exigentes del mundo. Si un corredor como Jesús Jurado, que iba bien, muy bien incluso, por tres minutos se queda fuera de la carrera… Que una corredora como Bàrbara Sagi, catalana, una tía impresionante que ha hecho podios en ultra trails de su zona se quede fuera por dos minutos… Me parece: primero, injusto y además, de muy poca consideración. Y no sólo eso, sino los modos en que se acaba todo en ese punto: desmontan chiringuito, retiran marcas de orientación y búscate la vida… Me sabe mal por Jesús, con la ilusión que tenía. Y me indigna en nombre del deporte popular. Mucha gente que, como él, se vio truncada ante un sueño mucho más posible. Cuesta mucho llegar a Zegama. Si van a aplicar criterios tan estrictos, mejor no permitir la inscripción de populares, que son los que pagan la carrera y todos los detalles de cortesía que se tienen con “la élite”. En fin, una nota de disgusto. Seguiré echando papeletas a la lotería de dorsales, casi deseando que no me toque…
Menos mal que Jesús se lo tomó “con filosofía”, aceptando las reglas del juego. Quedó encantado de conocer una parte del País Vasco que desconocía y ha prometido volver, pero sólo en plan de relax, con su mujer, Ángeles.
La vuelta a casa pasando otra vez por Logroño, sin incidentes. Aunque yo a esas horas de la noche voy un poco más apagada y tenía ganas de llegar cuanto antes. Con todo y la brevedad del fin de semana, lo pasamos genial (hablo por los tres). Jesús ya ha puesto una pica en Flandes. Sería bonito que para 2015 varios A tó trapo fuéramos allí, llegáramos a meta y que se volvieran todos menos yo, que me quedaría a vivir allí eternamente.
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