Ya el viejo, miope y vidente, me refiero a don Francisco de Quevedo y Villegas, lo había anticipado en su soneto “Desengaño de las mujeres”.
“Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.”
¿Qué quería decir quien lo dijo cuando dijo el puto amo?
¿Se trata de un insulto al que te explota en la jerga de la más vieja doctrina de la izquierda tradicional? O ¿se trata de un piropo al líder que controla y domina a las domesticadas manadas de ovejas que se dejan llevar al matadero? ¿Ni una sola voz discordante en el variopinto espectro de sus mesnadas? ¿Acaso temen no salir en la foto, como cuando llevaba las riendas aquel belicoso andaluz? ¿O más bien que les corten el cuello como a aquellos nobles rebeldes al control de la monarquía medieval?
No entro en el laberíntico jardín de las compañías del puto amo ni en el vergonzoso comercio de los que habla el profético Quevedo, compañías de la Meseta y compañías del extrarradio, incluso de allende los Pirineos, donde se han refugiado las ratas huyendo de la justicia.
Me asombra que el puto amo, capaz de entregar el Sáhara, todavía bajo la administración internacional a cargo de España, al taimado moro Mohamed, no se sabe a cambio de qué; capaz de pasarse por el forro de los pantalones la legislación vigente del Estado para, en lugar de perseguir y encerrar como se merecen a los huidos de la justicia, buscarlos y pedirles de rodillas el apoyo en la investidura a cambio de la vergonzante amnistía, justificada en pro de la concordia que ya se había conseguido gracias a la aplicación de la ley y los posteriores indultos; me asombra que el mismo puto amo con una piel tan dura como para aguantar las críticas internas y externas por estos desmanes, ahora la tenga tan blanda como para esconderse en las dependencias de palacio porque no soporta que quienquiera que sea interponga una querella contra su amada. Me recuerda al pobre Calixto, cuando desesperado por el amor de Melibea, rechazaba comer y beber, provocando la burla de sus criados.
Y no me vengan los turiferarios de turno con la cantinela de que son los mismos ataques de siempre a la izquierda. Ataques sí, a la izquierda no. Porque eso no es izquierda si por ella se entiende libertad de opinión, de crítica y defensa de los derechos humanos. Como nunca ha sido izquierda por la ausencia de esos derechos y libertades ni Rusia ni China ni Cuba ni Venezuela, por más que se hayan erigido en defensores de lo que han pisoteado. Me avergüenza la parcialidad informativa y del debate en los medios de comunicación públicos, pagados con el dinero de todos los contribuyentes. ¡Qué menos que los presentadores tengan un mínimo de neutralidad!
¡Qué menos que invitar a tertulianos con distintos puntos de vista! Ya está bien de esa retórica de gobierno progresista que se alía con las derechas más rancias de Cataluña y del País Vasco para perpetuarse en el poder, aunque para engañar a los crédulos haga guiños hacia Gaza o el salario laboral. Menos cuento, menos cara y menos victimismo.
Y, conste que esta crítica no es un cheque en blanco a nadie.
San Juan, 2 de Mayo de 2024.
José Luis Simón Cámara.