10º EVEREST TRAIL RACE 2022

Bueno después de unos días para asimilar esta gran aventura como es la everesttrailrace.com os cuento un poco .
Lo primero que me llamo la atención para embarcarme en este trail multietapas es como no, su entorno, en Nepal el Himalaya, mas concretamente en la zona del solukhumbu entre los 2000m y los 4100m de altitud, esta zona es la de los colosos; EVERETS, LHOTSE, TAMSERKU AMA DABLAN, KANCHENJUNGA, UN EXPECTACULO PARA LA VISTA.

Una vez en el aeropuerto de Barcelona nos vamos encontrando con todos los compañeros (locos) de esta aventura, todos llevamos la misma cara de ilusión. Desde el primer momento se nota que vamos a ser una gran piña y vamos a cuidar los unos de los otros (impresionante grupo), todo grupo necesita un ingrediente que lo una todavía más y ahí están los grandes de este deporte de montaña, MIGUEL HERAS Y JORDI GAMITO que nos hacen competir desde el minuto uno, en las colas del aeropuerto, Grandísimos!!!!
Ya metidos en lo que viene siendo las 6 etapas, trail muy técnico duro donde los haya pero sobre todo lo más difícil, es la altitud, aunque todos aclimatamos más o menos bien, lo que muy pocos no hicimos fue descansar por las noches, costaba coger el sueño y nos despertábamos muchas veces por la noche, a causa de la altitud .

ETAPA 1 Dhap-Chyangsyngma ( 23km 1551 positivos 1012 negativos).
Etapa para ponernos en situación y saber lo que nos espera, familiarizarnos con las marcas y entorno, con un km vertical al final que nos hace ponernos en guardia para los próximos días .

ETAPA 2 Chyangsyngma-Ringmo (30,3 km 2365 positivos 3115 negativos).
Subida mitica con mucho frio (-12) al Pike Peak la primera vez que pasamos los 4000m de altura.

ETAPA 3 Ringmo-Kharikhola (28,23 km 2028 positivos 2799 negativos)
No recuerdo sufrir mucho esos 2000 positivos pero esos 2800 negativos, que aunque me gusta bajar terminan por hacerse pesados por que son del tiron y muy técnicos, ese dia será en el que menos altura pasaremos la noche, a unos 1900m de altitud.

ETAPA 4 Kharikhola-Phakding (27,4 km 2170 positivos 1515 negativos)
La bajada del día anterior me deja las piernas finas finas, es la etapa que más sufrí, de esas que hay que agachar la cabeza y llegar como sea.

ETAPA 5 Phakding-Tyangboche ( 31 km 2850 positivos 1650 negativos)
La etapa más temida por el campamento. Casi toda la etapa por encima de los 4000m, muy dura pero la de mejores vistas ya que entramos en el parque Nacional de Sagarmatha, donde ya podemos disfrutar de correr por las faldas de las montañas más altas del planeta.

ETAPA 6 Tyangboche-Lukla (29 km 1770 positivos 2802 negativos)
Ultima etapa, ya no duele nada!!! , es una etapa para disfrutar aunque la everesttrailrace no regala ni el último km para poder ser finisher, se disfruta y mientras dejas atrás el EVEREST, LHOTSE, AMA DABLAN etc etc…. No dejas de sacar el móvil para hacer fotos.

No me gustaría olvidarme de la organización, son unos auténticos TITANES, tener en cuenta que no hay carreteras para instalar y transportar campamento, avituallamientos puntos de control y médicos. Ellos también hicieron su trail particular para cuidar y que nos faltara de nada (EXPECTACULARES).
Bueno es imposible describir todo lo vivido en unos pocos párrafos, asi que si alguien de ATOTRAPO quiere embarcarse en esta brutal aventura, que se ponga en contacto y nos tomaremos un café, me encantara recordar de nuevo. NAMASTE!!!

 

BOTAMARGES 2022

Esta XIII Botamarges ha sido mi primera carrera de ultra-distancia. Hace nueve años ya, que fui a ver a mi hermano (Gosa) correr su primera Botamarges y nueve consecutivas que lleva.

Quedamos a las 3:30 en la rambla de Mutxamel (un buen madrugón para calentar), ahí nos vemos unos cuantos: Miguel, Tomas, Juan, Gosa y yo, pasamos a por Jesús y nos vamos para Forna. Una vez allí nos reunimos con Ramón y Jose Manuel (Pez); recogemos dorsales, ponemos la pancarta de “A To Trapo”, unas cuantas fotos y nos dirigimos a la salida. En esta veo a Cristian, tenía ganas de verlo, mas fotos…se acerca la hora de salir, nos posicionamos al final, ánimos espartanos desde la megafonía y allá vamos.

Los primeros kilómetros salimos de Forna por una pista y vamos ascendiendo. Ramón y Jesús van delante, a ellos ya no los veremos, después Jose Manuel y van juntos Tomás, Juan y Miguel, aún cerca de ellos mi hermano (Gosa) y yo. La primera subida va bien, al ritmo de los corredores que tenemos delante, Otra cosa va a ser la bajada, es algo técnica, no mucho, pero se vuelve endiablada porque la roca está totalmente embarrada. Aún no hemos llegado al km 11 (avituallamiento de Villalonga) y empiezo a notar molestias en la rodilla. Hacía 15 días, al final de la “tirada larga”, lo pasé bastante mal, hasta el punto de tener serias dudas de presentarme a la carrera. Los antiinflamatorios hicieron efecto, así que supuse que sería una inflamación.
Llegamos al primer avituallamiento (Villalonga km11), nos encontramos con Miguel, Juan y Tomas. Ahí decido tomarme un ibuprofeno. Se que pueden ser malos y solo llevo tres. Son las 8 de la mañana.

Vamos por pista y sendero unos cuantos kilómetros, bordeando el rio, el paisaje y la zona es espectacular, trotamos a un ritmo bajo, queda mucho por delante.

Dejamos el rio a un lado y empezamos a subir, la rodilla en subida no me da problemas, ascendemos unos 200 o 300m hasta el siguiente avituallamiento (casa Tarzàn Km21). Cuando llegamos nosotros salen Miguel, Tomás y Juan y cuando nos íbamos llega Jose Manuel, que va también tocado de la rodilla  y lo hemos pasado al hacer una parada técnica. Cuando seguimos ascendiendo nos pasa y ya no lo vemos hasta la meta. Estamos ascendiendo “La Safor” que es la subida mas larga que tenemos, mi hermano Gosa empieza a resoplar, le digo que escucho perdices (es el mismo sonido que hacen al batir las alas), va jodido, pero va.

Pasamos por al lado de un pozo de nieve y empezamos la bajada,  está muy bien, de las que se disfruta bajando, se nota el trabajazo que se pegaron la organización limpiando la senda; aunque la dichosa rodilla no me deja ir mas rápido. Poco antes del siguiente avituallamiento nos encontramos con Eva (la mujer de Jesus y cuñada de mi hermano) que va con Aker (el perro de este), nos acompaña al avituallamiento donde nos espera el resto de la familia, mi cuñada Conchi y Jesus y Carlos (hijos de Jesus y Eva). Nos completan el avituallamiento (Lorxa km29) con agua de coco y Eva me hecha un spray en la rodilla.

Nos ponemos en marcha, vamos por pista hasta que empezamos otra subida…vuelvo a escuchar perdices…mi hermano resopla, pero nunca para. Al final de esta subida nos encontramos con Tomás y Juan. Tomás no se encuentra bien, van ellos dos y otro corredor que va a retirarse por problemas físicos. Juan no se lo quiere dejar, pero Tomás insiste y le dice que tire, que el chico que va con ellos le acompaña. Le damos algo de comida y cuando vamos a bajar se recompone y se une a nosotros. Vamos los cuatro de bajada hacia Alpatró (av4 km37). En esta empiezo a pasarlo mal de verdad cada vez que apoyo la pierna derecha. Llegamos hasta un barranco y ascendemos a Alpatrò. Tomás se retrasa, no se encuentra bien y decide retirarse. Ahí nos esperan Conchi, Eva y los niños.

Estamos un rato, le insistimos a Tomás, pero lo tiene claro, se queda. Comento que en este avituallamiento llevamos mas tiempo que ninguno, cuando, en ese momento, aparece por la calle el motivo de la demora; al final han venido mi mujer y mis hijos acompañados por mi hermana. ¡¡Que sorpresa y que ilusión!! No sabía que venían!.En algunos puntos (siempre bajando) había pensado en retirarme,  ahora solo pensaba en poder terminar. Vamos mi hermano, Juan y yo. En esta zona cruzamos pequeños barrancos, alternando llano con algunas subidas y bajadas, me va bien y al no haber grandes descensos no me castiga la rodilla en exceso.

Llegamos a Benirrama (av6 km45) a las 16:00, dos horas antes del corte. Ahora toca subida y en esta lo paso mal, no por la rodilla, por primera vez noto que me faltan fuerzas, paro y como, pero ya estamos casi arriba. Al que veo mas fuerte que en ningún momento es a mi hermano, ya no resopla y no veo que sufra, parece que cuanto mas tiempo lleva en carrera mejor le va. Juan va con llagas, a ratos va un poco delante, para, se pone crema y nos vuelve a coger, el está fuerte. Yo voy mal, ahora bajamos, duele, mi hermano me dice que me queje, y como el es el maestro pues nada, ay ay ay, y a seguir. Ahora hay una pequeña subida, y mi hermano empieza con las rampas…el se queja cuando subimos, ay ay ay, de subida y yo me quejo cuando bajamos , ay ay ay, de bajada. Y así vamos que ni para arriba ni para abajo y el pobre Juan esperándonos.
En este avituallamiento (km51,67) nos ponemos reflex. Ahora toca otra bajada larga, ya uso los palos casi como muletas y cargo mi peso en la izquierda, mi hermano marca el ritmo y tira de mi, ahora con la mirada puesta en la meta, se le ve mejor que en ningún momento. Hay que llegar antes de las 20:00 al siguiente corte (km 59,5). Otra subida y mi hermano sigue con las rampas. Nos cuesta encontrar el avituallamiento, parece que no llegue nunca o que no nos funcionen los relojes gps. Por fin lo vemos, eran las 19:20, ahora había que llegar a meta antes de las 21:00.

Nos quedaban los Kilómetros finales, una subida y de bajada hacia Forna. Ahora en la subida voy tirando yo, mi hermano va con el “ayayay” de las rampas, Juan va con el y lo espera. Hacemos esta ultima subida y al final salimos al camino por el que salimos de Forna hace ya unas 14h. Lo recorremos pensando que vamos directos al pueblo, pero no, la baliza corta el camino y nos indica que debemos desviarnos por una senda. Mi hermano comenta “¿esto no será una encerrona?”, le digo que tranquilo, que ya es todo bajada…pero vaya si lo era! Al menos para mi. Nos esperaba otra bajada técnica y esta la sufrí pero bien, ya no solo era el dolor, también veía que estando tan cerca, peligraba entrar a meta en tiempo pues en esas condiciones a saber lo que tardaría en bajar.
Mi hermano iba tirando delante, Juan iba conmigo; hace un rato comentábamos de broma que ya se olía la barbacoa, ahora se olía de verdad, y se escuchaba a Jesús y Carlos llamar a su tío Gosa. La bajada iba directa al pueblo, allí me encuentro con mi mujer y mis peques que llevan todo el día esperándome, los cojo para entrar a meta y veo a mi hermana animando y grabando un vídeo (que salió “ole”), y por fin cruzamos la meta. La sensación fue indescriptible. Ahora esperemos que la próxima la podamos correr en mejores condiciones.

Salut i Muntanya
Fernando Gosálbez

 

 

Clasificación :

Pos. Tiempo Ritmo Dorsal Participante P/SUB SUB/CAT Club
49 09:15:23 8:40 5 Mendez Carrasco , Tomás 24 VETERANO A TO TRAPO
119 11:12:04 10:29 41 garcia ferrer, ramon 17 MASTER-M A TO TRAPO
170 12:44:53 11:56 133 Baldaquí Sala, Juan Miguel 29 MASTER-M A TO TRAPO
171 12:44:53 11:56 200 SANTANA RÓDENAS, JESÚS 95 VETERANO A TO TRAPO
188 14:21:16 13:27 153 Domenech Fernandez, Jose Manuel 101 VETERANO A TO TRAPO
189 14:36:49 13:41 34 PUNZANO MEDINA, JUAN 102 VETERANO A TO TRAPO
190 14:37:13 13:41 61 GOSALBEZ IVORRA, FERNANDO 103 VETERANO A TO TRAPO
191 14:37:35 13:42 33 Gosalbez Ivorra, Jose Francisco 37 MASTER-M A TO TRAPO

GRAN TRAIL ANETO POSETS 2022

Esta crónica se escribe entre lo más alto del Collado de la Forqueta y el Refugio Biadós, km 80 y pico, 20 horas largas de carrera; trataré de ser breve.

Entré en el ecosistema ultra hace 11 años, con una experiencia estelar -y un tanto kafkiana por la edad- en los 101 km de Ronda; aquí podéis ver mi imberbe posición escoltada por Ignacio García Pa Rato y el resto de mentores de A To Trapo (Jesús, Antoñito, Juanma, nunca olvidaré ese bautismo).

Y la vida ha ido pasando, con subes y bajas, sueños y sueño -literal-, piedras pirenaicas, senderos maravillosos, penurias recompensadas y lujos asiáticos, sol y oscuridad, viajes, km, más km, más zancadas, en fin, esta vida planteada con toques de Ultra.

El mencionado ciclo vital lo recuerdan Cuchi y Fede, cuando me regalan la oportunidad de compartir con ellos cómo se despiden de su padre a los pies del Aneto mientras amanece tras superar el Collado de Salenques.

Eso sí que son piedras, cerca de 3 horas de nocturnidad y alevosía en los que avanzamos no más de 5 km remontando peñascos cual cabra montesa -pegadas a nosotros, por cierto-.

La noche nos pone a cada uno en su sitio y el pobre David sufre de un mal de altura que le hace vomitar hasta la última piedrecita del Aneto. Con un arrojo propio de Anibal cruzando los Alpes hace más de 2.000 años, consigue cerrar el primer círculo y volver a Benasque para unirse en firme y sabia retirada con Pablo, cuya suerte tampoco le ha acompañado. Problemas menores, en menos de un mes estarían cruzando la meta de UTMB, ¡enhorabuena!

Y empieza mi soledad acompañada. Saboreo el desayuno de café malísimo y tostada fría de pan de casa con cecina fresquita, ¡home away from home!

A partir de aquí, cruzado Benasque, sólo pienso en el ejército de 4 que hemos montado para superar este reto: Alba, embarazada de casi 8 meses y con ánimo de saltar sobre el paso de Mahoma, Eva, la risas de la familia, y Helena, apéndice vital. Gracias, equipo!

El año ha sido complicado, la logística laboral y social me ha exigido de más y los entrenamientos, sinceramente, se me han hecho un poco bola.

Pero ahora toca subir de Eriste al lugar donde empieza esto, el Collado de la Forqueta. Con un calor del infierno (en serio, el mundo se va al carajo), recuerdo mis pasos entre sombras arbóreas y vacas que parecen hospedadas en el Refugio de Ángel Orus (btw, recomendable emplazamiento).

Sufro mi conocida crisis del sueño hasta que me hago amigo de una de esas vacas y conversamos sobre lo maravillosa que es la vida. Collado de la Forqueta, segundo café horrible que me sabe a Specialty Coffee finísimo y tostada de jamón; madre mía, ¿puede uno ser más feliz?

Y en eso pienso cuando empiezo a escribir mentalmente esta crónica. ¿Qué necesitas, Borja? Necesito agradecer lo conseguido, olvidarme de tiempos, kilómetros, desniveles y situaciones impostadas.

Volver al yo más egosintónico, conseguir la coherencia vital y disfrutar de todas las tostadas, frías o calientes, ante un cielo estrellado o bajo el techo de casa.

Entre los pensamientos, un poquito de relax en el Refugio Biadós y a por la última (dura, durísima) subida de la carrera. Con mucho esfuerzo (esto sí que se me ha hecho bola), toco el Refugio de Estós y dejo a un lado la cabaña del Turmo, en un claro homenaje a los Celtas Cortos y su 20 de abril del 90.

Y corro, sin dolor, sin sueño, sólo con sueños, el de ver cómo fluye el cuerpo en una segunda noche despierto, y el de saber que estás ahí, esperándome para entrar juntos en este recorrido infinito que hemos conseguido. Gracias, Helena, por ser mi bastón vital.

¡Terminé! 27 horas y 22 minutos de puro disfrute con alguna piedra atragantada (para volver a recordar lo que es la vida), una sorprendente posición 61 y dos cervezas a las 4 de la mañana, ¡yija!

Gracias familia (todos, padres, hermanos, sobrinos, cuñad@s, padres políticos, y allegados más que cercanos) por hacer de mi quien soy.

Gracias A To Trapo, por ayudarme a mantener el foco.

Gracias Alba y Eva por seguir el camino.

Gracias, vida, por lo que me estás dando.

Quizá cambie algo de turno (mi cuerpo me pide más de libertad), pero como siempre dice Jesús, nunca dejaré de trotar, ni mucho menos de soñar.

Borja, julio de 2022

Resultados

Corredores: 315 / Finishers: 135

Corredor

Tiempo

Posición General

Posición Categoría

Borja García

27:22:33

61º

Cuchi Balle

27:29:24

66ª

Fede Balle

27:29:24

67º

32º

David Gil

Pablo

 

UTMB MONT BLANC

25 de agosto de 2022, una fecha cualquiera para casi todo el mundo, salvo que sea el día de tu cumpleaños, el de alguno de tus hijos o el día que le diste puerta a tu parienta. Pero no para nosotros, no para el Escuadrón Tortuga (o casi todo), que cosas del destino o de los astros o simplemente porque nos dio la gana, participamos nada más y nada menos que en la CCC de Mont Blanc de 100k, que me hará recordar y supongo que a todos los demás, ese día cualquiera como uno de los días más increíbles de mi vida, porque sí, Yo, Jota y Jaime y Javi Lombilla (un tío tamaño XXL) y todos los amigos que conquistaron, con sufrimiento, con sudor y lágrimas, la UTMB de 167k… Voz en off: “Venga Jota no te ralles, que te estás viniendo arriba”. Pues eso, que fue un gran día.

Situémonos en el tiempo y a modo de cronología de la carrera, en agosto, septiembre de 2021, cuando tras haber sido finishers en la UTMB Val D´Arán, o como alguno recordará: “dónde nos dieron agua de pato”, decidimos dar el salto a otro país, primera vez para mí, e inscribirnos en la UTMB Mont Blanc en la modalidad de 100k y algo más de 6.000 m. de desnivel +, ya que teníamos segura plaza, sin sorteo (cuando le digo a mis amigos no corredores que para una carrera de 100k o más, hay sorteo, se “descojonan”). Rápidamente, Javi Lombilla, el “Gigante Cántabro”, que después de esta carrera es aún más grande, en todos los sentidos, que se nos pegó, literalmente al empezar en Val D´Arán y no nos lo hemos quitado de encima, ni ganas; reservó alojamientos en Chamonix, lugar de concentración de nuestra expedición. En octubre ya estábamos apuntándonos a la carrera, los tres “Tortugas”, con Jose Pablo incluido (tranquilo amigo, no te olvido). La suerte, por tanto estaba echada, sobretodo porque el precio de la inscripción, más los billetes de avión, más el alojamiento, y más, como dice un amigo, dinero para coca-colas, era para como arrepentirse.

Confieso que esta carrera no era mi primera opción, que sí, vale, que es Mont Blanc, el TOP de las carreras de montaña, donde se da cita la élite mundial y también los “mataos” como nosotros y muchos más de otros países, pero no, no me convencía la idea, prefería ver qué opciones tenía en España, Aneto, por ejemplo, o cualquier otra. A toro pasado, confieso que, si me hubiera quedado en Alicante, lo hubiera lamentado siempre.

Por en medio, muchos meses de entrenamientos, de madrugones, de calor y más calor, alguna carrera de preparación: Sierra Nevada y cómo no, el Trail de Confrides. Todo pensando en ese objetivo final, terminar en condiciones decentes los 100k y no morir en el intento. Siempre con mi amigo y gemelier, Jaime “Cangrejo” Castells, con el que cada día me siento más a gusto. Lástima que se me casó este año, si no… (emoticono de carita colorada). Y en ese camino que empezamos tres, se nos quedó José Pablo. Primero las lesiones, luego el covid, luego el estómago, en fin, JP, menos mal que no te has quedado preñado. Una lástima porque los tres nos lo pasamos de traca. Te echamos de menos, en serio, tío.

Dicho todo esto, comencemos con la cronología de esta aventura:
23 de agosto: salida de Alicate dirección Ginebra. Todos los que corríamos algo en Mont Blanc partimos juntos. Nos hicimos la foto grupal con las camisetas del Tral de primavera de Confrides. Grandes embajadores para una gran carrera: Confrides A round the World. David, Ángel “Pirri”, Pablo Molina, con su bonita familia, “Terminator” Enri, Miriam y María y las tortugas Ninja.

Al llegar a Suiza no separamos para ir por nuestros medios a Chamonix. Jaime y yo, lo hicimos en bus y en poco más de una hora nos plantábamos allí. Ya nada más bajar del bus empecé a alucinar con el paisaje que me deparó Chamonix, rodeado de cumbres nevadas, agujas afiladas (más tarde descubrí que se trataba de las Agujas de Midi a las que se puede acceder en teleférico, caro eso sí y con reserva previa). No podía dejar de mirarlas, de maravillarme. Por fin pude cerrar la boca que se me había quedado abierta, cual tonto y ponernos a buscar cómo llegar al alojamiento. Recogimos las llaves e hicimos una parada para reponer líquidos en forma de cerveza en una plazuela coqueta y tomar contacto con la gente del lugar. Desempolvé mi francés de bachillerato y con eso empezamos a tirar para entendernos, aunque durante todo el viaje fuimos encontrándonos con mucha gente que hablaba castellano, que residía y trabajaba allí o que estaba en el propio staff de la carrera.

Nuestro pisito de pareja, distaba del núcleo urbano de Chamonix, unos 4 km. que podíamos recorrer en los buses urbanos que, y esto fue todo un detalle, eran gratuitos para los corredores. Un apartamento muy apañado en una zona, digamos residencial, llamada Les Tiñes, con vistas a esa cumbres maravillosas a las que me refería antes. Empezaba bien la cosa. Sin problemas para llegar, buen ambiente y un nido acogedor.

La tarde de este día la dedicamos a empaparnos bien del ambientazo que se vivía en Chamonix, a visitar la feria del corredor y, cómo no, el mega stand de la organización de UTMB, donde, a precios de escándalo, la gente compraba y compraba como si no hubiera un mañana. Recorriendo las calles del pueblo nos encontramos con algún que otro famosillo de este mundo, como Javier Ordieres, el de los vídeos de preparación al Trail, con el compartimos unos minutos y como no, cayó una foto. ¡Madre mía, para lo que hemos quedado!.

Buscamos y encontramos el sitio de “culto” para comer hamburguesa, buena, bonita y barata de Chamonix, el “Poco Loco”y allí cenamos haciendo tiempo para recibir a Javi Lombilla y a su chica, Tamara, que venían en coche desde Cantabria, con una alegría compartida y es que van a ser padres por primera vez.

El día siguiente, 24 de agosto, fue un día de transición, sin más que la recogida del dorsal, de paseo y de compras, en ese lupanar del negocio que he nombrado antes y es que no nos pudimos resistir, porque, al fin y al cabo, esto sólo se vive una vez y no nos íbamos a ir de allí sin engordar la maquinaria de hacer caja de UTMB. Qué se le va a hacer, la carne es débil.

La tarde fue para descansar, preparar el equipo, y serenar nervios, que en mi caso ya empezaban a pasar factura en forma de dolor de estómago, aunque nada que ver con lo que les pasó a los compañeros Pablo Molina y sobre todo a Enri, que se nos pusieron malísimos por una intoxicación alimentaria. En el caso de Enri, hasta tuvo que ir al Hospital, pero como está hecha de algún tipo de aleación indestructible, se recuperó bien y pudo llevar a cabo su aventura particular.

25 de agosto: por fin llega el día señalado, la hora de la verdad.

El despertador sonó a las 4 de la mañana, pero como es habitual, cuando participo en una ultra, desde hacía al menos media hora ya estaba dando vueltas en la cama, nervioso, repasando mentalmente si se me olvidaba algo.

A las seis estábamos mi gemelier Jaime y yo saliendo del apartamento, camino de Chamonix, andando para estar a las 6´45 en el lugar en el que el bus nos trasladaría a la localidad donde estaba la línea de salida, Courmayeur. No teníamos con qué bajar al pueblo ya que los buses urbanos no circulaban a una hora tan temprana, así que debíamos hacerlo a pie y la parte final al trote, si el tiempo se nos echaba encima.

Entre chistes y risas flojas, por los nervios, comenzamos a caminar, pero como todo estaba predestinado a salir bien, a los 20 minutos, un vehículo paró unos metros más adelante, se abrió una puerta y una chica nos preguntó, en inglés, si íbamos a la carrera. No entendimos todo, pero sí suficiente para asentir y subir al coche. Se trataba de una pareja de la que el chico participaba en nuestra carrera. Un buen presagio, pensé y un alivio por eso de llegar a tiempo y descansados al punto de partida.

La salida estaba, como he dicho, en Courmayeur, que aunque suena francés, está ya en Italia y para llegar hay que cruzar el túnel de Mont Blanc. Es el túnel más largo que he cruzado, más de media hora y unos 11 kilómetros y medio de longitud que unen Francia e Italia.

Como salimos muy pronto llegamos también, demasiado pronto, ya que la salida era a las 9´30 de la mañana. El tiempo de espera se me hizo eterno, había ganas de empezar y darlo todo. Bueno, era a las 9´30 para nosotros, que íbamos en el pelotón de cola, a las 9 se daba la salida de los buenos, los que iban a ganar y cada 15 minutos un cajón de corredores.

El tiempo amenazaba lluvia, el día estaba fresco, lo cual agradecí porque el día anterior habían caído nada más y nada menos que 32 grados en Chamonix. Pero este día no sé si llegaríamos a los 20.

Nos situamos los tres, Javi, Jaime y yo en nuestro sitio a esperar nuestro turno, amenizados con la música sabrosona del speaker y oyendo como empezaba la carrera y debían salir los primeros, porque verlos no había forma, ya que éramos unos 1.900 participantes inscritos.

Y por fin, nuestro turno. Empezamos al trote, por las calles de Courmayeur, subiendo las primera rampas, animados por todo el pueblo, volcado a esa hora en ver pasar el gusano de color que formábamos los corredores, los pelos de punta, la emoción a flor de piel, empezando a sudar y a quitarnos ropa ya nada más salir del pueblo, en dirección al primer alto, Tête de la Tronche, por una pista ancha, adentrándonos en el bosque, con el ruido de los primeros truenos a nuestras espaldas. Como en todas las carreras, estos primeros tramos son de mucho bullicio, los corredores hablamos, gastamos bromas, tiramos para adelantar a ese que se va quedando atrás, pensando: qué bien estoy, sin tener en cuenta que esto es muy largo y que quedan horas y horas por delante.

Jaime y Javi se me han separado un trecho al quedarme un poco rezagado, por la cola que se va formando en alguno de los tramos más estrechos y me cuesta enlazar con ellos. Cada retraso mío supone aumentar mi ritmo y añadir un plus de cansancio. Me doy cuenta, ya pronto, que me va a costar seguirles. No obstante, subo las revoluciones del motor en la subida e incluso me pongo por delante de ellos en algún momento.

Comienzan a caer las primeras gotas, el terreno zigzaguea, para salvar un buen desnivel. Al fondo y entre las nubes que se quedan abajo, se puede ver Courmayeur. Vamos pasando corredores más lentos. Me encuentro bien, pero como he dicho antes, empiezo a ir forzado. Cuando llegamos al alto, las gotas se convierten en lluvia. Rápidamente echamos mano del Chubasquero y casi sin tiempo para acomodarlo la lluvia arrecia y comienza a caer granizo. Ya no veo a Javi y Jaime y pienso, ya está, ya los he perdido, pero en ese momento me alcanzan porque se habían quedado atrás. Seguimos bajando por una pista embarrada, lloviendo y granizando. Mi fuerte no son las bajadas y si encimaes en estas condicionesacabáramos. Las gafas se me empañan, pero no me las puedo quitar porque entonces no me veo. La capucha del chubasquero se me baja y me tapa la visión. ¡Qué desastre!

Bueno al final y conforme descendemos de altitud la lluvia empieza a ceder y acaba escampando. Un rayo de Sol asoma tímidamente. Llego al primer avituallamiento en donde me espera Jaime. De Javi ni rastro, ha preferido seguir porque se quedaba helado. Lo entiendo, soy el lento de los tres, me hago cargo. Casi sin tiempo para comer algo frugalmente y reponer bidones, Jaime me insta a que sigamos. Él también se enfría. Pues allá vamos.

El siguiente tramo de unos 6-7 kilómetros nos llevará al refugio Bertone. El terreno es un sube baja sin rampas demasiado fuertes y llanos en los que se puede correr bastante bien. El atasco de corredores es importante y eso añadido a que me tengo que quitar y poner ropa porque llueve, deja de llover, vuelve a empezar, hace que mi gemelier se vaya despegando. En una subida algo más dura me quedo definitivamente solo. Ya no tengo ganas de intentar seguir el ritmo de Jaime. En este trayecto adelanto a una chica india que va con algo de miedo en las bajadas pronunciadas. El terreno está resbaladizo y sin bastones la veo algo asustada. Me pide ayuda y la tengo que coger literalmente de la mano para ayudarla a bajar. De verdad, estas cosas sólo pasan en la montaña. Estoy con ella unos diez minutos, hasta que ya la veo más segura y continúo. Llego al siguiente avituallamiento, tras una bajada súper chula, disfrutando. Hay mucha gente en la carpa, esto va a ser la tónica en todos los puestos de control. Busco a mis compañeros, pero al no verlos, definitivamente asumo que lo que me queda me va a tocar hacerlo solo. Les mando un WhatsApp donde les deseo suerte y que nos veremos en meta.

Tras reponer fuerzas y volver a colocarme ropa, salgo para enfilar la subida al Grand Col de Ferret. Cruzamos un cauce y enfilamos por un valle que me parece increíble. El tiempo empieza a darme una tregua y definitivamente el Sol se impone. Me paro, hago alguna foto, disfruto del paisaje. Creo que quitarme la presión de tener que seguir a Javi y Jaime me ha hecho tomarme la carrera de otra manera. Así que ahora estoy yo solo, con todo un mundo por delante.

La subida a Col de Ferret se hace lenta más que dura. Hay mucha gente y la pista es estrecha y antipática para subir, con piedra suelta. Me cuesta coger un ritmo porque cada vez que me quedo detrás de un corredor más lento que yo (repito a mí las subidas no se me dan mal) tengo que frenarme. Cuesta adelantar por el terreno y porque a la gente no le gusta que le adelanten. Parece que se ensanchan para no dejarte paso. Me vino a la cabeza en ese momento el grito del Presi en Confrides, un año de estos: “el que no pueda correr que se aparte”. Yo solo me iba partiendo la “caja”.

Por fin llego a la cima y empiezo a bajar, ahora sí, a ritmo, disfrutando, porque este es una de las bajadas más chulas de todo el recorrido y la última que voy a hacer con luz este día. Larga, suave, entre valles. Qué maravilla. El próximo punto es la Fouly ya en Suiza. Son unos 10 kilómetros, que hago sin demasiado problema. Cuando llego al avituallamiento leo los mensajes y Jose Pablo me informa que llevo a Jaime muy cerca y en eso me entra un mensaje de él. Me dice que va al trote, que me va esperando, pero yo necesito parar y reponerme y que queréis que os diga ya a estas alturas ni quiero cogerle.

Después de laFouly y hasta el kilómetro 60 más o menos, el terreno discurre paralelo a un río de aguas bravas, terreno muy “corrible”, con algún repecho y tramos con piedras como de cauce de río seco. Salgo a la localidad de: Praz de Fort, de casas de madera, jardines con estatuas de gnomos, un lugar idílico. Por primera vez vuelvo a pisar asfalto varios kilómetros y tras cruzar un pequeño caserío donde la gente nos recibe, a pie de carretera haciendo sonar un cencerro tamaño XXL,digo nos recibe porque me he juntado con un chico de Barcelona. Compartimos kilómetros hasta que nos adentramos en una pista que empieza a picar, internándose en otro monte y que me llevará al siguiente punto importante de la carrera: Champex-Lac. Allí hay mucha expectación, mucho público animando y allí sigue Tamara, la chica de Javi, esperando para darme una bolsa de vida (este es un punto de los que la organización fijó como de asistencia externa). Me informa de que los dos me llevan 15 minutos y que si salgo ya les pillo. Pero de nuevo tengo que pararme y esta vez cambiarme de ropa. Ya apenas queda luz y empieza a refrescar en serio.

En Champex-Lac me quedo unos 45 minutos. Como lo que puedo, porque lo que nos dan no me entra en el cuerpo (punto negativo para la organización). Me obligo a comer algo de pasta y un café caliente, pero ya el estómago empieza a protestar después de todo el día de mal comer. Ya de noche con el frontal, continúo, primero por una pista agradable, ancha, bajando. Y de nuevo para arriba, sin avisar, poco a poco, sufriendo más o menos. Me encuentro con gente muy cansada, sentada, tomando fuerzas, o gente muy mal, vomitando incluso. Tengo un pequeño momento de pánico y es que se me agota la primera batería del frontal y cuando cargo la de recambio, el frontal no se enciende. Batería muerta. “Juro ante Dios que jamás saldré sin revisar las baterías”. ¿Pero cómo puedo haber caído en este error de principiante? Gracias que llevo el segundo frontal de pilas. A oscuras, aprovechando la luz de otros corredores que me pasan, consigo encajar correctamente las pilas y encender el frontal. A partir de ese momento, la posibilidad de quedarme sin luz porque se me agoten las pilas, antes de que amanezca, se hace muy presente, vamos que en ocasiones me llega a obsesionar.

Yo voy bien me repito. El resto de la noche va a ser así, bajadas muy largas y subidas muy fuertes. Hablé mucho con mi padre. Para los que no lo sepan, falleció en febrero. El hombre sufría cuando me metía en una de estas carreras, me llamaba, se preocupaba de que estuviera bien. Incluso en una carrera cerca de Alicante quiso venir a recogerme por si no podía conducir a la vuelta. Le pedí fuerzas y me las fue dando porque fui lento, pero fui. Y así con mis pensamientos como única compañía, fue avanzando la noche, haciéndole quiebros al dolor muscular, al cansancio y al sueño que ya hacía rato que había dado la cara y a los pensamientos negativos que, siempre y de forma inexorable aparecen como una sombra negra, invadiendo la mente. Es aquí donde la cabeza es la que manda, la que tira de todo el resto.

Pasé por el alto de La Giete, con su bajada larga, tediosa, dolorosa para mis pies. En el avituallamiento de Trient había una marcha que era para quedarse allí y no seguir: voluntarios y asistentes bailando a ritmo de merengue, comida, calorcito. Toda una tentación de la que me costó salir, de hecho, creo que fue donde menos tiempo estuve. Siguiente alto: Catonge, bajada con más pena que gloria. A estas alturas ya me empieza a dar un poco todo igual (bajonazo del 7 y medio). Llego al avituallamiento de Vallorcine. La perspectiva de que sólo me queda una subida me anima bastante y tras ponerme más ropa porque son las 5 y media de la madrugada y me he quedado literalmente como un cubito de huelo, salgo con el ánimo repuesto.

Enfilo la subida a la Tête Aux Vents, último obstáculo serio, una subida de más de 800 metros positivos. Este alto tiene la peculiaridad, de que cuando te crees que estás arriba, aún continúa subiendo. Un falso llano es el culpable de esto. Sin embargo, es un momento mágico, cuando por fin llego arriba, porque está amaneciendo y al fondo la luz matinal se refleja en la nieve de las cumbres que tengo justo enfrente de mí. El momento vale la pena y me paro, respiro, doy gracias por estar aquí justo en ese instante. Es lo que tiene no ir a por pódium, que puedes pararte a saborear este instante con calma. Lo de ganar se lo dejo a otros.

Comienza la bajada. Ya sólo me quedan 6´9 km para meta. Pero es una bajada molesta, muy poco corredera para todos a los que ya no nos quedan piernas a esas alturas. Llego por fin al último avituallamiento en La Flégère, tras una rampa de apenas 100 metros que no sé quién nos la ha puesto ahí pero que ya le vale.

A partir de aquí todo bajada hasta meta. Las piernas la llevo que ni las siento y el terreno empieza ya desde la salida a bajar de forma acelerada. Es seguir caminando o empezar a correr a ver qué pasa, si me aguantan los cuádriceps. Y sí, aunque el principio todo es dolor, se me van calentando y poco a poco voy aumentando el ritmo. Es larga esta bajada. Ya veo Chamonix pero de repente estoy corriendo en llano bordeando la montaña y esto que no baja. Pues nada, paciencia.

Por fin cojo la vertical. Paso por las primeras casas. Salgo ya a una carretera. La cruzo y también un pequeño prado. Otra carretera y un puente para cruzar el río. Ya estoy en la zona donde recogimos ayer el dorsal, casi desmantelada. Siguiendo paralelo al cauce del río entro en Chamonix. Ya estoy pisando sus calles. Empiezo a saborear el premio que supone acabar la carrera. Ya hay ambientazo a pesar de que no son las nueve aún. Recibo aplausos, gritos de “ánimo España”, “ánimo José”. Me siento un Kilian cualquiera. Trescientos metros y en meta. Por fin la alfombra azul, el arco de meta, el speaker que me da la bienvenida: Jaime, Javi y Tamara esperándome. Los brazos en alto, una sonrisa de oreja a oreja. ¡Lo he conseguido he acabado mi carrera, soy Finisher en MontBlanc, chicos! Jajajajaja.

Me cuesta acabar las crónicas porque no sé qué decir al final, después de haber narrado lo vivido. Tan solo deciros que tras lo que supone una carrera de este tipo siento un bienestar personal inmenso. La satisfacción de haber hecho las cosas bien. No me planteo si he hecho más o menos tiempo, sino que valoro si he podido disfrutar e incluyo también el sufrimiento como parte ese disfrute y saco una nota media. En este caso bastante alta. Me vuelvo a casa feliz y pletórico.

LO MEJOR: seguir compartiendo momentos con mi querido amigo Jaime. Me siento muy afortunado de estar entre sus amigos. Y seguir aquí, caminando hacia adelante, deseando poder vivir otra experiencia y otra y que no me fallen las fuerzas.

LO PEOR: seguro que ha habido cosas, pero para qué nombrarlas.

Muchas gracias a todos los que estuvisteis pendientes y los que me animasteis: Jose Pablo, Torregrosa, Gosa, Cristian, Jesús, como no. Lo repito siempre: sin vosotros no sería lo mismo.

¡Salud y Montaña!

Jota

Ruta de las fortalezas 2020/22, crónica de un sufrimiento anunciado

Esta carrera la teníamos pendiente del año 2020 cuando un dichoso bichito, que no iba a provocar mas que unos pocos casos en España de una “gripe rara”, paralizó el mundo entero. Así que, dos años mas tarde, con pocos entrenamientos y diez kilos de mas, nos presentamos el día 2 de abril en la linea de salida. Tres eramos los componentes del Grupo A To Trapo, Tomas Méndez, Juan Punzano y un servidor (Gosa), dispuestos a afrontar esta vuelta de unos 50Km y unos 1700 metros de desnivel positivo, que rodea la ciudad de Cartagena y que sube a las antiguas fortalezas que custodiaban esta ciudad. Una carrera bien organizada por la Armada y que en alguna de sus “cimas” nos ofrece unas espectaculares vistas de la costa Cartagenera.

A las 8:05, había que cumplir con la enseña nacional, se da la salida. Escalonada en cajones con salida cada 5 minutos, Tomás sale en el penúltimo cajón y Juan y yo en el último a las 8:20. No contentos con salir en el último cajón, nos ponemos también de las últimas unidades. Al ser una carrera multitudinaria, se agotan las 4.000 inscripciones, y poder realizarse en modo senderista, tuvimos que empezar a trotar a buen ritmo para empezar a adelantar unidades. Y eso hicimos, trotar y trotar y trotar…. Las cuestas arriba no eran muy pronunciada así que trotamos cuesta arriba, y cuesta abajo y en llano y conseguimos adelantar a mucha gente.

La única pega que le veo a la carrera es que se comparte demasiadas veces la subida y la bajada a las diferentes fortalezas. Todos en fila india, unos para arriba y otros para abajo y no te queda mas que seguir el ritmo del que llevas delante. En uno de estos cruces de gente, al principio de la carrera vemos a Tomás y hasta aquí. El “Tractor” puso la reductora y ya no lo volvimos a ver.

Poco a poco nos dirigimos al avituallamiento de mitad de carrera que está en la Plaza San Francisco de Cartagena (Km 27). Comemos y bebemos (madre mía como estaban los Donuts), y descansamos un poco. A la salida del avituallamiento ya empiezo a notar que las piernas no van da dar mucho mas de sí. Le digo a Juan que tire para adelante, pero decide quedarse y acompañarme el resto de la carrera. La verdad que gracias a su apoyo la pude terminar porque después de otros mas o menos 10 km de trotar y trotar por dentro del puerto, viendo submarinos (algunos en desguace) y barcos (no entiendo mucho de esto, así que no puedo decir si eran fragatas, buques o canoas), mis piernas dieron basta. Se terminó de correr y en la siguiente subida, pasado el km 35 empieza las primeras rampas en la pierna derecha.

A partir de aquí, un infierno, las rampas de la pierna derecha aparecen también en la izquierda. Cada cambio de terreno, de llano a subida o a bajada, de bajada a subida etc. es un sufrimiento. He hecho carreras de mas de 100 Km, con miles de metros de desnivel positivo y jamás he tenido el dolor que tuve en esta carrera. En las ultras normalmente se me suele pasar, pero aquí no había manera, La ultima subida, encima la mas dura, la hago muy poco a poco. Veo un puesto de ayuda y me lo reservo para la bajada. Allí un teniente (todavía recuerdo los rangos) empieza a hacerme un masaje. Poco a poco va poniendo mi pierna derecha en el sitio, pero, cuando empieza con la izquierda un corredor que había parado también a ponerse un poco de reflex, se marea. Gracias a Juan que lo sentó rápido no cayó al suelo, así que mi pierna deja de ser una prioridad y atienden al corredor (que se recuperó bien porque lo vi entrar en meta)

Así que entre ¡ays!, ¡uys!, ¡ostias! Y otros improperios que os ahorro, llegamos a la meta en 9 horas 10 min. Tomás ya había llegado hacia casi dos horas y no lo pudimos ver.

La conclusión. Sin entrenamiento, no hay carrera fácil.

El dolor es pasajero, la gloria, es eterna.

Salut i Muntanya.