Sinceramente el sabor que queda es un poco agridulce. Fueron muchas salidas juntos, Jota y yo, durante muchas mañanas, tardes y noches, con muchos de vosotros también, para que una ampolla maldita (y algo más) le obligara a quedarse en Benasque tras completar la Vuelta al Aneto. O lo que es lo mismo 55k. A su vez yo hice mi primera ultra de 105k con 6750 d+. Pero como decía Jack El Destripador, vayamos por partes.
Nos presentamos muy temprano para la revisión de material y recogida de dorsales ya que nos juntábamos 3500 corredores en total de todas las carreras (Gran Trail, Vuelta al Aneto, Maratón de las Tucas, Vuelta al Pico Cerler y Vuelta al Molino de Cerler) y no era plan de estar mucho tiempo haciendo el ganso teniendo que correr en unas horas. Cumplido el trámite, nos fuimos a nuestro alojamiento en Sahun, a unos 7 km de Benasque, bien apartado del bullicio. Tras comer bien y descansar mejor, asistimos a la charla técnica que nos confirmaba la escasa nieve en los neveros, dejando fuera del material obligatorio los crampones y pantalones de lluvia. Tras cenar y descansar, nos preparamos los bártulos y sobre las 23:00 nos plantamos en Benasque para tomar la salida a las 00:00.
El ambiente era increíble. Todo el pueblo está en el Paseo de los Tilos, lugar de la salida y llegada de todas las carreras. Pero esa noche solo salíamos los del Gran Trail. Se notaban los nervios y tras entrar en el corralito, las fotos de rigor, nos dimos los abrazos de ánimo necesarios para afrontar la primera de las 2 noches (los cracks se ahorran 1, pero no creo que disfruten del paisaje, jajaja). El speaker anima el cotarro faltando escasos minutos y nos arremolinamos hacia la línea de salida con los nervios de punta…y comienza!!!! El griterío es ensordecedor, todo Benasque está en la calle que nos lleva dirección al primer punto de corte en la Refugio de la Renclusa, a unos 20 km. La gente no deja de animar con cencerros, pitos, aplausos…pelos de punta. Incluso cuando ya vamos unos kilómetros siguiendo la estela de frontales, los situados en el camping Aneto montan otro pollo digno de los Uruk-Hai (léase el mogollón de tíos feos y escandalosos de El Seños de los Anillos). Ya sorprende que en esos primeros momentos empiezan los abandonos, 4 en los primeros 20k. Nosotros llevamos, recordando los consejos de Gosa y Ángel, un ritmo rumboso y sabrosón que nos permite llegar sin demasiado desgaste al Refugio de Renclusa y avituallarnos bien (3h 20’).
Nos dirigimos al Collado de Salenques en un mar de piedras, de todos los tamaños existentes, que se hacía interminable. La imagen ascendente de los frontales hasta el collado era espectacular. Yo ahora puedo confesar que esa parte me gustó mucho. El ir de roca en roca, me pareció muy divertida, aunque a mi querido Jota se le estaba atragantando tanto pedrusco…cuando uno parecía que había avanzado, surgía otra subida de piedras y más piedras e incluso nieve de los neveros. Así coronamos el collado de Salenques justo para ver amanecer por todo su valle, con ibones incluidos: 6h45’. Ver salir el sol tras aquellas montañas merecía la pena integrar el escuadrón tortuga. De ahí, una bajada con partes de cuerda y partes de rocas hacia Refugio de Cap Llauset, cresteando por el collado a 2706 metros, que nos regalaban unas vistas inolvidables. Foto por aquí y por allá, faltaría más, viendo el lugar en donde nos encontrábamos. Por allí identificaron el pañuelo de ATOTRAPO y nos dieron recuerdos para Sergio y Abel. Al Refugio de Cap de Llauset llegamos a las 9h03’, escuchando a los voluntarios del siguiente punto a alcanzar, el Collado de Vallibierna (2732mts), que parecían recordarnos que no nos durmiéramos en los laureles, que ellos estaban allí arriba para saludarnos y por allí había que pasar. Así es que después de avituallarnos bien y recuperar fuerzas, ascendimos al collado (9h54´) para enfilar la penúltima bajada antes de aparecer por Benasque. De nuevo piedras y alguna senda que nos permitía correr un poco. Las vistas del valle por dónde íbamos eran tremendas. En ese tiempo Jota empezó a no sentirse bien, la bajada al Refugio de Pescadores (11h25`) se le estaba haciendo larga, no tenía buenas sensaciones. Aun así, llegamos a tiempo para coger impulso con los voluntarios que allí nos animaban. Ese fue un punto donde llenaron un bus con compañeros/as que se retiraron, y aun les faltaba alguno lesionado que llegamos a cruzarnos mientras descendíamos. Ya “sólo” nos quedaba la subida a la Tuca de Estiba Freda, que con un poco de lluvia (muuuuy escasa) intentó suavizarnos el camino. Para entonces cualquier rio, ibón o charco que teníamos a mano, era como un oasis para nosotros. Meter la cabeza, la gorra o incluso los pies era un lujo.
Dejando atrás el Refugio de Pescadores comenzamos la calurosa y larga subida a Estiba Freda (2694 mts), un paisaje que comenzó entre escasos árboles y algún que otro rio cargado de hierro (no beber-si refrescar) y terminó como un valle lunar que nos indicaba a lo lejos el punto a alcanzar. Aquí creo que con los pies mojados empezó el calvario de Jota, que le hizo una ampolla en su pie y que estaba por acabar siendo definitiva. Con muchísimo calor, aunque en las fotos de la organización salgamos pintureros, llegamos a la cima (13h03’) a tiempo para cargar agua y comer un poco antes de la larga bajada a Benasque. Recordé beber del porrón de cerveza que los compañeros Ñ de ATRAPO me apuntaron y resultó ser lo más parecido a beber de un análisis de orina…liquido amarillo y caliente, un horror…encontraré al culpable.
Con fuerzas algo renovadas y algún que otro ibuprofeno nos lanzamos a correr por la senda semidesértica que nos introduciría en un bosque largo y con bajadas muy inclinadas. Los consejos de Gosa fueron no cebarnos mucho en esta bajada, porque aún nos quedaban más de 60k y había que ser cautos. Un voluntario nos gritaba que redujésemos el ritmo para guardar cuádriceps, pero bajábamos a buen ritmo sólo alterado por los líderes de la Vuelta al Aneto, que nos pasaban como flechas para terminar su carrera. Tras una senda algo desértica, llegamos a un bosque que se hizo especialmente largo dado el calor y las horas que llevábamos en carrera. Con las fuerzas algo mermadas llegamos al siguiente punto de control, el Camping Aneto (14h40’), para enfilar lo que sería la entrada a Benasque. Allí estaba esperando todo bicho viviente a los ganadores de la Vuelta y a los que seguíamos en carrera del Gran Trail. El paso por meta fue un espectáculo. Los que iban paseando, los que estaban comiendo y todos los presentes gritando para insuflarte las fuerzas suficientes para no quedarte allí debajo de un árbol y continuar al pabellón donde nos esperaba la bolsa de vida y un descanso merecido y así afrontar la segunda mitad del paseo pirenaico. La llegada a las 15h11’, tiempo de sobra para pasar por boxes, ducha (solo de piernas), cambiar ropa, recargar mochila y pasar por el botiquín. A Jota tardaron un poco en atenderlo porque había un mochuelo que necesitó la ayuda de 2 goteros por un golpe de calor. Mientras yo ponía en orden todo para salir y leía el cuaderno de Bitácora del grupo Ñ del whatsapp. Muchos consejos, ánimos y alguna que otra risa, lo normal en los seguimientos en vivo. Con el visto bueno de mi gran amigo Jota, y tras el betadine y un compeed, salimos (16h48’) para el siguiente destino en el Molino de Cerler. A poca distancia de la salida Jota comprobó que la ampolla del pie era un auténtico calvario y que no podría correr los 50k restantes. Con toda la pena del mundo decidió retirarse. Está claro que en carrera surgen cosas inesperadas a pesar de haber entrenado todo lo posible. Con un gran abrazo nos despedimos y nos citamos para la vuelta. Su desanimo me sirvió a mí para seguir adelante y terminar, se venía conmigo en la mochila.
Toda la subida suave a Cerler y su bajada, me hizo recordar lo que Ángel me contó. Terminaban la carrera del Maratón de las Tucas y al verme en sentido contrario con el dorsal rojo del Gran Trail, los ánimos y gritos de los que por allí pasaban se hacían constantes. Fue un subidón tras separarme de Jota. Iba junto a un corredor de Caspe, Luis, que al ser de la “zona”, no hacía más que encontrarse conocidos, por lo que decidí coger mi ritmo y esperar que me alcanzase en la subida al Refugio de Ángel Orús.
Llegué al punto de control en Eriste (km.65 18h58’) y tras mi habitual avituallamiento (sándwich de pavo, membrillo, plátano y galleta de chocolate) salí en solitario para Ángel Orús. El goteo de los del Maratón seguía cayendo e incluso algunos que se retiraban del Gran Trail, mientras yo subía por la pista de asfalto hasta alcanzar la senda de montaña. Me esperaban 1000d+ más los siguientes 900d+ hasta el Collado de la Forqueta. Pasé por la cascada de Espigantosa, espectacular, gracias que aun tenia luz. No fue hasta mitad de subida al refugio cuando empecé a notar la falta de sueño. Para luchar contra ella metía la cabeza en cualquier rio que encontraba e intentaba mantenerme activo, como recordaba de los consejos de Pez. Pero seguía durmiéndome. Ya casi alcanzando el refugio me encontré con un grupo que hablaban menos que los gatos de escayola y que no me sirvieron de mucha ayuda. Ya en el Refugio (21h27’) leí la infinidad de ánimos del grupo, con alguna amenaza de recibir 2 hostias si me retiraba (Gracias David Gil), los mensajes de voz de Pez e incluso la llamada de Ángel, imborrables recuerdos estos. No puedo más que agradecer a todos aquellos mensajes que me supieron a gloria. Sólo me quedaba solucionar lo del sueño, porque ganas y fuerzas tenía todavía. Así es que con un poco de miedo intestinal por cómo me podría sentar un café y viendo que era la única opción, tras 2 sorbos me fui para la Forqueta, mano de santo lo del café. Con la noche ya encima, solo conseguía distinguir las marcas de la organización y algún que otro frontal. A duras penas se distinguían los ibones y cascadas del Forau de la Llardana, aunque tanta agua me serbia para beber y refrescarme de subida. Conseguí alcanzar a un grupo de 3 corredores de Castellón, algo escatológicos por cierto. De esta forma al pasar por el collado de la Forqueta, me lancé para el Refugio de Biados. En la bajada me pude soltar un poco y tras 4 caídas nada dignas, decidí bajar un poco el ritmo, con lo que también disminuyó el número de accidentes. No había nadie por allí que se descojonase, gracias a dios.
Entre piedras, algo de nieve y muchos saltos, alcancé la entrada a la parte del bosque que me llevaría a Biados. No había ni un alma a varios cientos de metros a la redonda, ni rastro del macizo de Posets, así es que solo me quedaba correr a buen ritmo y rezar que no apareciese ningún oso hasta el refugio. Esta parte estaba un poco menos señalizada y me hizo dudar en algún momento de si había perdido el camino, ya que veía en un punto extraño el lugar donde estaba situado el avituallamiento. Recordé por la charla que ese refugio estaba situado de forma que había que entrar y salir por el mismo punto, aunque esto fue cuando estaba allí sentado ordenando el recorrido mentalmente (25h48’). Habían bastantes participantes recuperando fuerzas y tapados con mantas, pero yo no me entretuve mucho sabiendo que me que restaba la última subida al collado de Estós. Hice el avituallamiento habitual y tras rellenar bidones y descansar unos minutos seguí mi camino, como en el 90% de esta parte, solo.
La subida comenzó muy tranquila. Estaba muy bien de ánimo y de fuerzas, y de sueño ni rastro. Así que como no veía más que lo que me enseñaba el frontal, cogí un buen ritmo que me permitió adelantar a algunos compañeros. No conseguía localizar el alto del collado, con lo que mi único entretenimiento era identificar las balizas, pasar algún rio, esquivar algún insecto nocturno y cruzarme con algún corredor. Alguno de ellos iba algo desorientado y tuve que guiarle para seguir la subida. Fue la parte más complicada para mí. Empezó a soplar un viento bastante frio de cara que me obligo a sacar la membrana y a abrigarme. De esta forma, con más de 28 horas, se me hizo interminable, pero sabía que era la última subida y que no debía parar. Alcancé el collado de Estós a las 4:13 de la mañana, 28h13’ de carrera. Allí arriba los voluntarios no hacían más que decirme que ya estaba casi en meta, que era bajar hasta el último refugio y dirigirme a Benasque. Aun así esta bajada, curiosamente más corredera, se me hizo algo larga. No serían más de 5km pero el refugio de Estós no aparecía por ningún sitio hasta que lo alcancé a las 29h39’. Unos corredores franceses, ahora no recuerdo si llevaban dorsal, se quedaron allí a dormir. Las voluntarias de este último punto me ofrecieron una manta, que si llego a aceptar allí me habría quedado y un sándwich de pavo XXL que creo que ha hecho que no pueda ni volver a olerlo. A los pocos minutos ya enfilaba tras un compañero los últimos 13k corriendo a buen ritmo. Empezaba a clarear y el frontal pronto no sería necesario.
Con la llegada de la luz y la cobertura avisé a Jota, desperté mejor dicho, de que me encontraba a poco más demedia hora. Ahora podía disfrutar de un poco de bosque y de senda para correr y pasar, por tercera vez, el Camping Aneto (31h03). Ya solo quedaba reunirme con Jota en Benasque, que para sorpreson mío, me esperaba en el puente de entrada. Me recibió con un abrazo enorme y me llevó hasta la meta (31h25’). Creo que estaba tan cansado que ni se me ocurrió pedirle que la cruzara conmigo, así es que aprovecho para pedirte disculpas por no haberlo hecho, querido amigo. No habrían más de 40 personas en meta, pero allí estabas tú para acompañarme en mi primera gran ultra, así es que gracias infinitas.
La verdad es que os he soltado un rollazo importante, pero para el que no la haya hecho, os la aconsejo 100%. Recorrido, ambiente y voluntarios de 10. Y gracias a todos/as: Ángel, David Amantium, Pez, Carlos, Sergio, Cristian, Elías, Esteban, Pablo, Enri, Victor, Gosa Anika, Borja-Nacho, Jesús Jr, José Pablo, JA Torregrosa…alguno me dejaré en el tintero, seguro.
HASTA LA PRÓXIMA, CANGREJOS Y CANGREJAS
HASTA EL INFINITO….Y MAS ALLÁ
Jaume
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre |
Categoría |
Tiempo |
Puesto General |
Puesto Categoría |
Jaime |
VETERANO A |
31:25:04 |
121 |
60 |
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